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Historia

Melilla Hace 100 años. 1920: Meses de marzo y abril

09-03-1920. Fortísimo temporal de Poniente. El fortísimo viento que nos azota da lugar a los naturales riesgos y dificultades en la navegación
La lancha pesquera “Francisca” salió en la tarde del sábado para Cala Tramontana para dedicarse a sus faenas propias; pero la furia del viento no le permitió doblar el cabo de Tres Forcas.

El domingo por la mañana empezó a circular la noticia de haberse ido a pique la “Francisca” no a muchas millas de esta plaza, creyéndose habían perecido los hombres que la tripulaban.
Estas noticias procedían de los marineros de otra embarcación, que llegó a este puerto, no sin grandes dificultades, informes que confirmó el vigía Peña, quien dio cuenta al Comandante de Marina señor De María.

Indudablemente se trataba de la “Francisca”, cuyos tres tripulantes al mando del patrón Diego León, se encontraban en grande peligro, después de haber sufrido la lancha la rotura de la antena.

El comandante de Marina dio orden de que saliese el bote salvavidas de la Sociedad Salvamento de Náufragos.

También se hizo a la mar el vapor “Gandía” en el cual tomaron plaza los marineros que habían dado cuenta de lo que ocurría, sin que se diese con el paradero de la “Francisca”. No hay que decir que se tuvo por cierta una nueva catástrofe, y a la Marina acudieron las familias de los marineros de la lancha que se creía perdida.

Afortunadamente no había ocurrido ello así, pues ya a la caída de la tarde se recibía un telegrama de Chafarinas dando cuenta de haber llegado la citada embarcación pesquera con todos sus tripulantes, los cuales fueron solícitamente atendidos en aquellas islas según requería su estado. Luego se supo que la “Francisca” había buscado primero refugio en Cala Viñas en vista de la imposibilidad de remontar el Cabo y a la mañana siguiente se puso de nuevo en marcha para regresar a la plaza, siendo arrastrada por el huracán hasta conseguir arribar en Chafarinas.

El pailebot “Gorgonio III”, que era esperado desde hacía varios días en esta rada, procedente de Valencia, cruzó en dirección a la Bocana de Mar Chica, ayudándose del motor de que está provisto.

A las seis de la tarde, entró fondeando, sabiéndose que sorprendido por el temporal tuvo que refugiarse durante varios días en Alicante. Entre otras mercancías trae mil sacos de harina para este comercio.

18-03-1920. Una lancha pesquera zozobra en la costa de Arkemán. Salvamento elogiado.

Una lancha de las que en la costa próxima a Zoco el Arba de Arkemán se dedican a las faenas de la pesca, duramente combatida por el temporal en la mañana del 15, se fue a pique a pesar de los esfuerzos de sus tripulantes. Eran estos los vecinos de dicho poblado José de Cara y Gabriel Martínez Domínguez.

Los infelices, lanzados al agua, a costa de grandes fatigas, lograron llegar a la peña denominada del Burro, que forma peligrosa escollera en la que el mar bate con suma violencia. Su situación era verdaderamente apurada.

Los policías de la mía de Quebdana destacados a las órdenes del teniente Alfaro, acudieron presurosos, por él dirigidos, para prestar auxilio a los náufragos acompañándole varios europeos e indígenas del poblado.

Era dificilísimo llegar al sitio en que los pescadores estaban y solo al cabo de varias horas pasadas en vanos intentos, pudieron ser recogidos por una lancha que se botó al efecto y tripularon voluntarios varios kabileños de los contornos sin querer reparar en el riesgo que corrían ante el deseo de salvar a los desgraciados.

Tan humanitario proceder está siendo muy elogiado, no sólo por lo que en sí significa, sino porque revela la excelente disposición de los indígenas que no pierden ocasión de demostrar su gratitud hacia la obra española, de la que quieren ser dignos con sus actos.

Los náufragos fueron asistidos en el Consultorio indígena a cuyo frente está el capitán médico don domingo García Doctor y socorridos por el teniente comandante de la mía de Quebdana señor Alfaro.

19-03-1920. Naufragio del Laúd “San José”, en Chafarinas. Incomunicada totalmente la plaza de Chafarinas por la reciente rotura de su cable, por correo recibimos hoy la noticia del naufragio en aquellas islas del laúd “San José”, propiedad de los vecinos de esta plaza Juan Manzanares e Isidro Moreno.

