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Historias de nuestro cementerio

Monolito a las víctimas de la explosión del polvorín de Cabrerizas

“El cementerio de la Purísima Concepción de Melilla es el guardián de las historias de sus moradores, de aquellos que un día fueron parte activa del devenir diario de esta ciudad milenaria.”

Más de tres décadas de investigación, de interés por conocer todo aquello que hay tras los encalados muros del cementerio de la Purísima han dado como fruto algunas publicaciones y programas de radio en Onda Cero Melilla. Muchas son las personas que demandan conocer “algo más” de saber de estas historias y sus protagonistas. Espero que esta nueva sección sea del agrado de aquellos que tienen un especial interés por nuestro camposanto. Poco a poco y gracias a Melilla Hoy iré desvelando que historias permanecen ocultas junto a sus protagonistas tras los mármoles de tumbas y nichos.

Parcela 2 bisParcela 2 bis A las 00:40 horas de la madrugada del 26 de septiembre de 1928 se oyó una explosión que produjo una trepidación tan intensa que la mayor parte de los moradores de las viviendas de Cabrerizas tuvieron que abandonar sus casas y salir a la calle, en tanto que una lluvia de polvo y cenizas, caía lentamente sobre toda la ciudad. Esta circunstancia hizo que se pensara en la posibilidad de que un aerolito hubiese caído sobre Melilla, pero pronto se supo que lo que había ocasionado tal alboroto fue la explosión del fuerte de Cabrerizas Bajas, en cuyo interior se albergaban unas veinte toneladas de pólvora seca. Este era una torre circular de 12 metros de radio con una superficie de 450 m2. Su construcción se llevó a cabo entre 1884 y 1886; tenía capacidad para una guarnición de 100 hombres. Debido a la explosión el fuerte desapareció por completo y las piedras de los muros actuaron como proyectiles aniquilando el Barrio que lo rodeaba. La onda expansiva alcanzó a otras zonas de la Ciudad como el Barrio Hebreo, Batería J, Carretera Hidum o incluso lugares más lejanos como la calle General Marina o Primo de Rivera (antes conde del Serrallo) El presidente accidental de la Junta Municipal, Francisco de las Cuevas, en ausencia de Cándido Lobera Girela, pidió serenidad a la población a la vez que elogió la labor realizada por el personal de la Casa de Socorro y de los Hospitales de la Cruz Roja y Pagés. El 27 de septiembre en hidroavión llegaban a Melilla el alto comisario general Sanjurjo y el presidente Cándido Lobera para asistir al sepelio de las más de cincuenta víctimas. Los cadáveres de los soldados de la Comandancia de Artillería que guarnecían el fuerte, José Chinchilla Nieto y Dionisio Rodríguez Gómez no fueron hallados. Muchos fueron los testimonios de pésame recibidos tanto del rey Alfonso XIII, como del presidente del gobierno, Miguel Primo de Rivera, además de otras personalidades del momento. Se abrió una suscripción prodamnificados en la península y el extranjero; la suma total ascendió a 801.269,30 pta. , siendo las cantidades aportadas más grandes las de Madrid, Barcelona y Melilla.El general Primo de Rivera quiso orientar a la Junta Municipal en cómo invertir esta suscripción. Con una carta de su puño y letra proponía la construcción de un nuevo barrio para alojar a todas las familias sin hogar. Sin pérdida de tiempo se procedió a plasmar su idea con la construcción de 80 viviendas agrupadas en cuatro manzanas de cuatro casas cada una. Para su emplazamiento se escogió el llano de Alfonso XIII dándole el nombre de Primo de Rivera (hoy ya desaparecido). El Estado no sólo ayudó económicamente sino que recompensó a la Ciudad por el altruismo y abnegación de sus habitantes. Así, en la Gaceta de Madrid de 14 de febrero de 1929 se publicó un decreto de SM Alfonso XIII que concedía a Melilla el título de “ Muy Caritativa Ciudad” y a la corporación municipal de “Excelentísima”. El 27 de julio de 1929, diez meses después de la catástrofe se acordó adjudicar la construcción de un monumento funerario en recuerdo de las víctimas a Antonio Colón García, por un importe de 3.750 pta. Durante varios días la prensa local se hizo eco de tan terrible catástrofe, así en la primera página del mismo 26 figuraba en cabecera el siguiente titular:“La explosión del polvorín de Cabrerizas Bajas, causa numerosas víctimas y llena de consternación al vecindario”.A pesar