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Polémicas en el Día del Orgullo LGTBI

Ciertamente, que la bandera de la comunidad LGTBI ondee en cualquier parte de Melilla y del mundo entero no debería ser objeto de controversia. Eso es lo deseable. Pero hablamos de instituciones públicas que no son patrimonio de quienes las dirigen y que deben ser las primeras en dar ejemplo en el cumplimiento normativo Mañana se conmemora en todo el mundo el Día del Orgullo LGTBI, un día importante para un colectivo social que, por increíble que parezca, a estas alturas, aún tiene que mantener una lucha activa en la reivindicación de sus derechos que en diversas partes del mundo, directamente, no existen y son objeto de persecución. En España, afortunadamente, se ha avanzado mucho en nuestra historia reciente, pero queda camino por recorrer en pro de la tolerancia y el respeto y el fin del estigma, entre otros retos. Esto es algo que nos recuerdan cada año por estas fechas quienes se dedican a este activismo cuyo símbolo más visible y reconocible es la bandera arcoíris.
Este Día del Orgullo será distinto, pero no solo por la pandemia, que ha imposibilitado la tradicional celebración de cada 28 de junio en las calles desde hace más de medio siglo. Las polémicas también han marcado esta celebración en Melilla, una de ellas, el desafortunado cartel avalado por la Ciudad Autónoma que se exhibió en la principal avenida de la ciudad plagado de errores demasiado evidentes. Fue solo unas horas, justificó la consejera Elena Fernández Treviño, pero lo justo para comprobar que las cosas no se hicieron como se debía, y que es aún más exigible cuando hablamos de toda una institución como la Ciudad Autónoma.
El azar, quizá ayudado por cierta habilidad comunicativa, ha querido que ese error ortográfico al emplear una V en lugar de la B en la palabra prueba se haya aprovechado en beneficio propio, dándole la vuelta a la situación, convirtiendo la V de viral, vida y valentía en un eslogan con mucha fuerza para este Día del Orgullo en Melilla. A ello también contribuyó ayer la Consejería de Cultura colgando la V multicolor en la fachada de su sede, a pesar de que días antes echó balones fuera cuando se colocaron los carteles y no pocos ciudadanos le pidieron explicaciones por el increíble error. Entonces la V no era cosa de Cultura, pero ahora sí le gusta y le da cobijo en el balcón de la antigua Cámara de Comercio. Curioso golpe de timón.
Pero no ha sido la única polémica de este Día del Orgullo LGTBI. En muchos lugares de España, estos días se ha debatido sobre si la bandera arcoíris debe ondear en los edificios públicos. Una reciente sentencia del Tribunal Supremo, de principios de este mes, dice que no. La Sala Tercera, de lo Contencioso-Administrativo, del Tribunal Supremo ha dictado una sentencia en la que fija como doctrina “que no resulta compatible con el marco constitucional y legal vigente, y en particular, con el deber de objetividad y neutralidad de las Administraciones Públicas la utilización, incluso ocasional, de banderas no oficiales en el exterior de los edificios y espacios públicos, aun cuando las mismas no sustituyan, sino que concurran, con la bandera de España y las demás legal o estatutariamente instituidas”.
Dirigentes socialistas se han revuelto en Melilla contra esta sentencia después de que Vox pidiera que se cumpliera cuando la Delegación del Gobierno, por segundo año consecutivo, puso dos banderas arcoíris en su fachada. Ante el incumplimiento, desde el PSOE hablan de interpretaciones jurídicas e incluso se inventan parte de la sentencia, diciendo erróneamente que el Supremo habla solo de banderas anticonstitucionales, para situar esta acción dentro de la ley.
Ciertamente, que la bandera de la comunidad LGTBI ondee en cualquier parte de Melilla y del mundo entero no debería ser objeto de controversia. Eso es lo deseable. Pero hablamos de instituciones públicas que no son patrimonio de quienes las dirigen y que deben ser las primeras en dar ejemplo en el cumplimiento normativo. La Delegación del Gobierno que dirige Sabrina Moh no lo ha demostrado, y menos aún cuando la única bandera no oficial que ha exhibido desde que llegó al cargo hace alrededor de dos años ha sido la del colectivo LGTBI, por lo que otros colectivos que también tienen su propia bandera, y que aún no han tenido acceso a mástiles institucionales, le podrían recriminar, además, un agravio comparativo. Hay que apoyar al colectivo LGTBI, sí, pero no al margen de la ley. Feliz Día del Orgullo.

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