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Ni se arreglan las fronteras, ni el tráfico fronterizo, ni lo de los borregos

Que es imposible que el actual gobierno local pueda funcionar es tan innegable como que el anterior debía de cambiar. Lo del comercio atípico y la situación de las fronteras, ambas cosas cada vez peor, son una sentencia de muerte política del tripartito gubernamental. Lo del borrego marroquí, que no se va a solucionar a pesar de tantas promesas, va a ser la puntilla, la confirmación para todos, especialmente para CpM, de que así no se puede seguir En tiempos ya lejanos, Manuel Céspedes, por aquel entonces Delegado del Gobierno en Melilla, bautizó el tráfico mercantil que pasaba por las fronteras de Melilla con Marruecos como “comercio atípico”, un término curioso e ingenioso, como era Céspedes.
Poco a poco, con la economía melillense deteriorándose progresivamente y los distintos gobiernos aplaudiendo en silencio y con disimulo ese deterioro que hacía más dependientes a los melillenses de las decisiones públicas de los dirigentes políticos, la economía local fue deteriorándose y dependiendo cada vez más del “comercio atípico”, que, por su propia “atipicidad” y la inevitable dependencia de las conveniencias o chantajes del vecino Marruecos, produce resultados también atípicos, poco regulables y difícilmente predecibles, además de espectáculos humanamente lamentables y universalmente aireados y conocidos.
Todos los Gobiernos españoles, nacionales y locales, han prometido “solucionar” el problema generado por el comercio atípico que, progresivamente, iba convirtiéndose en el problema de la economía melillense, cada vez más dependiente de tal comercio y más huérfana de alternativas económicas. Todos los Gobiernos han echado la culpa del deterioro a sus predecesores, si eran de diferente partido, hasta llegarse a la situación de los actuales gobiernos nacional y local, especialmente de este último, que odia, literalmente odia, al anterior y que había prometido a los empresarios locales, vía sus múltiples asociaciones y en su eterna esperanza -siempre desairada- de que la Administración les solucione o al menos les ayudara a solucionar sus problemas.
El resultado, previsible, ya lo comunicó Eduardo Castro en la madrugada del domingo con su lamentable, aunque no inesperada, sentencia presidencial sobre el comercio atípico: “Los empresarios tendrán que ajustarse a las medidas de Marruecos”. O sea, cuando dije a los empresarios que iba a arreglar todo, os mentí.
Que es imposible que el actual gobierno local pueda funcionar es tan innegable como que el anterior debía de cambiar. Lo del comercio atípico y la situación de las fronteras, ambas cosas cada vez peor, son una sentencia de muerte política del tripartito gubernamental. Lo del borrego marroquí, que no se va a solucionar a pesar de tantas promesas, va a ser la puntilla, la confirmación para todos, especialmente para CpM, de que así no se puede seguir.
Ante tanta catástrofe, una nota de humor. Eduardo Castro llegó a la conclusión de que lo que tienen que hacer los empresarios locales es lo que Marruecos quiera tras visitar el sábado pasado los pasos fronterizos de Beni-Enzar, Barrio Chino y Farhana, acompañado, entre otros por el conocido gafe y eternamente fracasado político que es Julio Liarte, al que Eduardo Castro ha elegido para arreglar la Hacienda, Economía y Empleo melillenses. Era difícil arreglar la economía, la hacienda y el empleo melillenses, empezando por la situación del comercio atípico. Ahora, con tamaño gafe político, ya se demuestra algo inevitablemente imposible.

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