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MELILLA HOY entrevista al actual presidente de la Federación de AMPA de Melilla (FAMPA)

Guillermo López: “Me preocupa la falta de implicación de la Ciudad en cosas tan importantes como la pésima situación de la educación en Melilla”

Guillermo López Belmonte, es el actual presidente de la Federación de AMPA de Melilla (FAMPA)

-¿Cómo afronta este nuevo cargo?
-Me gusta esta nueva etapa porque esto de las AMPA es un poco como Fuenteovejuna, todos a una. Es normal la rotación en las asociaciones, es algo incluso saludable en las organizaciones, porque así todo el mundo se siente más implicado, con más posibilidades de aportar y nutrirnos con las aportaciones de diferentes visiones.
Además, una vez que la FAMPA se ha consolidado en Melilla y es un interlocutor frecuente y real para cualquier sector educativo, y las familias de escolares ya saben quiénes somos y qué hacemos. Es un momento dulce en ese sentido, ya que antes de la Federación había AMPA más o menos activas, faltaban muchos centros, se sabía muy poco de asociacionismo, de legislación, de posibilidades de aportar. Ahora, estamos en una etapa mucho más madura, en la que incluso hacemos ver a la Administración mejoras necesarias, irregularidades e incluso ilegalidades que están cometiendo, a pesar de no tener formación jurídica. En ese sentido, tantas horas que hemos dedicado gratuitamente a todos estos temas, igual que la atención a medios, y la ayuda que hemos recibido de profesionales de la Ciudad, de la Confederal Española que es CEAPA y de FAMPA Ceuta ha sido muy importante, estamos muy agradecidos y contentos.
Todo, a pesar del ninguneo, casi desprecio, que la anterior corporación local nos ha dispensado, al igual que el antiguo equipo dirigente en el Ministerio de Educación en Melilla. A pesar de que somos un potencial evidente e imprescindible para la mejora del sistema educativo, los intereses a corto plazo, partidista, etc., nos han hecho perder como ciudad un tiempo y unos recursos valiosísimos, quizá irrecuperables. Ahora esperemos que con el nuevo gobierno todo se normalice como en el resto de España y la clase dirigente asuma que tanto legal como socialmente debe estimular a las AMPA.
-¿Anteriormente formaba parte de alguna AMPA?
-La verdad es que no he tenido otra forma de verlo que desde la participación y la implicación. Empecé como Secretario Tesorero en el AMPA del IES Enrique Nieto hace ya diez años, luego fui presidente de ese AMPA. Luego, fui vicepresidente del recientemente creado AMPA del IES Juan Antonio Fernández donde también fui uno de los padres fundadores. No entiendo que un padre deje aparcado a su niño en un centro y luego lo recoja y ya está, es imposible que funcione así la educación.
Las AMPA son un termómetro perfecto de la realidad educativa de una ciudad. Entre nuestras misiones está la formación y el asesoramiento a las familias de escolares, velar por el buen funcionamiento de los centros porque son un servicio público a la población, coordinarnos con otros sectores y participar activamente en la vida de los centros, etc.
Pero, también está hacer intercambios de formas de crianza, celebraciones y encuentros, viajes con propósito educativo familiar, realizar actos culturales, etc. Si una AMPA se tiene que dedicar a que la ley por ejemplo se cumpla deja de hacer otras cosas que también le son propias. Si tiene que estar haciendo escritos para que un Consejo Escolar se convoque de acuerdo a Ley o salir en prensa para que un instituto se limpie, esto es un problema. En la FAMPA durante los últimos tres años no nos han dejado hacer mucho más, que el primero de nuestros bloques de funciones, y es triste y lamentable.

“Es un disparate que se haya construido un colegio en la última década cuando la población no deja de subir”

-¿Cree que la falta de infraestructuras escolares es un problema grave en Melilla?
-Es muy grave. Un colegio construido en la última década solamente, cuando la población no deja de subir entre la natalidad tan alta, superior a cualquier ciudad española y europea, además de los retornados, es un disparate. Además, un colegio pequeño, como es el Estopiñán o el Velázquez que tiene más de treinta años.
No ha habido inversión alguna para educación en este sentido en todos esos años y hay que entender que no sobran niños porque son una riqueza evidente para la ciudad. Económicamente supone más dinamismo y más docentes contratados con un sueldo más que interesante para dinamizar la economía.
Pero, además de la falta de infraestructuras y de haber agotado ya todos los parches como los chabolegios, el vetusto y ahora medio ruinoso centro de profesorado, las aulas en teoría provisionales de la Juventud que son más que definitivas sin tener los servicios necesarios, etc, es la situación de muchos ellos. Hay colegios públicos que necesitan una fuerte inversión pues ha habido un mantenimiento muy deficiente, y también de climatización, con una humedad alta en invierno, igual que la falta de espacios verdes o de simples toldos que cubran un patio donde cada día niños de tres años se exponen sin ningún tipo de protección solar. No solo es la falta de infraestructuras, es la falta de mantenimiento y reforma de los que hay.
Por eso, hemos pedido una evaluación rigurosa e inmediata de los centros, una priorización de la urgencia de las acciones a acometer y un cronograma financiado de actuaciones. Nos sorprende muchísimo que seamos el único colectivo de la ciudad que reivindica esta cuestión. En la anterior etapa hemos deambulado del Ministerio a Fomento y de ahí, a la Consejería de Educación, encontrando muy poca voluntad por un trabajo profesional en este sentido. La inversión educativa, insisto, no es en absoluto prioridad.
Con respecto al Consejo Escolar municipal también es una de nuestras evidentes prioridades porque todas las ciudades grandes o medias de España tienen al menos uno. Es absurdo que no exista un órgano para que las familias, administraciones, profesorado y alumnado hablemos de la educación de Melilla.

