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La Columna de Salido

Siguiendo con la Feria de los 50 y 60

Hoy en día quizás se parezca más la feria melillense a la de Sevilla o más bien a la de Málaga, aunque cada una tiene sus propias peculiaridades, por ejemplo el tapeo en toda la ciudad con cada consumición. Siguiendo con las casetas de la feria en aquellos tiempos, recuerdo lo de la elección de diferentes mises, miss rubia, morena, simpatía y la miss principal. También se daban los concursos de baile de diferentes tipos como: tangos, pasodobles, vals, chachachá, etc., siempre ganaban los más veteranos y expertos bailones, recuerdo a uno especialmente bastante moreno de pelo con bigotito a lo Error Fin (no sé si estará bien escrito), casi siempre iba de negro y con botines o zapatos negros con puntera, lo clásico, unos años más tarde, estando yo de cartero en Manresa lo vi allí de policía nacional, sería en el 71-72 o 73, creo se llamaba Pepe.
La feria no era solo baile, que para eso ya teníamos en cualquier fecha nuestros guateques como decía en mi anterior escrito o esos salones de baile que nos satisfacían a todos los muchachos y muchachas melillenses. Era nuestra mayor y mejor distracción, en ocasiones el cine y al salir o entrar una cervecita, bocadillo y la tapa correspondiente. En Casa Solís eran famosos los medios bocadillos de atún con tomate, o en la Cave los de calamares y papas fritas, todos muy sabrosos.

Las tómbolas, existían varias eran muy famosas, como decía anteriormente la más nombrada era la del Cubo, su slogan era: “siempre toca, siempre toca, sino un cubo una pelota. Lo repetía cien veces ese locutor dicharachero, había quien se llevaba un peluche, un juego de vajilla, una cubertería, la muñeca Pepi o Francis. El premio también consistía en un lote de productos, al cual, según pasaba el tiempo mientras ofrecían más y más cupones, se iban incorporando regalos: ¡Miren, miren, añadimos esta jarra para agua, y esta minipímer eléctrica, además añadimos esta linterna! ¡Acércate rubia, mira a ti te regalo porque yo quiero y me da la gana, cuatro tiras más! ¡Y miren señores otro lote fantástico que acabamos de entregar, con un coche Mercedes último modelo! Era de juguete, claro está.

Así iba transcurriendo la tarde-noche entre unas cosas y otras y las atracciones o cacharros a elegir, a mí la noria no me gustaba por el gustirrinín que daba en el estómago al bajar, sin embargo en balancé sí y también se notaba un cosquilleo por la barriga.

Yo tenía pasión con las casetas de tiro, era lamentable en aquellos tiempos que “trucaban el punto de mira” para que no se consiguieran muchos premios, ya sabemos el dicho: “fallas más que las escopetas de la feria”. De vez en cuando, a alguna bola acertábamos.

Como era y es natural, de pequeños íbamos con nuestros padres, tíos o hermanos más mayores, luego en grupo los amigos del barrio o de otros lugares, nos conocíamos de la escuela o del Instituto más tarde, ya de jóvenes más o menos igual, o con nuestras novias y otras parejas, casi siempre acabábamos ya de madrugada avanzada tomando café, té, o chocolate con unos buenos churros melillenses. Aprovecho para saludar a familia y amigos de Melilla deseando sean muy felices durante la Feria y siempre.

Repito nuevamente mi deseo de que todo transcurra dentro de los cauces normales de diversión, el pasarlo bien como cada cual quiera y como mejor pueda, que nadie impida la diversión de otros. Las autoridades a trabajar y a impedir que algunos destrocen la buena armonía y la convivencia cívica, sea feria o no. Apostemos por libertad, pero no por el libertinaje. Dice el refrán: “que mi libertad finaliza, donde empieza la tuya”.

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