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Conociendo nuestras tradiciones

El Belén: historia y tradición

Orígenes.-
Aunque conocemos cuando empieza a conmemorarse el Nacimiento de Jesús, no es tan fácil señalar el tiempo en el que surge el belenismo.

Se entiende como tal la representación plástica del nacimiento de Jesús por medio de figuras. Belenes, pesebres, nacimientos o portales, son otros de los nombres por los que se conoce.
Hasta el siglo IV, los detalles del feliz suceso se comunican con cierto secreto en las catacumbas, donde los primeros cristianos se reúnen para sus celebraciones.

A partir del siglo XIV los monjes franciscanos difundieron la costumbre de colocar en las iglesias una representación de la escena del nacimiento de Cristo durante las fiestas de Navidad. Poco a poco, la costumbre fue adoptada también por los nobles, que hacían montar un belén en su casa, y más tarde se extendió al resto de la población.

En el siglo XV la tradición belenista ya se había difundido por toda Europa: Italia, España, Francia, Polonia, Austria y algunas regiones de Alemania, y también en toda Latinoamérica.

La fabricación artesanal de figuras para el belén está documentada desde el siglo XV. Existían talleres que realizaban estas imágenes en muchas regiones de Europa. Entre los más conocidos se encontraban los talleres de Nápoles.

San Francisco y los belenes.-
El mérito de los belenes debe atribuirse a San Francisco de Asís, unos tres años antes de su fallecimiento. Había asistido a la celebración de la Natividad en la ciudad de Belén; quedó tan profundamente impresionado por lo que había vivido allí que al regresar a su pueblo quiso celebrar en la ermita de Greccio una fiesta de Navidad que fuera lo más solemne y brillante posible a fin de exaltar la devoción popular hacia esa conmemoración.

Para realizar su propósito, Francisco solicitó autorización al papa Honorio III y, una vez obtenida, hizo instalar un pesebre con paja dentro de una cueva, colocó en él una imagen en piedra del Niño Jesús y puso un buey y un asno vivos junto al mismo.

Desde entonces, la idea se fue extendiendo por toda Europa gracias a los seguidores de la orden franciscana y de las clarisas.

La iconografía que San Francisco de Asís convirtió en un belén
Una curiosa característica de las pinturas naturalistas de la Natividad que fueron realizadas, en el interior de la diversidad de iglesias, a partir del siglo VI, es que en ellas la Virgen suele estar representada como una mujer que está descansando sobre una litera después de haber parido con esfuerzo y dolor, teniendo a su lado a las dos parteras- que el texto apócrifo identificó como Zeloní y Salomé-, lavando al niño recién nacido dentro de un barreño.
Desde el siglo XIV, sin embargo las dos comadronas desaparecieron de la escena y la Virgen dejó de ser una mujer debilitada por el parto para ser representada como una noble matrona, arrodillada unas veces, sentada otra, en actitud de adoración y servicio hacia su divino hijo.

LOS BELENES EN ESPAÑA.-
El Belén es introducido en nuestro país, al igual que ocurriera en otros lugares de Europa, por la orden franciscana en el siglo XV. Primeramente en Cataluña, donde se establece la costumbre del pesebre y posteriormente por Castilla y Andalucía. Solo se representaba el nacimiento del Niño Jesús en el pesebre. Pero a partir de entonces y de forma paulatina, se da a conocer la iconografía completa del belén.

Hasta el siglo XVII, las figuras del pesebre solían ser de trapo, seda, algodón, madera o papel recortado; las elaboradas con arcilla, yeso o porcelana no aparecieron hasta el siglo XVIII y se difundieron desde Nápoles.

En España la costumbre de montar belenes en los hogares ya estaba bien asentada en el siglo XVII. Prueba de ello es que en el inventario de bienes del célebre escritor Lope de Vega se mencionan unas figurillas pertenecientes a su belén.

En el siglo XIX, la nueva tradición de representar el nacimiento de Belén fue extendiéndose rápidamente por parroquias y domicilios particulares para finalmente convertirse en algo habitual en las instituciones públicas, escuelas, corporaciones privadas, fábricas, talleres, etc.

El rey Carlos III.-
Se puede afirmar, que la escenificación del belén, o el arte del belenismo, llegó por primera vez a España en el siglo XVIII, de la mano del rey Carlos III cuando importó esa tradición italiana desde Nápoles.

