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Carta del Editor

De la meritocracia a la carnetocracia

De la prometida meritocracia a la indisimulable carnetocracia (Fernando García de Cortázar, “Biografía de España”, publicada en 1998). El mal, muy evidente, no es de ahora. Viene de lejos, aunque el tiempo, como en las malas enfermedades no atendidas, tiende a empeorar el mal, que es lo que ahora ocurre: el mérito está, cada vez, peor considerado, mientras que la posesión del carnet de un partido, junto a la sumisión fervorosa al líder, es el pasaporte más útil para ascender en la política. No es de extrañar, pues, que los españoles vean a los políticos como uno de sus mayores males. Tampoco extraña que a la política solo se quieran dedicar, con honrosas y elogiosas excepciones, aquellos que “no valen para otra cosa”, como canta el dicho popular. De la prometida meritocracia a la indisimulable carnetocracia (Fernando García de Cortázar, “Biografía de España”, publicada en 1998). El mal, muy evidente, no es de ahora. Viene de lejos, aunque el tiempo, como en las malas enfermedades no atendidas, tiende a empeorar el mal, que es lo que ahora ocurre: el mérito está, cada vez, peor considerado, mientras que la posesión del carnet de un partido, junto a la sumisión fervorosa al líder, es el pasaporte más útil para ascender en la política. No es de extrañar, pues, que los españoles vean a los políticos como uno de sus mayores males. Tampoco extraña que a la política solo se quieran dedicar, con honrosas y elogiosas excepciones, aquellos que “no valen para otra cosa”, como canta el dicho popular.

Por cierto, lo del hermano de la delegada del Gobierno, Sabrina Moh, y las increíbles declaraciones de esta sobre el caso, junto con el caos circulatorio en el acceso y salida del puerto en el ámbito de actuación que se ha reservado para sí mismo Eduardo Castro, son un par de muestras más del desastre de gestión, de la absoluta incapacidad de gestionar de este nuevo Gobierno local que, una vez conseguido su objetivo -echar a Imbroda- demuestra que ni tenía, ni tiene plan y capacidad alguna para la gestión de Melilla. Sugiero que el presidente y consejero de Seguridad Ciudadana, Castro, delegue estas responsabilidades en el conocido fracasado político y monumental gafe que es su amigo y enchufado Julio Liarte. ¿Para que el desastre sea ya total? Seguramente.
“Melilla ha perdido 47 comerciantes en los últimos cuatro años”. “Melilla es la provincia española que más autónomos pierde este año: casi un 5%”. Son datos de la Unión de Trabajadores Autónomos y Emprendedores, y del Ministerio de Trabajo. Todas las comunidades autónomas españolas han perdido comerciantes en los últimos cuatro años y muchas han perdido también autónomos, aunque ninguna en un porcentaje tan alto como el de nuestra ciudad. La pérdida de comercios y los males de los autónomos son una tendencia nacional, aunque en Melilla sean especialmente graves. La situación económica de nuestra ciudad, ligada a la política, es más que grave.
“Es necesario que hablemos… le dijo la Economía a la Política”. Así tituló Emilio Guerra un muy sensato artículo que publicamos el pasado martes. Emilio es el actual vicepresidente de la sociedad pública Promesa, y como tal firmó el artículo.
“La plena integración en el espacio aduanero europeo –atendiendo a sus diversos grados¬- supone la apertura de fuertes esce¬narios competitivos, lo sabemos. No sería inteligente renunciar a cierta protección, para lo cual existen fórmulas mixtas. A día de hoy, en mi modesta opinión, es la alternativa político¬-económica de Melilla”. Así concluía Emilio Guerra su artículo y estoy de acuerdo con su conclusión, entre otras cosas porque, efectivamente, nos encontramos en un “peligroso aislamiento”, del que es imprescindible salir cuanto antes. Para Melilla entrar, con las condiciones ventajosas necesarias y posibles, en la Unión Aduanera Europea es un tema económica y políticamente vital, que también beneficiaría a Europa y que, además y en contra de lo que oficialmente Marruecos vaya a decir, no perjudicaría a ese país, nuestro vecino, sino todo lo contrario, en cuanto que beneficiaría, asimismo, a su economía, muy necesitada de mejoras.

Posdata ¿El futuro político próximo de Melilla? En primer lugar, hay que recordar que somos nosotros los que pagamos a los políticos, no los políticos a nosotros. A continuación, considerar que, tal y como están las cosas y con tamaño presente político, no hay más futuro que el de pasar, ya, sin tardanza, a un presente normalizado. Un presente que solo puede ser resultado de un acuerdo entre los dos partidos mayoritarios, PP y CpM, que sumarían 18 escaños, estabilidad y posibilidad de un futuro para nuestra ciudad, un futuro que no está nada claro, sino que cada día, con el actual Gobierno, está más oscuro. Y me permito repetirme: El pasado, pasado está; no se trata de volver al pasado, sino de poner los cimientos para un futuro mejor.

Pero, por encima de todo y a plazo inmediato, feliz Feria para todos los melillenses.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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