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Atril ciudadano

¡¡Vaya calles más tristes!!

Ignoro de quién habrá partido la idea, pero, desde luego, se ha cubierto de gloria pestilente, por no decir lo otro. Resulta que la empresa de mantenimiento del alumbrado público ha cambiado, al menos en la calle donde yo tengo mi vivienda, las lámparas de los puntos de luz de las farolas allí instaladas, que ahora alumbran menos que velas cuando antes, las que habían retirado daban una luz más fuerte. Me recuerda dicho nuevo alumbrado al que teníamos por toda la barriada (Padre Lerchundi, General Barceló, Explorador Badía y transversales: Capitán Viñals, Cossio, Alcaide Pedro Venegas y Martín Cermeño, allá por los años cuarenta, con bombillitas de 25 watios. Y para colmo, hay noches que las nuevas lámparas que fallan más que una escopeta de Ferias, dando cuenta de ello a la Policía Local que, gracias a la atención prestada, avisan a la empresa y subsanan la avería; es decir, el apagón de varias lamparitas, y nunca mejor dicho lo de lamparitas porque eso es lo que han colocado con el cambio efectuado hace dos o tres meses.

Y para demostrar que lo que estoy diciendo es cierto, basta con que alguna autoridad competente de nuestro municipio, Ayuntamiento, se dé cualquier noche una vueltecita por las calles citadas y verá que no exagero lo más mínimo, recomendándole venga acompañado de una linterna para evitar, por la oscuridad, una posible caída. Y ahora vayamos con el asunto de las fachadas de algunas viviendas: He leído en “Melilla Hoy” en su edición del jueves que “los trabajos de las fachadas buscan convertir los edificios en bienes protegidos” y, para ello, a cargo de la Ciudad Autónoma, se van a restaurar muchas viviendas del Barrio Hebreo, lo que a mí me parece muy bien. Pero -ahí es dónde quiero ir a parar- a ver si se hace lo mismo en otros barrios. Por ejemplo, el mío, que hay viviendas en la mayoría de sus calles que no ven un parcheo, y mucho menos una roncha con cal o pintura plástica desde hace un montón de años y son viviendas que resultan una auténtica vergüenza para la ciudad. Y no digo yo que esas reparaciones corran también a cargo del dinero municipal, sino de los propietarios de las mismas que, la mayoría de ellos, le sacan jugo con los alquileres. De momento nada más. Otro día hablaremos de las colgaduras en balcones, ventanas, azoteas, etc.

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