El fuerte temporal de poniente ha obligado a refugiarse estos días en Chafarinas a un sinnúmero de embarcaciones menores, que allí encuentran cobijo y toda clase de atenciones, cariño y solicitud por parte de los muy hospitalarios habitantes de aquellas simpáticas islas y muy especialmente por su dignísimo comandante militar don Arsenio de Fuentes, prototipo de jefes ilustrados y bondadosos.

La noche del 15 al 16, la furia del temporal puso en inminente peligro a cuantas embarcaciones se encontraban fondeadas en el puerto de las vecinas islas y ya de madrugada, rompió sus amarras el laúd “San José” y sin poderlo evitar, no obstante los esfuerzos realizados por su patrón Mariano Gómez, fue a estrellarse contra la rompiente de la isla del Rey, donde se perdió totalmente, salvándose su tripulación y siendo oportunamente auxiliado uno de sus marineros, por el valiente destacamento de la Compañía de Mar al mando del sargento don José García Molina y el bravo patrón paisano Oses (a) Currito.

La carga de carbón, paja y leña que conducía el laúd se ha perdido toda. El constante proceder del comandante Fuentes y vecinos de Chafarinas, es digno de mayor encomio y aplauso públicos.

20-03-1920. La fiesta de San José. Dada la extensión del artículo solamente muestro las nominaciones importantes del mismo. Solemnes funciones religiosas. En la iglesia de la Purísima Concepción. En la iglesia del Sagrado Corazón. La “Gota de Leche”, función religiosa y procesión. En la Capilla de la Doctrina Cristiana, primera comunión. En la Capilla de las religiosas del Buen Consejo. En la capilla de San Agustín (Barrio Real).

23-03-1920. "La Lotería. El segundo y un cuarto premio en Melilla". En el sorteo de la Lotería Nacional celebrado el lunes día 22 resultó agraciada nuestra ciudad con el segundo premio en el número 15.107 y con uno de los cuartos en el número 16.155. Ambos números fueron vendidos en la Administración de Lotería nº 2, que regenta doña Teresa Martínez, viuda de Merino.

Los afortunados fueron los siguientes: Srs. Martínez y del Río, comerciantes establecidos en la calle de Chacel. El Sr. Urtiaga. El Sr. Hermosell, dueño de una fábrica de lejía. Los dueños del establecimiento "La Fortuna", situado en la calle de Alfonso XIII. El revendedor impedido, Francisco Avellano, domiciliado en la calle de Castelar. Un obrero, cuyo nombre se ignora.

Los décimos vendidos por el revendedor Avellano, lo fue en pequeñas participaciones, una de ellas de dos reales, a José Vallecillo.

Entre los afortunados figura una señora, llamada doña Concha, que habita en la parte alta de la plaza; un empleado de la Junta de Arbitrios; la portera de una casa cercana a la del revendedor y un anciano barrendero del servicio de la limpieza pública.

El cuarto premio fue vendido a un cartero militar, suponiéndose que habrá sido repartido en las posiciones.

08-04-1920. Plaza y campo. En el vapor correo de se remitieron a la península doscientos cuarenta bultos de pescado. Tanta fue la abundancia de pescado habida ayer, que en los mercados se vendió el kilo de jureles pequeños y bogas al precio de cinco céntimos; los boquerones a diez y la sardina a quince. La capacha de cuarenta kilos de pescado se vendió al precio de cinco pesetas.

18-04-1920. La Jura de Banderas en Melilla. Una acertada disposición ministerial dio pompa al acto de Juramento a la Bandera, que antes se verificaba dentro del cuartel. Con la reforma, la que era tan solo fiesta militar, pasó a ser fiesta del pueblo, en la que todos participan.

Pues bien, otra vez nos ha llegado la ocasión de celebrarla y pocos momentos hace, los reclutas de los cuerpos de este territorio, han pronunciado la fórmula solemne en nuestra incomparable Plaza de España. El pueblo y el Ejército se han mostrado unido en estrecho abrazo, testimonio de la compenetración de sus sentimientos.

Los reclutas se han convertido en soldados y las galas marciales han dado marco adecuado a su juramento, que el vecindario en masa acaba de presenciar, guiado por el llamar vibrante de clarines y cornetas.

En todas partes es grandioso este instante; pero aquí en África, su grandeza aumenta, porque no están todavía lejanos los tiempos en que la pólvora tronó en sus campos y en que la sangre generosa y fecunda se derramó en aras de un ideal de paz y de progreso.

Soldados que, como los de hoy, juraron fidelidad a la Bandera, tuvieron ocasión de recordarlo y de cumplirlo en la línea de fuego, y a fe que supieron responder como buenos a su palabra y comportarse como dignos hijos de España. Por eso la Jura en Melilla reviste de excepcional importancia y por eso también se le da extraordinario realce por el elemento marcial y por el pueblo, que como en parte alguna vive la vida del Ejército.

