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La página de Robles

La vuelta al mundo del COVID-19 (XII) A las puertas de otra nueva anormalidad

En 1965, año clave para el turismo en España, y que trajo muchos signos de modernidad para el país, Johnny y Charley Kart crearon la yenka, que fue considerada ese año-por primera vez-canción del verano; poco podían imaginar sus autores, que pasado el tiempo, su pegadizo y simplón baile podría ser relacionado, con otro ámbito que el de la diversión y el ocio. Pero así lo parece la actuación del gobierno de España, que en un contínuo vaivén de informaciones y decisiones en distintos-y a veces contrarios sentidos-, nos tiene a la ciudadanía en ese tenor musical.
Lo ocurrido con los datos de mortalidad, los de contagiosidad, o qué decir los de tests diagnósticos realizados, no se puede considerar de otra forma; mención aparte merece el tema del uso de mascarillas, que ha pasado de no ser recomendable “por la falsa sensación de seguridad”, a ser obligatoria y bajo sanción su no utilización. En este punto, al ministerio le cabe el consuelo de que la O.M.S. le ha acompañado en ese amargo trecho.

Sinceramente, no creo que los miles de fallecidos en esta crisis, sean 27, 43 o más de 50.000, sean responsabilidad exclusiva del gobierno de España, como tampoco lo serían esas supuestas 450.000 vidas salvadas; no obstante, y sin poderse objetivar aún la relación de lo ocurrido con la gestión de la crisis, tengo la convicción de que una parte importante podría haberse evitado, si se hubieran tenido en cuenta los avisos de la O.M.S., o los informes de los propios técnicos del Ministerio de Sanidad-alertando de las graves condiciones de la epidemia que venía-, o simplemente observando lo que estaba ocurriendo en muchos países del mundo, incluso en la cercana Italia.

Porque si se hubieran considerado aquellos avisos en su correcta dirección y acertada medida, se hubieran adoptado las medidas de salud pública necesarias (tanto internas como externas-frente a viajeros internacionales-), se habrían acometido los acopios estratégicos necesarios (de material de protección, de tests diagnósticos, de equipos de emergencia, etc..), se habrían reforzado con el personal necesario los servicios asistenciales, y se habría promulgado-y oportunamente-, la normativa acorde a un país desarrollado con una estructura sociosanitaria fuerte y resistente a las tensiones.

Por el contrario, lo que hizo el Gobierno de España fue negar la urgencia de la crisis, llegando tarde a la compra del material necesario-que no se halló o se pagó mucho más caro-, y reforzando al personal sanitario cuando la crisis ya había explotado; con ello llegaron hechos tan lamentables como que España ocupara los primeros puestos en rankings tan negativos, como el número de infectados, la mortalidad ligada al COVID-19 o la extraordinaria incidencia en sanitarios. Igualmente es de justicia decir, que las medidas tomadas durante el confinamiento y la desescalada, estoy seguro de que han prevenido unas mayores y más graves consecuencias de la epidemia en España.

En resumen, un desastre que se puede sintetizar en datos sanitarios (oficiales, web: cnecovid.isciii.es), como los 245.575 casos confirmados (PCR+), de ellos 40.961 sanitarios-a 10 de mayo-, y los 28.315 muertos-53 sanitarios-; datos no oficiales fijan en más de 51.000 los sanitarios contagiados, de ellos 63 fallecidos.

El otro brazo de la pinza pandémica son los datos socieconómicos, al descenso de un 5,2% del PIB del primer trimestre, le seguirá uno de más del 10-12% para el 2T (España formó parte del top ten de la economía mundial hasta 2009, en 2021 obtendrá el 15º puesto-peor registro desde que se elabora la serie-); con más de 800.000 empleos desaparecidos, el 13,6% de desempleo-no incluye los ERTE-y 3.857.776 desempleados en mayo, más del 25% de empresas están en riesgo grave de quiebra. Y así se podría seguir hasta llenar un libro, en este caso el libro negro de la pandemia en España, con un subtítulo: La recesión económica del COVID19 en España, el abrazo mortal de la pandemia.

Tanto para la mejor y más pronta recuperación de la crisis actual, como para la prevención de situaciones futuras como la pasada, son vitales las medidas que adopte el gobierno; en el plano sanitario se deben de incluir la imprescindible dotación de recursos, que debe tener la condición de reserva estratégica (EPIs, guantes, mascarillas, .. y TESTS), la adecuación de las infraestructuras sanitarias-en número, organización protocolizada y dotación suficiente (personal y tecnológica)-, y el refuerzo de la atención primaria porque será el próximo “primer frente” con los procesos de vías altas. La crisis socioeconómica, según los expertos lo peor está por llegar, se debe de afrontar con medidas realistas, alejadas de dogmas ideológicos que hagan estructural a la España subvencionada, cuando debe de ser un estado coyuntural. Será fundamental el fondo que la U.E. disponga para ello-750.000 millones de euros-, así como su adecuado uso y control, y no quedarnos sólo en “comprar tiempo", como dice Christine Lagarde-directora del BCE-; si no se usa la oportunidad que ese fondo nos va dará, para adaptar la economía de España a la nueva realidad, habrá sido solo prolongar la agonía.

El tiempo, juez imperturbable e inasequible e jnamovible, pondrá el fiel de la balanza en su justo lugar, porque la historia se va a repetir, y el gobierno tendrá una segunda oportunidad-deseemos que no haya tercera-, para demostrar que ha aprendido de los errores, aunque sea solo en su prevención; además, y como estímulo añadido para el gobierno, la ciudadanía en general tiene poca memoria, y juzgará la crisis y sus resultados, según los datos más próximos en el tiempo, salvo en grupos de especial sensibilización como los familiares de los fallecidos o los sanitarios.

Y aquí estamos hoy a las puertas de la llamada “nueva normalidad”-término inapropiado para mí-, porque no es nada normal deber de llevar puesta una mascarilla fuera de casa, o mantenerte al menos a 1,5 metros de otra persona, o que las escuelas tengan reducido su aforo al 50%, etc…; creo que recuperaremos la normalidad, cuando podamos ir sin mascarilla por la calle, o podamos hablar de cerca con otras personas, o no haya limitaciones de aforo en distintos establecimientos o eventos públicos. Es verdad que hoy eso es imposible y además no recomendable, ya que sólo lo será, cuando tengamos controlada la infección mediante un tratamiento efectivo contra el virus y/o una vacuna eficaz; hasta entonces deberemos de vivir en la situación de nueva anormalidad descrita en el Real Decreto-ley 21/2020, de 9 de junio, de medidas urgentes de prevención, contención y coordinación para hacer frente a la crisis sanitaria ocasionada por el COVID-19. El RDL 21/2020 será protagonista principal de mi próxima, y talvez última colaboración sobre este tema.

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