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Tribuna Pública

Operación Tosca pieza Festejos: ¿Y ahora qué?

11 de enero de 2016. Agentes de la Unidad Central Operativa de la Guardia Civil, me detienen. Hacen lo mismo con mi esposa y con un buen amigo. Amigo, al que por respeto a su cargo o al que fuera su cargo, no voy a citar. Pasamos unas horas en las dependencias de la Guardia Civil y otras en los juzgados. Horas después, casi a las diez de la noche de ese mismo día, nos ponen en libertad.
Fueron esas, sin duda ninguna, las horas más duras de mi vida. Ya se venían rumoreando nuestras detenciones, y las consecuencias devastadoras de las mismas. Pero como se suele decir, hasta que no vives en primera persona ciertas cosas, no sabes de verdad lo que significan y lo que suponen para una persona, para una familia, para una empresa y para todo lo que te rodea. Fueron probablemente las horas más angustiosas y amargas de mi vida. Esas horas en las que se preguntas. ¿Qué he hecho para merecer esto? ¿Qué será de mí y de mi familia? ¿Qué tiene de malo hacer lo que uno ha hecho toda su vida, que no ha sido otra cosa más que trabajar?
Esa incertidumbre, ese miedo, esa sensación de caer al vacío dándote cuenta de verdad que a veces existen esos que llaman cabezas de turco, no las olvidaré jamás. Como tampoco olvidaré nunca a las personas, que con los dedos de una mano se pueden contar, y que pasaron horas y horas de miedo esperando a las puertas de los juzgados a que saliésemos. Eran pocas, muy pocas. Pero eran las verdaderas personas que cuentan, las que están cuando hay que estar y no sólo cuando toca estar.

El jueves 17 de octubre de 2019, la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Málaga con sede en Melilla, rechazó el recurso contra el archivo de la pieza separada de Festejos de la Operación Tosca, decretada por el Juzgado de Instrucción Número 4 de la ciudad. Tres años, diez nueve meses y seis días, se hacía justicia definitivamente. Durante todo ese tiempo, la duda acerca de nuestra inocencia, nuestra honorabilidad y nuestra credibilidad, fue puesta en entredicho por no sé si una instrucción judicial o una investigación policial, que desde luego, ha quedado demostrada como errática, por no utilizar términos más duros para calificarla.

Durante todo ese tiempo, demasiado. En mi casa, en mi familia e incluso en mi trabajo, no hemos podido estar tranquilos. Personalmente, he sido víctima de todo tipo de insultos, descalificaciones, vejaciones y faltas de respeto, que me han impedido vivir como han vivido el resto de los centenares de empresarios melillenses y no melillenses que contratan con la Ciudad Autónoma de Melilla.

Durante ese tiempo me he preguntado, ¿por qué yo? ¿Por qué tuvieron que detenerme? ¿Por qué tuvieron que hacerle el daño tan terrible que le hicieron a mi familia? ¿Por qué fueron tan pocos los que me apoyaron, cuando eran tantos los que se pegaban a mí en esas mismas fechas?
Hoy, decretada por la justicia la falsedad de todas esas acusaciones. Demostrado por la justicia que nada de lo que se decía de mí y de mis empresas se ajustaba a la verdad, me preguntó qué hacer. Si. Porque una parte de mi me pide hacer pagar lo que merecen por la vía judicial, a todos los que me insidiaron, me injuriaron y destrozaron mi honor y el de mi familia, y llevarlos ante los tribunales para que den cuenta de sus delitos.

Sin embargo, otra parte de mi, me hace ver que quienes me utilizaron, para los bueno y lo malo, como arma arrojadiza en una contienda política de la que no formo parte, no son más que unas pobres criaturas que necesitan valerse de la desgracia de los demás para obtener unos miserables réditos políticos o un simple contrato. Lo hacen, para vivir de la política y de los políticos, dado que son incapaces de vivir de otra cosa que no sea de no hacer nada más que hablar, hablar y hablar.

Mi familia y yo hemos sabido levantarnos y superar esta enorme adversidad que no se la deseo a nadie. Salir a la calle, aún sabiendo que te van a señalar como delincuente de algo que jamás has hecho. Pero hemos mantenido nuestra cabeza alta y nuestra verdad, que es la que al final se ha impuesto a la calumnia y la humillación.

Siempre fui inocente de todo cuanto se me imputó. Desde el jueves, lo soy como dirían con papeles. No sé lo que pasará a partir de ahora. No sé si se abrirá mañana otra caza de brujas contra quienes no hacen otra cosa que no sea ganarse el pan de la manera más honesta posible. A veces, demasiadas veces por desgracia, los políticos para tapar sus carencias, prefieren señalar a terceras personas y desviar hacia ellos los focos de atención mediática.

Sigo siendo el mismo. Con los mismos amigos, pocos; y los mismos enemigos, muchos. Lo seré siempre, porque la verdad es el único camino que hay que seguir en la vida. Ese camino, lento y tortuoso a veces, es el que lleva a la justicia. Nosotros, mi familia y yo, hemos tenido que caminar por ese sendero durante tres largos años, hasta llegar a la justicia. Otros no han entrando en él, y probablemente deberían revisar sus conciencias, porque cuando el mundo gira, hay momentos en los que están arriba y otros en los que están abajo, y quién sabe si quienes se vanagloriaban de mi persecución, mañana pueden o no pueden ser los perseguidos.

Yo sólo puedo dar las gracias a la justicia por haber hecho eso, justicia. Darles las gracias también a esos pocos amigos de verdad que durante este largo peregrinar me han apoyado en todo y para todo. Y lo más importante de todo, me gustaría que nadie más tuviese que pasar todo lo que he pasado yo, porque es algo que no se lo deseo ni al mayor de mis enemigos.

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