En muy pocas semanas han adquirido los reclutas la enseñanza necesaria, y los que hace nada desembarcaron ajenos a todo hábito de milicia, no se distinguen ya de los veteranos, gracias al celo, nunca bastante ponderado de sus jefes y oficiales instructores.

Y no se ha atendido tan sólo a enseñar a los bisoños lo puramente militar, sino que ellos han sido educados en su moral, merced a conferencias en las que un día y otro se les hablaba del Deber, palabra mágica, madre de las bellas acciones; de la Bandera, encarnación de la Patria y de la obra magna que el Ejército realiza en tierras del Mogreb. Así se ha forjado su espíritu y cuando hoy una voz ha pedido el juramento en medio del cuadro inmenso, formado por las tropas, y cuando el hierro y la seda en cruz, reclamaban ante el Sacerdote el sello de los labios, eran hombres conscientes los que gritaban con estruendo el “¡¡Sí juramos!!” y los que depositaban un beso que era de amor para la Patria y para el Rey, al que prometen fidelidad inquebrantable.

Al hablar de la Jura, no puede menos de hablarse de la Augusta persona, modelo de Monarcas constitucionales que rige los destinos de nuestra nación haciéndose adorar de su pueblo, que cifra en él esperanzas de engrandecimiento y regeneración.

S.M. Don Alfonso XIII, Jefe Supremo de los Ejércitos de mar y tierra, ha estado en espíritu en este acto de trascendencia inmensa, pues si soldados entusiastas cumplidores del Deber y dispuestos al sacrificio por los santos ideales patrios, no pueden los pueblos, ni engrandecerse, ni siquiera conservar la integridad de su territorio. Por eso los vítores a España se mezclaban con los elevados al Rey, personificación de todas las virtudes ciudadanas.

Hemos asistidos al momento hermoso y hemos sido presa de honda emoción, lo mismo cuando el general Monteverde pedía el Juramento, con la fórmula de ritual, que cuando el General Fernández Silvestre dirigía a los reclutas cálidas y vibrantes palabras, pocas, como la concisión de la oratoria militar demanda; pero ardientes, inflamadas y dirigidas como flechas certeras a millares de corazones palpitantes al unísono.

El acto de la Jura ha revestido este año mayor solemnidad aún que otras veces y nadie ignora que siempre la tuvo y no pequeña, habiendo contribuido a ese relieve la elección de lugar, que ha constituido un verdadero acierto.

Magnífico cuadro el que hemos presenciado. Acompañando a los reclutas en el soberano instante, hemos ido todos y en esa concurrencia han sido elemento principal los niños, los hombres de mañana, que ya en la escuela han aprendido lo que vale esa sagrada tela. “manchada con el polvo de las tumbas, teñida con la sangre de los muertos”. Dada la extensión del artículo solamente muestro las nominaciones importantes del mismo.

Despertar animado. El altar. Formación y revista. Empieza la misa. La Jura de la Bandera. Alocución del General Silvestre. El desfile. Los niños indígenas. La comida del soldado.

20-04-1920. Más detalles de la Jura de Bandera.

Dada la extensión del artículo solamente muestro las nominaciones importantes del mismo.Los niños indígenas. El puesto de honor. Los aviones evolucionan. El acto más simpático. El banquete de los Regulares. Los niños rifeños visitan Melilla.

23-04-1920. Plaza y campo. A causa de una falsa maniobra, naufragaron ayer en Mar Chica dos cárabos moros que conducían cargamento de carbón para la plaza. Las embarcaciones y la carga se perdieron, resultando ilesos los tripulantes.

30-04-1920. El tranvía de Melilla. El Ministro de Fomento debe decretar la rescisión del contrato. Pasan los meses y pasan los años sin que nada se sepa del establecimiento en esta ciudad de la red de tranvías.

El mes de Julio de 1912, se inició el expediente. En Julio de 1916, se adjudicó el tranvía al señor Prendes y en Mayo de 1920, no han comenzado las obras. El señor Prendes tendrá muy buenos propósitos, mas no se manifiestan.

Se trata de un asunto de verdadero interés para Melilla. Ahora parece que el Ministerio de Fomento comienza á tomar estado oficial. El General Fernández Silvestre, desde su llegada, muestra deseo de que Melilla cuente con la red de tranvías.

Bibliografía…. El Telegrama del Rif

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