Encargó a dos artistas valencianos y al imaginero murciano Salzillo, que construyeran figuras con destino a una de las creaciones más queridas: “El belén del príncipe” para su hijo, el futuro Carlos IV. Compuesto por San José, la Virgen María, el Niño Jesús, el buey y el asno-, que aún hoy se conserva en el salón del Columnas del Palacio Real de Madrid.

LA ARTESANÍA BELENISTA
La tradición del belén dio origen, a partir del Renacimiento a distintas escuelas de artesanos especializados en producir las figurillas y arquitectura para estos espectaculares montajes navideños.

La Escuela Napolitana
Surgió en el siglo XV pero vivió su momento de máximo esplendor en el siglo XVIII gracias a la afición por los belenes del rey Carlos VII (quien luego se convertiría en Carlos III de España).

Los napolitanos se caracterizan por sus espectaculares decorados, donde suele haber una zona de ruinas romanas y otra zona urbana con representaciones de viviendas, posadas, etc.

La Escuela Catalana
La tradición belenista se difunde en Cataluña a partir de la segunda mitad del siglo XVIII, con grandes artesanos como Ramón Amadeu, con sus figuras de barro cocido, en las que representaban los rostros de su mujer y de sus hijas. Su estilo sirvió de inspiración a otros belenistas.

La Escuela Murciana
Los belenes murcianos son verdaderas joyas artesanales producidas por escultores que trabajan a mano cada figura. Son siempre de barro cocido y de estilo barroco y a menudo se inspiran en la obra del escultor Francisco Salzillo.

La Escuela Provenzal
Estos belenes (de la región francesa de la Provenza) están muy influenciados por los napolitanos y vivieron su época de máximo esplendor en el siglo XVIII.

BELENES FAMOSOS
Belén de Laguardia (Ávila)
En la Iglesia de Santa María de los Reyes.

Belén de la Florida (Vitoria)
Cada año en el parque de este nombre se instala un belén monumental con más de trescientas figuras de tamaño natural.

Belén del Palacio de Oriente (Madrid)
Conocido como el “Belén del Príncipe” ya que fue encargado por el rey Carlos III para su hijo el que más tarde se convertiría en Carlos IV.

Belén de Cerezales (León)
Se montó por primera vez en 1980 y año tras año, debido a su gran aceptación, ha ido creciendo. En la actualidad cuenta con un gran número de figuras móviles y curiosos efectos especiales.

Belén de arena de la playa de las Canteras (Las Palmas de Gran Canaria)
Es uno de los belenes más curiosos y espectaculares del mundo ya que está esculpido en la arena.

El Tirisiti (Alcoy, Alicante)
Es un montaje teatral con títeres que representa escenas del nacimiento de Jesús.

Museo de Belenes (Alicante)
Creado en 1997, alberga una exposición permanente de figuras y composiciones de belenes no solo españoles, sino también del resto de Europa, así como de África, América y Asia.

Belén del Museo Salzillo (Murcia)
Estas figuras fueron realizadas por el escultor barroco Francisco Salzillo, padre, en el siglo XVIII

Museo de Belenes de Mollina (Málaga)
Esta localidad alberga el mayor museo de belenes del mundo.

BELENES VIVIENTES
El primer belén creado por San Francisco de Asís no presentaba figuras de arcilla o de madera, sino animales de verdad. Era por tanto un belén viviente.

Las representaciones del nacimiento de Jesús mediante personas disfrazadas, animales vivos y decorados existen desde la Edad Media.

En España se conserva esta costumbre en numerosas localidades. A continuación algunos de los más famosos:

Belén de Buitrago de Lozoya (Madrid)
Se representa desde 1988 y entronca con la tradición de la “pastorela”, una antigua danza pastoril castellana que se celebra durante la misa de gallo y está documentada desde el siglo XIII. Tiene como escenario el recinto amurallado de la ciudad.

Belén de Arcos de la Frontera (Cádiz)
Comenzó a representarse en 1971 y puede considerarse como el belén más famoso de Andalucía. Todo el pueblo se transforma en una aldea de la antigua Judea llena de personajes disfrazados.

Belén de Peralta (Navarra)
Cada 28 de diciembre se representa un auto de Navidad frente al pórtico de la Iglesia y después toda la localidad se convierte en un Belén viviente en el que participan más de seiscientas personas.

Belén de los oficios olvidados (Sant Guim de la Plana, Lérida)
Cada año este belén que pone el acento en los oficios tradicionales, con utensilios auténticos típicos de cada oficio rescatados para la ocasión.

