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Conociendo nuestro patrimonio histórico

El Sitio de 1774-1775 en la Gazeta de Madrid

Cada 19 de marzo de 1775 en Melilla conmemoramos el levantamiento del sitio al que estuvo sometida la población durante tres meses, desde el 9 de diciembre de 1774 hasta la fecha citada. Un acto en el que se recuerda y rinde homenaje a los heroicos defensores, tanto civiles como militares.

Este año “las circunstancias mandan” y no es posible llevar a cabo esta celebración como se viene haciendo desde hace más de doscientos años, acudiendo al monolito erigido en homenaje y recuerdo a todos los que resistieron heróicamente logrando que Melilla continuase siendo española.

Con estas líneas de recordatorio histórico, la Fundación Melilla Ciudad Monumental se une a esta conmemoración en el 245 Aniversario de tan señalada efemérides.
A continuación se reproduce literalmente lo publicado el martes 4 de abril de 1775 en el suplemento de la Gazeta de Madrid, donde se explica de forma detallada lo acontecido en Melilla:
“Proseguía el Sitio de la Plaza de Melilla con apariencias del mayor teson de parte de los Marroquíes, según los preparativos y movimientos de su tropa y lo vivo de su fuego, contándose ya arrojadas entre bombas y granadas reales 90, quando al amanecer del día 16 de Marzo se advirtió levantaban el Campo marchando acia la punta del Arrecife la Caballería, que formaba uno de los tres círculos en que tenían dividido su Exército.

A las dos de la tarde, después de haberse oido dos descargas generales de fusil, puso el Enemigo bandera de Paz, a que le correspondió la Plaza; y tomadas las justas precauciones, se permitió a un Alcaide llegase a las murallas de ella. Dixo éste, que su Soberano levantaba el Sitio, y que Sidi Hamet Elgazel, embaxador que había sido en la Corte de España quando la conclusión de la Paz, deseaba tratar con el Comandante General; á lo qual respondió D. Juan Sherlok que podía venir. Presentóse Elgazel, acompañado de otros dos principales personages, nó sin extraordinarias y, entre Moros, nunca usadas demostraciones de sumisión y de respeto; pidió permiso para hablar, y obtenido que le hubo expresó, después de un largo preámbulo en que pintó con coloridos de disculpa el proceder de su Soberano,
“Que en los Estados de Marruecos no sería cautivo Vasallo alguno Español durante el Reinado de CARLOS III; que su Príncipe deseaba mantener la amistad con el Monarca Español, y establecer una Paz sólida con libre comercio entre ambas Naciones, y baxo condiciones aun más ventajosas que las del anterior Tratado: que enviaría a Málaga sugeto de toda su confianza para que entrase en negociación, rogando tubiese á bien S.M. diputar otro Comisionado que pasase á Tánger al mismo efecto: que en prueba de sus sinceras intenciones hacía levantar enteramente el Sitio, y aseguraba que mientras permaneciese allí la tropa restante de los círculos ó divisiones que se advertían á la vista, no se haría el menor fuego, ni cometería hostilidad; y últimamente, que pedía al Comandante de la Plaza asistiese a una Tregua, interin se verificaba la Paz”.

D. Juan Sherlok respondió sucinta y militarmente:
“Que no tenía arbitrio para condescender con aquella instancia, ni tampoco le tendría para dexar de disparar a la tropa Mora siempre que ó se pusiese á tiro del cañon de la Plaza, ó prosiguiese en sus trabajos, ó emprendiese ótros nuevos.”
Con esto se retiró Hamet Elgazel y los suyos, ofreciendo enviar al dia siguiente dos Cartas para el Rei nuestro Señor.

El día 17 a la misma hora que el anterior se puso en marcha gran número de Infantes, llevando en su centro el tren de artillería, y se empezó á conducir al Campamento grande del Príncipe Mulei Maimon, que aún se mantenía situado á espaldas del Fuerte de Santiago, los cañones y morteros de las baterías de la Puntilla, Rostrogordo y Cerro-de-la-horca, sin dispararse ni un tiro de fusil, presentándose los Enemigos sin armas en sus trincheras y conteniendo el fuego de nuestra fusilería á los que intentaron salir de ellas, por lo qual se publicó en el Campo un bando pena de la vida no sólo á quien disparase contra la Plaza, sinó tambien al que con qualquier género de armas se acercase á las mismas trincheras. De resultas se advirtió en el resto del día, y en todo el curso de la noche el mas profundo silencio.