de la escasez de noticias por lo haber ocurrido aquella misma madrugada, los reporteros dieron buena cuenta, destacar por ejemplo:Cuadros de dolor“Los cuadros de dolor eran frecuentes. Una madre, alocada, daba grandes gritos llamando a sus cinco deudos que, según pudimos conocer después, habían percibido unos y otros se hallaban gravísimos.Aumentaba la tristeza del cuadro, la presencia del sacerdote Director de las Escuelas del Ave María, que acompañado de varios acólitos, y alumbrado por la tenue luz de las velas, administraba los Santos Sacramentos a los próximos a extinguir su vida, o a lo que, por desgracia habían ya perecido. Allí, donde se oían los desgarradores ayes, allí se personaba el Padre Ángel Fernández, cumpliendo el deber de su sagrado ministerio.
Las víctimasAl principio se decía que las víctimas ascendían a cien muertos y más de trescientos heridos. Cuantos descendían de Cabrerizas traían en los labios una cifra aterradora y aumentaba la confusión al ver la inacabable caravana de heridos transportados en camillas y automóviles.
Detalles complementarios-Para facilitar la circulación de vehículos que conducían a las víctimas de la catástrofe, se dieron órdenes para que luciera el alumbrado reforzado que, como es sabido, se apaga a las doce y media de la noche.-Los efectos de la explosión fueron tan tremendos, que muchos cierres metálicos de establecimientos situados en el centro de la población, quedaron retorcidos; los cierres de las puertas sufrieron desperfectos, impidiendo la apertura de aquellos; se derrumbaron numerosos tabiques, entre ellos algunos en la calle del General Marina, 21, conde del Serrallo, 10 y otros.-Al oirse la explosión, como el Vicario eclesiástico oyera constantes exclamaciones de dolor y la gente alocada, corría por las calles, ordenó abrir las puertas del templo del Sagrado Corazón, para que elevaran sus preces al cielo los creyentes, y para que los que quisieran pasaran la noche en la casa del Señor.-El barrio del Real, con hallarse tan lejano, sufrió también desperfectos y en suma las casas de Melilla, perdieron cristales y sufrieron roturas de puertas y ventanas. En algunas vinieron a tierra, con estrépito, tabiques y techos.-De Nador, Segangan y Zeluán, comunicaron que se había sentido perfectamente la formidable explosión inquiriendo con ansiedad, detalles sobre lo sucedido.-El conocido industrial don Alfonso Bernal, dejó de existir durante la madrugada, a consecuencia de la fuerte impresión sufrida, al escuchar la formidable detonación.El día 27 aparecía el titular siguiente en El Telegrama del Rif:“La Catástrofe del polvorín lleva el luto y la desolación a centenares de modestos hogares melillenses”En este mismo diario y página su director y presidente de la Junta Municipal que en el momento del trágico suceso se encontraba fuera de Melilla escribía: “En la prensa de la noche, leo la vibrante y consoladora alocución del Presidente interino de la Junta Municipal. Melilla puede contar con el incondicional apoyo del Presidente del Consejo, del Gobierno, del Alto Comisario y del Director de Colonias, y su nombre ejemplo marca el camino a seguir.Mi alma de melillense, dolorida por la tremenda catástrofe, y mi espíritu conturbado por la evocación de trágicas escenas, conservan alientos para emprender la elevada misión que nos incumbe de reparar lo reparable en unión de los compañeros de la Junta Municipal y autoridades locales.Mientras oramos por los muertos, dulcifiquemos las amarguras de los heridos y consolemos a los deudos de las víctimas. España entera toma parte en nuestro duelo, y a la cabeza su amado Soberano. Quisiera tener alas para encontrarme hoy ahí y compartir las primeras horas de aflicción.”El diario del día 28 siguió haciéndose eco de lo ocurrido:El Pueblo de Melilla, en imponente manifestación de duelo, desfila ante los cadáveres de los mártires de la tragedia”.
Desfile de la grandiosa manifestaciónMelilla, la HumanitariaMelilla que en el año 1919 ganara para su escudo el título de la humanitaria, si ya no lo tuviera, lo ostentaría poniendo en todos sus actos el corazón, ha demostrado con ocasión del desgraciado suceso de Cabrerizas Bajas, que en su pecho alberga los más nobles sentimientos.Nuestra pluma es torpe para describir la imponente manifestación de duelo de ayer.

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