Belén de Beas (Huelva)
Probablemente sea uno de los más antiguos de España; se celebra desde 1970. El escenario, las calles del Pueblo, llega a ser de 3.000 metros cuadrados. Su origen tiene que ver con el terremoto que aconteció en 1969.

Los hermanos de la Virgen de los Clarines al ver el estado en el que quedó su ermita decidieron realizar un belén viviente para conseguir fondos y acometer la reconstrucción de la misma.

Belén de Sanlúcar la Mayor (Sevilla)
Está ubicado en el conjunto histórico de la iglesia de San Pedro y sus murallas Almohades. Más de 400 figurantes participan en las diferentes escenas. Las Hermandad del Santo Entierro de Cristo es la encargada de su organización.

ELABORACIÓN DEL BELÉN
El montaje del belén es una escenografía del nacimiento de Jesús mediante el concurso de figuritas de barro, o de otros materiales.

Aunque ha tenido una época de cierto declive, podemos afirmar que poco a poco está recuperando adeptos entre los hogares españoles, con formas más reducidas, en ocasiones menos artísticas y vivas que las de antaño, compartiendo protagonismo con el árbol navideño, símbolo tradicional de la Navidad nórdica.

Cuando el belén era el centro decorativo de la Navidad en los hogares, las familias, después de que todos sus miembros hubiesen contribuido a su montaje, solían inaugurarlo, durante la Nochebuena, reuniéndose todos a su alrededor y cantando villancicos.
Tras haber cumplido con su papel simbólico, el belén se desmontaba el día después de Reyes, aunque no eran pocos quienes seguían dejándolo expuesto hasta el día de la Candelaria (2 de febrero), día de la Presentación del Niño.

Las fechas varían según los países y costumbres, aunque si bien es cierto que habitualmente se instalan el primer domingo de Adviento para quitarlos el domingo siguiente a la Epifanía (día de Reyes) o incluso al día siguiente de esta celebración.

No cabe duda que esta tradición tan arraigada en los hogares cristianos hace que por unos momentos los miembros de la familia dejen a un lado aquellas labores que ocupan su día a día para unirse en el montaje de esta escenografía religiosa.

Cada uno juega su papel: los pequeños de la casa son quienes más disfrutan porque les hace sentirse importantes y parte activa. Y los “menos niños” porque en cierto modo nos lleva a recordar épocas pasadas en las que eran nuestros mayores los que dirigían la elaboración del belén.

En la medida que sea posible, no permitamos que se pierda la tradición del Nacimiento o del Belén en nuestros hogares. De este modo lograremos que no se apague nunca la LUZ DE LA NAVIDAD.

MISA DEL GALLO
Para los católicos de todo Occidente y Latinoamérica, la misa que se oficia a partir de la medianoche de Navidad, conocida popularmente como misa del gallo, es la más entrañable del año.

Esta misa de Nochebuena apareció después del concilio de Éfeso en el año 431.

¿Cuál es el origen del nombre?
La denominación de misa del gallo para la eucaristía de medianoche parte de una antiquísima fábula que afirma, en diferentes versiones, que el primer ser vivo que presenció el nacimiento del niño Jesús, en la cueva de Belén, y lo comunicó al mundo, fue un ave.

En unos casos el afortunado fue un pájaro, en otros relatos, el primer testigo fue un gallo que estaba instalado en lo alto del establo y se ocupó inmediatamente de pregonar- o más bien, cacarear- la buena nueva a los cuatro vientos de la madrugada, comenzando por el buey y el asno, evidentemente, siguiendo por los pastores y sus ovejas, y acabando por la gente que vivía en la región.

Hasta principios del siglo XX, fue habitual que la llegada de la medianoche de Navidad fuese anunciada y remarcada con un canto de gallo que, según los lugares, solía ejecutar un niño situado en el coro, un pastor de entre los asistentes a la misma o un gallo de verdad que se llevaba a la iglesia para este fin. De ahí le viene también, el nombre de misa del gallo a este oficio de medianoche.

Finalizarán estas líneas con el cancionero popular, concretamente con este fragmento de “Buscando en Belén”:

Quien busca en Belén, en Belén encuentra;
quien pide en Belén, siempre le darán,
llamando en Belén la puerta está abierta
para los que buscan la luz de la paz.

¡FELIZ NAVIDAD!

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