Volvió á presentarse el 18 á la una de la tarde Hamet Elgazel con el Alcaide y dos sirvientes, todos sin armas, y entregó al Comandante General, que baxó al rastrillo acompañado del Gobernador de la Plaza, una Carta para el Excmo. Sr. Marques de Grimaldi, significando esperaría en Tánger la respuesta. Repitió quanto anhelaba el Rei su Amo enlazar nuevamente con el Rei nuestro Señor los vínculos de una amistad firme, protestando deseaba aquel Príncipe dar á S.M. completa satisfaccion por la guerra declarada, de la qual se hallaba bien arrepentido, y asegurando no quedaría en el Campo ni aun vestigio leve de ella, pues no solo se llevaría de allí la artillería del Exército, sinó tambien hasta el cañon de hierro con que en otros tiempos solían aquellos Moros fronterizos incomodar a la Plaza, desando enteramente destruidos los ataques que contra ésta se habían formado.

Pero D. Juan Sherlock, a pesar de tan voluntarias ofertas, reiteró la prevención de que mientras S.M. determinaba lo que mas fuese de su Real agrado, procurasen contener a los Moros en los debidos límites, á no querer exponerse al fuego de la Plaza, Elgazel prometió se cumpliría así exactamente, y se retiró dando muestras de alegría.

Inmediatamente despachó D. Juan Sherlock, con relación individual de todo quanto va aquí reducido á compendio, á D. Juan Roca, Sargento Mayor del Regimiento de Infantería de la Princesa; y S.M. se ha servido de conceder a este Oficial grado de Coronel.

No será justo o mitir que el mismo Comandante General ha hecho presente al Rei por medio del Excmo. Sr. Conde de Ricla el singular amor, valor y constancia con que ha sabido cada Soldado de aquella guarnicion, á exemplo de la Oficialidad que ha acreditado admirable ardor y prontitud á sacrificarse por el nombre del Rei y lustre de sus Armas, celebrando aquel General el acierto de los respectivos Comandante de Ingenieros y Artillería D. Juan Caballeros, y D. Vicente Garcini, y distinguiendo mui particularmente el zelo, capacidad y espíritu del Gobernador D. Joseph Carrion, premiado por S.M. con el grado de Brigadier de sus Exércitos.

A todos recomienda D. Juan Sherlock; y aunque su modestia nada le permite decir de sí propio, no puede ella impedir que Oficiales y Soldados aplaudan á una voz su próvida vigilancia, su inalterable serenidad en los varios acaecimientos del Sitio, su talento verdaderamente militar, y, en suma, el conjunto de requisitos que adornan su persona, y que la han hecho acreedora á la especial estimación del Rei, y el grado de Teniente General de los Reales Exércitos, con que S.M. se ha dignado de condecorarla.

Esta gracia y las ya indicadas son las que el Rei ha tenido á bien de declarar por ahora: y habiendo enviado el Excmo. Sr. D. Juan Sherlock el Diario de operaciones, resulta de él que en defensa de la Plaza han tenido la desgracia y la honra de ser muertos, durante el Sitio, 94 hombres, y de ser heridos 574.

La traduccion literal de la Carta que Hamet Elgazel entregó para el Excmo. Sr. Marques de Grimaldi, es la siguiente:
“Al Excmo. Sr. Marques de Grimaldi Primer Secretario de Estado del Rei de España. Me alegro de que V.E. y el Rei su amo gocen salud y prosperidad. Quando recibí la Carta de V.E., la leí, juntamente con ótras al Rei mi amo, que la oyó con gran complacencia por el amor y juicio de que abunda: y al punto mandó levantar el Sitio de Melilla y suspender el fuego, diciendo mil bienes de ese Monarca, y que mientras viva el Rei CARLOS, no consentirá haya esclavo alguno en sus Dominios, por que se declara amigo verdadero de ese Príncipe en paz y en guerra. Sólo está mui sentido de que digan de él que sin motivo ha violado el Tratado de las Paces; y éste ha sido suficiente motivo para que levante el Sitio de Melilla.

Quiere que la discordia que subsiste entre nuestra Corte y la vuestra se decida jurídicamente, dando la razon á quien la tuviese, á cuyo fin pasaré yo a Tánger de parte de mi Soberano para asistir á la conferencia en que los Ministros de ambas Cortes decidan la disputa, con el objeto de que haya paz y buena harmonía entre los dos Reyes, sin perjuicio de sus derechos.

Luego que el Rei mi amo levantó el Sitio de Melilla, pasé a la Plaza, y ví al Gobernador con otros Oficiales que se alegraron de verme, especialmente quando les manifesté la Carta de V.E., y les aseguré que mi príncipe estaba en paz con el suyo, y que ambos eran amigos.

