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“Tenía que actuar sí o sí. Era dejar mi vida por ellos”

El policía melillense, Amir Mohamed Salah, en el mismo lugar donde todo sucedió el domingo “en apenas décimas de segundo”

Amir Mohamed Salah, el policía que el domingo salvó la vida a dos niños y a su padre de morir ahogados en la Playa de los Cárabos, no pudo pegar ojo esa noche. Las caras de los dos pequeños hermanos y los gritos de la gente no hacían más que rondarle la cabeza horas después de su heroica intervención para evitar una tragedia. Un acto humanitario, el más impactante en sus 13 años como agente de la Policía Nacional, que ayer se convirtió en noticia nacional y provocó una cascada de felicitaciones en persona y a través de las redes sociales. En declaraciones a MELILLA HOY, y en el mismo lugar donde todo sucedió “en apenas décimas de segundo”, este agente melillense rememoraba el rescate, en el que incluso llegó a pensar que no podría conseguirlo al tener que nadar hacia atrás remolcando al padre y a los dos hijos inconscientes en una zona donde ninguno de los cuatro hacía pie. Ni siquiera él, un joven de cerca de dos metros de altura y complexión fuerte.
Pero pudo más el ímpetu por querer salvarlos, su fortaleza física y, sobre todo, su preparación como policía, logrando que al final todo quedara “en un susto que esperemos que no ocurra más”.

Acción-reacción
Tal y como explicó, todo sucedió “en un momento inesperado”, cuando estaba sentado jugando con sus sobrinos y, de repente, vio a un hombre vestido correr entre las sombrillas y meterse directamente en el agua. Fue entonces cuando vio a los dos niños metidos mar adentro agitando los brazos y las manos.
“Fue acción-reacción. Le dije a mi hermana que cuidara de los sobrinos y salí inmediatamente a la carrera”, recordó en el inicio de su relato. No estaba cerca, precisamente. Y, de hecho, de la velocidad, tropezó con una roca, que le provocó un corte en la palma de su mano izquierda. Pero eso no le detuvo y al final pudo llegar a los niños a la vez que el padre.
El problema es que aquel hombre tampoco sabía nadar y allí ninguno hacía pie, por lo que Amir Mohamed tomó la iniciativa y, tras apartar suavemente al padre con un giro de pierna para que sus nervios no empeoraran la situación, se sumergió para coger al niño, que tendría unos 4 años y ya estaba bajo el agua.
Cuando pudo sacarlo de nuevo a la superficie, lo tumbó sobre su pecho y cogió también a la niña, de 9 años, para evitar que se hundiera. Por último, en idioma tamazight, le dijo al padre que se agarrara a su hombro y empezó a nadar hacia atrás en dirección a la orilla remolcando a los tres, hasta que el agente consiguió, de nuevo, llegar a una zona donde hacía pie.
Según relató, una vez en zona segura, enseguida recibió ayuda de varios ciudadanos que fueron testigos del rescate y le quitaron de los brazos a los niños para que pudieran ser atendidos por los socorristas y una enfermera, que les hicieron las maniobras de reanimación cardiopulmonar (RCP) para reanimarlos.
“Gracias a Dios, pudimos salvar a los niños y al padre y me siento muy orgulloso de esta actuación, de la colaboración de los ciudadanos y por todas las felicitaciones que he recibido”, resumió este joven agente los momentos posteriores a un rescate que ha dado la vuelta al país.

Impactado
Ayer por la mañana, ya de servicio y sin haber podido dormir en toda la noche, Amir Mohamed se mostraba convencido de que el final de la historia podría haber sido muy diferente para esa familia, que tras enterarse de que su rescatador era policía nacional, acudió a la Jefatura Superior para expresar su agradecimiento y felicitación ante sus superiores.
Mientras tanto, este joven agente, en el hospital para que le trataran las heridas leves que sufrió, no pudo evitar llorar por la emoción reviviendo el momento. “Los niños son mi debilidad. Recordaba la cara que tenían… la verdad es que me he quedado un poquito impactado”, admitía.
Amir Mohamed quiso dar las gracias a todos los que ayudaron a poner el broche a este rescate, que, aunque espera que no tenga que volver a enfrentarse a otro, también tiene muy claro que si sucediera de nuevo, reaccionaría igual para intentar ayudar porque forma parte de la ética profesional y los principios básicos de actuación de los que hace gala la Policía Nacional, cuerpo en el que lleva prestando servicio 13 años, los últimos en la frontera de Melilla.
“Es un acto humano, sobre todo. Ser persona ante todo”, apuntó este melillense de 34 años, que ya había protagonizado anteriormente otras actuaciones humanitarias en la península. Por ejemplo, tal y como rememoró ayer, hace unos años, en Benidorm, también rescató a un adulto en la playa. Y en la calle donde vivía, ofreció refugio en su casa a dos señoras que se vieron rodeadas por un enjambre de avispas.
Sin embargo, ninguna de estas dos fue tan impactante ni con tanta repercusión como la del pasado domingo, entre otros motivos, porque había niños en peligro que necesitaban su ayuda. “El deber de socorro es obligatorio, y cuando se trata de niños, tenemos que salir a salvar a quien sea”, dejó claro.
“Tenía que actuar sí o sí. Era dejar mi vida por ellos. Lo he intentado, lo he hecho muy bien y me siento muy orgulloso por eso, porque yo pensaba que no iba a poder con los tres y al final salió bien”, dijo respirando aliviado.

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Redacción

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