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Política y deporte, mejor separados

La política y el deporte no deben mezclarse, y Javier Imbroda fue un brillante deportista español antes que político. Su extensa trayectoria deportiva cuenta con un buen número de méritos de los que toda la ciudad debería sentirse orgullosa, y que llevaron a poner su nombre al pabellón más importante de Melilla Hay cuestiones en las que la política no debería inmiscuirse, como la religión o el deporte. En Melilla, por desgracia, no somos ajenos a esa intromisión política, y hemos sido testigos de varios casos en no pocas ocasiones a lo largo de los últimos años. Ahora podríamos asistir a uno más si el Gobierno local sigue la senda que ayer marcó con el anuncio de retirar el nombre de Javier Imbroda Ortiz al principal pabellón deportivo de Melilla para que recupere su nombre primitivo, “Ciudad de Melilla”.
El argumento es que se trata de un “nombre genérico” para la instalación deportiva más importante de la ciudad y que únicamente se busca recuperar el nombre original que tenía. Sin embargo, parecen más bien excusas porque, ¿cuántas y cuántas ciudades hay en todo el mundo donde sus instalaciones, ya sean deportivas, culturales o de otro tipo, llevan el nombre de personalidades de la ciudad que han hecho méritos suficientes para dicho honor?
Y además, no hay que perder de vista otra cuestión, y es que las dos denominaciones que ha tenido el principal polideportivo melillense, “Ciudad de Melilla” primero, y “Javier Imbroda Ortiz” después, prácticamente han permanecido durante el mismo periodo de tiempo, alrededor de diez años, por lo que el nombre original no es que tenga un peso fundamental para justificar una medida que no hace justicia a un deportista melillense del que toda la ciudad debería sentirse orgullosa. Ni tampoco la hace al deporte de Melilla en general, habida cuenta que la propuesta de dar el nombre de Javier Imbroda al pabellón fue impulsada por la Asociación de la Prensa Deportiva de Melilla, que contó con el apoyo de la Federación Melillense de Baloncesto, y no por el Gobierno que había entonces, cuyo presidente era el hermano del ex seleccionador nacional de baloncesto. Dicha asociación aseguró el día que se formalizó este homenaje que al fin se había hecho justicia deportiva ocho años después de haber presentado su petición. Hoy, diez años después, con el posible cambio de nombre, se cometerá una injusticia, posiblemente motivada por la ideología política de Javier Imbroda, que hoy en día forma parte del Gobierno de la Junta de Andalucía.
Pero decíamos que la política y el deporte no deben mezclarse, y Javier Imbroda fue un brillante deportista español antes que político. La extensa trayectoria deportiva de Javier Imbroda cuenta con un buen número de méritos, entre ellos los 17 años que permaneció como entrenador de la Liga ACB de Baloncesto, la mejor liga europea, en la que logró un subcampeonato y otro en la Copa del Rey. También ha sido seleccionador nacional, con la que ha conseguido una medalla de plata y otra de bronce en los Eurobasket de 1999 y 2001, respectivamente, y una medalla de bronce en los Juegos Olímpicos de Barcelona’92.
Sorprende que CpM quiera llevar a cabo esta medida cuando en las últimas legislaturas ha protestado de manera incansable por cómo el anterior Gobierno trató a otro importante deportista melillense, Yusef Abdeselam Kaddur, y no paró hasta conseguir algo que era justo, y es que su ciudad le reconociera estos méritos con la Medalla de Oro. Nadie comprendería ahora que se le arrebatara esa merecidísima distinción por haber formado parte del Gobierno de Melilla, en el que ya no está porque la sentencia del Tribunal Supremo limita esos cargos a los electos.

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