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El Torreón del Vigía

Niebla de recuerdos

Como la bórea que envuelve esta Ciudad, así se disipó lo que ella vivió. Fue rápido por la ausencia de aquel que compartió vida, ilusiones, proyectos, rachas no tan buenas y otras emergentes, como usted y yo. Paulatinamente fue cayendo en el olvido de lo cotidiano, de unas llaves de casa, o de no saber si había apagado o no el fuego en la cocina. ¿Que haces entonces?. Vuelves a tratarla con amor, el que ella te había dado, cuando tú indefenso también la necesitaste pero a la par la animas, le haces ver que es un lapsus que a todos nos pasa y que puede pensar donde colocó aquel objeto momentáneamente perdido. Tu callas tantas veces porque aún la ciencia no puede curarlo, y ves que su existencia se escapa de tus manos. Hoy decían las noticias que su causa es la falta de proteínas a las neuronas que les impide comunicarse. Todo el dinero del mundo debe emplearse en la investigación de enfermedades como ésta y otras que nos afectan pero en cambio tiramos recursos en cosas que no nos hacen progresar. Te sientas con ella y le enseñas fotos de aquel carnaval, de sus primeros años de casada en un balcón de la “Reconquista” o de como vistió en aquella Coronación de la Patrona. Le vienen flashes y repites sin cansarte “lo ves como te acuerdas”. Te mira con incredulidad y te sonríe. Entonces llega el momento de dar un paseo, está apunto de llegar el otoño, aquí es mejor que la primavera y nos encaminamos a una calle comercial. Las familias entran y salen de las papelerías para adquirir aquello que les falta en las mochilas de sus hijos, en las terrazas de los cafés aún se puede tomar algo y la taquilla del cine vende ya su último pase. Se agarra del brazo, como tu ayer, nuestros finales y principios coinciden dependemos de otros y gracias por ese alguien que está a tu lado. Y esto ahora lo materializamos en la casa de Dios, donde acudimos. Ya hace años que la oscuridad de la noche la inquieta, la hace mostrarse indefensa y profundamente vulnerable, pide regresar al hogar, “que ya se está haciendo tarde”. Tú le cuentas cosas de tu jornada o de que vamos a preparar para cenar, todo en común para que se sienta válida, para que no note ningún cambio y entramos en la cocina después de ponernos cómodos. El lema que hay que grabarse es ese “tu puedes”, no debemos convertirlos en inservibles, aunque sepas que la cuesta abajo ha llegado. Y te comes tus lágrimas, los bajones de ánimo, ella no puede verte así, tiras también por ti, no hay que descuidarse, si caes ¿que será de ella?. Las cifras son demasiado contundentes el setenta por ciento de los pacientes son mujeres por un treinta por ciento de hombres. Queda demasiado por hacer, sobre todo con los cuidadores anónimos, esos familiares que dedican tiempo y esfuerzo para sacar a sus seres queridos de una de las mas crueles enfermedades que azota a la humanidad, el Alzheimer.

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