-¿Qué es lo que más le preocupa respecto a la educación en Melilla?
-Por un lado, la falta de implicación porque en cosas tan importantes como la pésima situación de la educación en nuestra ciudad, arrastrada durante incluso décadas, no podemos ser tibios, despreocupados o indolentes. No se puede tener políticos pasotas o sin ánimo de generar movimiento, ni profesorado que nadie premie o censure si lo haces bien o mal; ni familias que remen en dirección distinta que el resto de sectores y tampoco estudiantes que no asuman que la calidad educativa es baja y que tienen que tomar más protagonismo.
Sumado a esto, que es una de las formas de solucionar las problemáticas existentes, tenemos lo habitual en nuestro discurso: falta de más y mejores infraestructuras; personal docente y no docente; más y mejores ayudas y becas, que estén bien organizadas y no sean otorgadas de cualquier modo, incluso ilegal, como en la actualidad. También, falta de atención por parte de la Administración e implicación por parte de muchas familias.
-¿Qué necesidades cree que tiene la ciudad?
-En la FAMPA hemos defendido estos años que no hay una hoja de ruta, no hay una evaluación seria y rigurosa. Se han hecho más o menos cosas, con más o menos acierto y voluntad y por tanto unas han salido mejor que otras. Es evidente que se invierte menos de lo que se necesita y mucho peor de lo que sería necesario, pero sobre todo es que no sabemos cuál es la idea educativa de quienes nos gobiernan. No lo sabíamos hace tres años cuando nos fundamos y no lo sabemos ahora tampoco. No sabemos si es la plena escolarización, si es una educación innovadora, si es una educación intercultural, si es hacia la excelencia en la continuación de estudios universitarios o hacia las salidas profesionales de FP.
No sabemos dónde vamos, y dónde nos quieren llevar, en educación y eso tiene muy mal término. La Consejería de Educación en una ciudad como la nuestra no puede ser como en cualquier otro sitio, aún sin competencias, ya que la Dirección Provincial del MEFP tiene muy pocas competencias reales.
Me gustaría que hubiera más diálogo educativo, que se hablara más de qué pasa en educación y posibles soluciones. Gracias a la FAMPA de intentar poner la educación en el debate público más allá de que un político nos venda un logro o un sindicato haga una legítima reivindicación, cada vez más padres se están interesando por este tipo de cuestiones y las AMPA están más activas. Es un valor incuestionable y también impagable porque todos somos voluntarios, hasta ahora solo ha recibido la callada por respuesta de la Administración.
-¿Cuáles van a ser sus líneas de trabajo? ¿Aboga por la creación de un Consejo Escolar?
-Las líneas en estos próximos tres años de mandato que afronto es seguir la línea de la anterior Junta Directiva. Fui socio fundador de la FAMPA y su vicepresidente hasta ahora. Siempre hemos tomado de manera muy horizontal las decisiones y confiamos en que podamos seguir trabajando de la misma manera, trascendiendo de la reivindicación a otro tipo de actividades. Me duele mucho que haya centros que se queden sin viaje de estudios, por ejemplo.
Esto en la península no pasa y en un sitio como Melilla debería ser casi obligado que sucediera. Pero las familias nos implicamos poco en general en muchos centros, la Administración no incentiva nuestra participación, los que sí estamos implicados estamos denunciando que no se retira el amianto convenientemente de los centros y los alumnos sin viaje de estudios.
Queremos fortalecer nuestra presencia, colaborar de manera estable y sinérgica con las administraciones, seguir nutriéndonos de nuestra presencia en la Junta Directiva de CEAPA a nivel nacional, poder ofrecer más formación y actividades a las AMPA y, por último, terminar el mapa de AMPA de Melilla, llegando a todos los centros. Confiamos de una vez que la Administración tenga el mismo plan.

“Las ratios en Melilla son inasumibles”

-¿Qué le parecen las ratios tan altas en la ciudad?
-Inasumibles. No me gustaría ponerme en la piel de ningún docente. Niños con características tan diversas, en el siglo XXI, con las nuevas tecnologías, con una enorme diversidad y disparidad económica, etc. Es una barbaridad. Nuestras clases deberían ser ejemplo de buen trabajo a partir de ratios, para empezar legales y más bajas que la media nacional, pues nuestra casuística como ciudad lo amerita. Para eso hace falta una clase política que de una vez le plante cara a este problema. Las generaciones que estamos perdiendo por el camino de desarrollar todo su potencial, eso ya no volverá jamás. No quiero una Melilla sin futuro.
-¿Algo más que añadir?
Me gustaría lanzar un llamamiento masivo a los melillenses. Que en sus centros vayan a su AMPA, que se interesen por lo que hacemos y se sumen. Todos podemos aportar. Nuestros niños se merecen lo mejor y nos necesitan.

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Lorena Japon

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