Me pongo en marcha para Tánger, que es el parage mas cercano á España, y allí trataremos con vosotros de esta materia: y en quanto á la embarcación que venía de Cádiz y por el mal tiempo varó en Larache, ya avisé a V.E. como el Rei mi Señor mandó se reparase y se la dexase volver seguramente á su destino con su carga.

Quando se ofrece hablar del Rei, amo de V.E., me resulta singular complacencia de oir las alabanzas que de él hace el mío, efecto sin duda de la buena conducta y prudencia de los discretos Ministros de los Reyes, que deben procurar la felicidad de sus Estados: y quedo, como siempre, íntimo fiel amigo de V.E. Dia 15 del mes de Moharam del año de la Egira 1189 (19 de Marzo de 1775) = Hamet Elgazel.”
El Rei mandó al mismo Ministro respondiese a Hamet Elgazel en los términos que á continuación se copian aquí:
“Mui Señor mio, El Comandante General de la Plaza de Melilla me ha dirigido una Carta de V. de 19 de Marzo, cuyo contenido me ha causado la mayor admiración. Después de contestar V. á otra Carta mia en términos tan equívocos que harían dudoso el asunto de ella, me participa la resolución tomada últimamente por el Rei su amo de suspender toda hostilidad contra la Nación Española, proponiendo al mismo tiempo que se junte en parage correspondiente Comisarios nombrados por ambos Soberanos para ajustar las diferencias que subsisten, y establecer de nuevo la paz.

No ignora V. que en la citada Carta mia bien léjos de hablarse ni remotamente de paz, solo se habló de guerra, reduciéndose, en substancia, su contexto á ratificar quanto por parte de España se había ya dicho en la Declaración de Guerra, sobre cuyo particular aseguré a V. que ésta debía entenderse general, por mar y por tierra; y aunque después, con referencia á la generosidad que el Rei de Marruecos acababa de usar respecto a 11 Cautivos Españoles, expresé también á V. que el Rei mi Soberano trataría siempre con benignidad á los infelices que tuviesen igual suerte en las Costas de sus Dominios, parece que de estas explicaciones nada podía deducirse para la suspensión del Sitio de Melilla, como V. quiere dar á entender.

En este supuesto, y en el de que al Rei mi Amo no se le ocultan los motivos que en el dia podrá tener el de Maruecos para solicitar la reconciliación, paso á declarar a V. que un Monarca tan grande y tan justificado como el Rei de España no emprende jamas guerra con Potencia alguna sin gravísimas causas, quales son su propia gloria y la defensa de sus Vasallos: Que en las actuales desavenencias, el Rei de Marruecos ha sido el agresor, quebrantando un Tratado solemne de paz, sitiando desde luego Plazas Españolas en el territorio de Africa, y anunciando que haría lo mismo con las demás:
Que las razones en que han fundado ahora semejantes procedimientos servirían de fácil pretexto en todo tiempo para repetir las hostilidades, una vez que supone autoriza á ello la Lei de los Musulmanes, sin embargo de que, por otro lado, es notoria la religiosidad con que la Corte Otomana observa sus Tratados con los Príncipes Cristianos:
Que con semejantes antecedentes no volverá S.M. á envainar la Espada sin que preceda la completa satisfacción que exigen el decoro de su Soberanía, y el honor de las armas Españolas; y finalmente que tampoco pudiera jamas el Rei dar oidos á proposición alguna sin que previa y formalmente se estableciesen tales seguridades que dexasen afianzadas para siempre al Dominio Español las estipulaciones sucesivas, precaviendo en términos solemnes toda infraccion, ó interpretación arbitraria.

Por lo que toca á la particular inclinación que el Rei de Marruecos profesa al Rei mi Amo, puedo decir á V. que, no cabiendo rencor entre Soberanos, ha mirado y mirará siempre S.M. con estimacion las prendas que adornan á ese Príncipe Moro.

Agradezco como corresponde las expresiones que debo á la amistad de V. y me repito á su disposición rogando á Dios guarde su vida muchos años. Aranjuez á 31 de Marzo de 1775=B.L.M. de V. su mayor servidor=El Marqués de Grimaldi= Sr. Hamet Elgazel.”
El Gobernador del Presidio del Peón avisa por su parte que aquellos Moros sitiadores pusieron tambien bandera de paz el dia 18 de Marzo por la tarde, y que habiéndoseles correspondido de la Plaza, hicieron substancialmente las mismas protestas que en Melilla, pidiendo la paz, y ofreciendo retirarse del Campo con su artillería, sin que allí subsistiesen yá el dia 21 mas de 30 infieles que guardaban algunos pertrechos militares.

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