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Petición de 2 años a un argelino por robar el móvil a una residente del CETI

El pasado 3 de enero, sobre las 18:30 de la tarde, se produjo un incidente entre una residente del CETI originaria de Burkina Fasso y otro residente -en situación de expulsión preventiva- de origen argelino cuando este último supuestamente le sustrajo a la joven un móvil tras forcejear con ella. El acusado, que fue reconocido por la víctima al enseñarle los guardias la foto de su ficha de residente, fue “capturado” por un grupo de residentes subsaharianos que salió tras él. La Fiscalía pide para el acusado, quien afirma que todo se trata de una confusión, un total de 2 años de prisión y 900 euros de multa por un delito de robo con violencia y otro de lesiones.

Según la descripción de los hechos realizada por la acusación, a las 18:30h del día 3 de enero de este año, el acusado, de origen argelino y residente en el CETI hasta pocos días antes de los hechos -fue expulsado de manera preventiva por una supuesta agresión a su mujer-, habría sustraído el móvil de otra residente en el CETI, forcejeando con ella para posteriormente salir a la carrera.
Según el testimonio de la víctima, originaria de Burkina Fasso y que requirió de la asistencia de un intérprete de francés, se encontraba a la altura del puente que cruza lleva al puesto de Farhana, en dirección al CETI, cuando este hombre -a quien manifestó “no conocer de nada”- le dio un empujón al pasar. Tras el empujón, aceleró el paso, el hombre la siguió y, unos metros más adelante, cerca de la puerta del Centro, comenzó un breve forcejeo que acabó con la víctima cayendo al suelo y el acusado saliendo a la carrera.
Tras pedir auxilio, un grupo de residentes del CETI (subsaharianos) salieron corriendo tras el supuesto ladrón. La denunciante acudió al puesto de vigilancia del CETI, donde, debido a la descripción física que aportó del individuo, los vigilantes sospecharon del acusado por sus antecedentes y su situación de expulsión preventiva. Debido a estas sospechas, le mostraron a la agraviada una ficha de uso interno con su foto, produciéndose en ese momento la identificación del acusado como autor del robo.
Según el testimonio del vigilante, pasado un rato, “apareció un grupo de subsaharianos que llevaba en volandas al acusado, quién manifestó que lo habían agredido”.
Si bien la víctima no dudó a la hora de señalar al acusado como el autor del delito, la testigo que la acompañaba -una joven originaria de Guinea Conakri que necesitó que la víctima le tradujese de su lengua, el malinké, al francés- no fue capaz de identificarlo.
El acusado, que también necesitó de la asistencia del traductor, mantuvo en todo momento que se había producido una confusión, que él no era el autor de los hechos y que quería volver al CETI. Además, dijo conocer a los verdaderos autores y adujo una discapacidad física en un brazo, por lo que era “incapaz de forcejear para cometer el robo”.
La defensa solicitó la libre absolución del acusado, dado que la prueba de reconocimiento en la que se basa la acusación “fue completamente ilegal” y además no se le encontró el móvil.
El Ministerio Fiscal, por su parte, interesó para el acusado una pena de 2 años de prisión por un delito de robo con violencia y el pago de una multa de tres meses a razón de 10 euros al día (un total de 900 euros) por el delito de lesiones.

Animadversión entre argelinos y subsaharianos

Una de las razones que dio la defensa para explicar por qué su cliente había sido acusado de robar el móvil fue la “conocida” animadversión existente entre los residentes del CETI de origen argelino (habitualmente señalados por el resto de residentes) y los residentes de origen subsahariano. Según el abogado, las tensiones internas entre ambos colectivos habrían propiciado que al acusado se le señalase injustamente desde el primer momento.

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Fernando Lamas Moreno

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