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La Fundación Aliatar enseña a sus voluntarias a valorar lo que se tiene gracias al campamento en la Gota de leche

Las monitoras de la Fundación Aliatar que han colaborado en este campo de trabajo

La Fundación Aliatar ha realizado su último turno del campo de trabajo en el que ha podido enseñar a sus voluntarias a valorar realmente lo que se tiene gracias a los pequeños de la Gota de Leche. Durante una semana, dieciséis universitarias de Jaén han estado con los niños, adolescentes y ancianos de este centro asistencial aprendiendo de ellos y realizando multitud de actividades como bailar, ir a la playa, yincanas, juegos de agua y también refuerzo escolar. Beatriz García, una de las voluntarias de la Fundación Aliatar, expresó a este Diario que la experiencia ha sido “muy bonita” porque se han encontrado a un grupo de niños con unas realidades “muy fuertes” y que en su día a día no tienen. Cada pequeño, explicó que, va contando su historia personal, cómo han llegado a la Gota de leche, algunos que tienen padres, pero por las circunstancias no viven con ellos y otros que tienen hermanos en el mismo centro.

Señaló que aparte de lo que les ayuda verlos, también aprenden a valorar “mucho” lo que tienen “en nuestra vida, como una casa o una familia”.

Asimismo, contó que los monitores del centro “se han fiado” completamente de ellas pudiendo organizar multitud de actividades como ir a la playa, jugar con ellos, ir al recinto con las aves rapaces y una yincana en el Parque Hernández, que confiesa que les ha costado porque son niños que “quieren hacer las cosas muy rápido y no están acostumbrados a estar pendientes de una explicación ni 30 segundos”.
“Finalmente hemos conseguido hacer los grupos, todos han hecho las pruebas y lo hemos conseguido”, dijo.

García destacó que el día que llegaron a la Gota de leche cuando las vieron entrar les dijeron gritando “las monitoras” y aunque no las conocían, indicó que “como le habían cogido cariño a las anteriores chicas se lanzaron corriendo a nosotras súper cariñosos”.

Sobre este campo de trabajo, resaltó que son voluntarias de la Fundación Aliatar y el año pasado ya hubo un grupo que vino dos semanas a Gota de leche que estuvieron con Mª Cruz Montoro. “Ha sido muy enriquecedor porque hemos hecho cosas distintas para sacarles de su rutina”, sostuvo.

La voluntaria apuntó que es “difícil” separar a los niños en grupos porque en la Gota de leche “todos están con todo el mundo”, por ello, se dividían en varias actividades, y los pequeños se iban uniendo a lo que más le interesaban.

Los ancianos, expuso que, lo que más piden son conversaciones y “un poco de cariño, como todos”.

Respecto a la casa cuna, García subrayó que pudieron estar con ellos cuando los niños se lanzaban con el jabón y teniéndolos en brazos ya que tienen entre 9 meses, “no apartaban su mirada y se estaban enterando de todo”.

En cuanto a lo que más le gusta de este campamento, respondió que “los niños porque estamos disfrutando mucho, son muy divertidos, cariñosos y muy agradecidos de que hayamos venido, el factor humano es lo que más me gusta”.

Otra de las voluntarias, Inma Gámez, expresó que este campamento le está llenando “mucho” como persona porque estos niños “te dan la vida”, sobre todo, porque les han dicho que era “el mejor verano de sus vidas”.

Isabel Bedoya también de la Fundación Aliatar, indicó que ha aprendido “mucho” de los pequeños, se lo han pasado muy bien y le gustaría volver a la Gota de leche en otra ocasión.

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Lorena Japon

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