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La página de Robles

Los rebotes de la crisis del COVID. 2 La reserva estratégica ante la COVID, ¿aspiración real o quimera ?

El primer caso de COVID en una U.C.I. española, fue detectado el 27 de febrero en el hospital de Torrejón de Ardoz, y el libro “En prímera línea”(Ed. Península) del dr. Gabriel Heras, constituye un testimonio desde aquella U.C.I. de lo ocurrido; lo es de la pesadilla desencadenada por la escasez de recursos, de personal y de conocimientos sobre el virus, pero también lo es de “un ejemplo de la capacidad de superación de los trabajadores sanitarios, ante la imprevisión y falta de humildad de los responsables de gestionar la peor crisis sanitaria de la historia de España.”
Si creemos al ministro Illa, antes del otoño deberá de estar operativa la reserva estratégica de material sanitario esencial, cuya carencia fue la causa de la alta tasa de contagios en personal sanitario-como reconoció el propio ministro-; y también la estrategia nacional de alta tecnología sanitaria, que persigue el autoabastecimiento de España en dicha materia, que fue y aún sigue siéndolo, una cruz en la crisis del COVID-su déficit fue la causa principal de la alta mortalidad acaecida en los hospitales españoles-. Ambas aparecen recogidas en el dictamen de la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del país después de la Covid-19 y forman parte de los cinco pilares de la preparación ante los rebrotes, del Plan de Respuesta Temprana a brotes de Covid-19, elaborado por el Ministerio y que va a aprobar el Consejo Interterritorial de Salud.

La primera la componen no sólo equipos protectores (E.P.I., mascarillas, batas desechables, guantes de nitrilo y otros), sino también medicamentos y tests, mientras que la segunda está ejemplificada por los respiradores y lectores de tests; su duración según Illa debería llegar a los 2 meses, y ambas están siendo elaboradas por el gobierno en colaboración con FENIN, la patronal de la alta tecnología sanitaria española. La participación de las C.C.A.A. es imprescindible, ya que tienen las competencias en la materia, y se apunta al sistema de compras centralizadas del INGESA como modelo a utilizar.

El propio ministerio de sanidad va a realizar también un acopio a nivel nacional cuantificado en el 25% del consumo estatal estimado durante un año, según manifestó el ministro Illa a finales de mayo, y para ello trabajan de forma coordinada Sanidad y Defensa; este ministerio-que en un informe fijaba para octubre y diciembre dos repuntes-, se ve como el compañero idóneo para esta tarea por su programa Balmis y su capacidad logística, y si se fracasa nos puede llevar de nuevo a la etapa negra vivida en la pasada ola epidémica. Este tema ha sido objeto de preguntas parlamentarias por parte de la oposición, y cuando se respondan, podremos saber más sobre el tema.

Entre las conclusiones al respecto, del dictamen de la Comisión para la Reconstrucción Social y Económica del país después de la Covid-19, se fijaron el aumento progresivo del P.I.B. en Sanidad (objetivo el 7%), la creación de un “cluster” para la colaboración entre empresas, centros tecnológicos, hospitalarios y universitarios, orientados al desarrollo de capacidades de ingeniería sanitaria (abriendo también las puertas a la inversión extranjera), un plan de promoción de la industrialización del sector-y de renovación del existente-, y los sistemas de financiación adecuados para el desarrollo del mapa tecnológico nacional y del plan de renovación tecnológica. FENIN ha hecho un positivo balance de las mismas, pero aunque la letra parece adecuada, habrá que esperar la música para ver si el ritmo es el idóneo para la situación tan desesperada que vive España.

Por eso, sólo queda esperar que los gestores públicos, el gobierno, a través del ministerio de industria y de otros entes públicos, tengan la mente lúcida y ágil, para que el uso de los fondos destinados por Europa a la crisis que lleguen a España, tengan las directrices adecuadas para que las normativas de su desarrollo, sean ágiles carriles para deslizar los proyectos-mediante incentivos que lubriquen los mismos-, y no laberintos burocráticos cuando no verdaderos barrancos administrativos, donde se pierdan o encallen los mismos, y lo que es peor, ¡las oportunidades de nuestras empresas y trabajadores!.

En la nueva realidad económica derivada de la pandemia, estas dos líneas de trabajo deben de ser consideradas como oportunidades para la industria española; como lo es también y con carácter general-del cambio de modelo económico de España-, el fondo europeo de recuperación de 750.000 millones de euros destinados a la crisis (inicialmente 500.000 en subvenciones y 250.000 en préstamos). Tanto la reserva de material como la de alta tecnología, son susceptibles de ello, y durante la pasada crisis hubo claros ejemplos, bien de forma directa, bien tras la reconversión necesaria.

Este fin de semana con la reunión del Consejo de Europa-una vez pasado el trámite de la Comisión Europea-, empieza el “juego” en serio, aunque las premuras para el acuerdo son diferentes según desde el estado donde se vea; España necesita que se logre un rápido consenso, aspirando que la mayor parte de los 140.000 millones que se estima va a recibir, lo sean en la forma más favorable (subvenciones, y no préstamos a devolver). Lamentablemente nuestra política social de subvenciones “a la carta” (inspirada por P. Iglesias), y la económica-enorme gasto público y creciendo-, no son buenas tarjetas de presentación ante los socios europeos; en definitiva es una ocasión para que el gobierno de izquierdas demuestre que no sólo sabe ser cigarra, sino también hormiga cuando hace falta, como hizo el gobierno de Rajoy en 2012. Pedro Sánchez tendrá un dilema: la estrategia “coge el dinero y corre"-como sea-ya!, o ser “culo de piedra” para negociar las condiciones más ventajosas, con el retraso que eso conlleva. Habrá que estar muy atentos, porque España se juega mucho, tanto como su futuro a corto y a medio plazo.

Nota.- Los rebrotes ya han llegado a Melilla, y como era previsible-ante la baja prevalencia local del virus-, la mayoría a través de personas procedentes de fuera de ciudad (foráneos o no); ante ello sólo nos queda ser responsables en nuestros comportamientos, sobre todo los sociales y especialmente los jóvenes-si no lo hacen por ellos, que lo hagan por sus abuelos y padres-; si no lo somos, todos, empezaremos a ver en Melilla la situación que ya está ocurriendo en muchos puntos de España.

El problema es de todos, y la responsabilidad de su prevención también.

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