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Carta del Editor

España se enfrenta a un enorme desafío

España, los españoles en general, hemos estado pendientes esta semana de lo que decidía la Unión Europea sobre, especialmente, lo del llamado fondo de reconstrucción para luchar contra la catástrofe del coronavirus. El primer análisis en nuestro periódico, de Francisco Bohórquez, lo pudimos leer el miércoles, con el título -que resume muy bien la situación- de “Las ayudas del fondo de reconstrucción europeo no son suficientes”. Añadía Francisco que, para España, el país que más sufrirá las consecuencias económicas de la pandemia, son buenas noticias. No solo vamos a poder acceder a fondos muy necesarios, sino que -y muy señaladamente, añado- vamos a estar obligados a tomar medidas estructurales -mantener la reforma laboral, reformar el sistema de pensiones, austeridad en el gasto- que serán muy buenas para la economía española. Pero no es suficiente, porque el total de subvenciones para el sector público que recibe España en cuatro años -atención al período de tiempo- no llega a cubrir una quinta parte del déficit de 2020, y también porque España no puede seguir arrastrándose por Europa dependiendo de la caridad de los países de nuestro entorno. En fin, concluye Francisco, “las ayudas serán un pequeño alivio, pero, sin resolver los problemas estructurales de la economía española, no servirán para nada”.

Otros articulistas inciden en lo mismo. “España se enfrenta a un enorme desafío, y convendría que hubiera acuerdos entre Gobierno y oposición, y entre instituciones nacionales y autonómicas, para el buen uso del dinero que viene” (David Jiménez, El Mundo, 23/7). Sin acuerdo PSOE-PP, por mucho que lo pretenda evitar el sectario Pedro Sánchez, será imposible resolver los problemas estructurales de la economía española (lo mismo que sin acuerdo PP-PSOE, por mucho que acuerdo tan urgente pretenda retrasarlo la dubitativa y escapista Gloria Rojas, es y será imposible solucionar los problemas estructurales y vitales que tiene Melilla).
“Sonrojante sancheza” lo de los aplausos y bravos de los subordinados, ministros, a Pedro Sánchez, “como si viniera de las Termópilas”, una batalla en la que, por cierto, el persa Jerjes terminó derrotando al heroico espartano Leónidas. Destacable la unidad en la repulsa pública al vergonzoso acto de los ministros hooligans ovacionando a su divino -según él- jefe. Nociva para los españoles, insultante para los europeos, al dar la sensación de que uno, Sánchez, ha derrotado, goleado, a los otros líderes europeos. Un hecho más, protagonizado por la propaganda monclovita, demostrativo de la absoluta necesidad de sustituir la propaganda, predominante actividad socialcomunista, por la gestión, predominante inactividad de ese tipo de gobiernos. (Una terrorífica mezcla de inactividad y pésimas decisiones es la característica usual de nuestro actual Gobierno melillense).
“Habrá condicionalidad”, escribe el brillante y profundo economista que es Juan Ramon Rallo, quien concluye que Europa ha sobornado a Sánchez e Iglesias para que se guarden el populismo económico en la chistera durante los próximos cuatro años. Tres son las grandes condiciones que Bruselas ha impuesto al Gobierno español: equilibrio presupuestario a largo plazo (austeridad), reforma del sistema de pensiones y preservar/profundizar en la reforma laboral del año 2012. Adiós al “populismo económico”. Pero no porque los populistas no pretendan seguir siendo populistas, sino porque desde la UE no les van a permitir que sigan dilapidando partidista y sectariamente el dinero público. El reciente informe del Instituto de Estudios Económicos (IEE), dicho sea, a título de ejemplo, afirma que subir la presión fiscal al -dice el Gobierno, y dice mal- nivel de la UE “destruiría dos millones de empleos”, a añadir al récord de desempleados que España padece.
“La libertad y -como consecuencia- la capacidad del Estado dependen del equilibrio de poder entre el Estado y la sociedad”. (Acemoğlu y Robinson, “El pasillo estrecho”). La cooperación de la sociedad con el Estado requiere que la gente confíe en poder controlar al Leviatán. Si la sociedad no confía -como es el caso melillense- no hay cooperación, no hay libertad, no hay capacidad del Gobierno, ni, por lo tanto, posibilidad de progreso. La “nueva política” nacional y local, como escribió Francisco Bohórquez ayer, consistirá -si no hay acuerdo entre PSOE y PP- en “machacar a impuestos – y multas- a los pocos trabajadores y/o empresarios que consigan sobrevivir a la crisis”. Y así, ciertamente, “no hay muchos motivos para ser optimistas”, sino todo lo contrario.

Posdata
La Asociación de la Comunidad Musulmana de Melilla, que preside Mohamed Ahmed Moh, “Jimmy” -hermano mal avenido de Mustafa Ahmed Moh, “Aberchán”, presidente de CpM- ha “rogado” al Rey de Marruecos que se reabran los puestos fronterizos y que “permita” el tránsito de personas. Jimmy es muy listo, muy precavido. Utilizar el verbo “rogar” para dirigirse al rey de Marruecos es muy significativo de la mezcla de intereses españoles y marroquíes que tienen muchos habitantes de Melilla.

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