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El candil

Vuelven aquellos mis tiempos

Observando los telediarios enfocando la gran nevada y antes las fuertes marejadas y tempestades, esas que son aquellas de mi niñez y juventud, cuando la naturaleza imperaba como moral acaudillando las cuatro estaciones del año; hoy, mi esperanza es que vuelva aquélla de mis diez años y podamos disfrutar de la sinceridad que nos ha faltado por culpa de tanta polución universal, que lenta e inexorable ha ido invadiendo por importación de otras convertidas, líquidas y evaporadas, trasformando nuestra naturaleza y moral social en beneficio de un subjetivo progreso, el que en realidad ha sido precursor de ambiciones en exceso y corrupciones descaradas rompiendo, no sólo el bienestar general, sino también la familia, incluyendo la de España.
Recuerdo en aquéllos mis años juveniles la regular manera de como se comportaba el tiempo, el invierno era tal que llovía, enfriaba, soplaba, granizaba, nevaba y nadie se arriesgaba a meter la pata tropezando con la naturaleza y luego escurrir el bulto echando la culpa a otros. No, estaba claro, había que ser responsable por naturaleza, porque la vivíamos, la palpábamos, la respirábamos y la respetábamos, no la destrozábamos ni la incendiábamos, lo que era natural se protegía contra toda malicia, hasta había Guardia Forestal patrullando los Parque Nacionales. Y sin ir más lejos, se protegía a la Sociedad en la nocturnidad con el cuerpo de Serenos, y aquí no pasaba nada, no había cabrones sueltos sino en su "corral", ni manadas en desmán y menos aún violadores con derechos. No, cuando era invierno o primavera o verano u otoño, era tal lo que les correspondía, no había "ríos revueltos" ni se cerraban los portales, otros males de hoy eran la cruz, esa que al galgo se le consideraba útil en un tiempo, al toro se le tiraba "flechitas" con un canuto, otra cosa era soltar al bravo toro cuando la plazuela estaba llena de gente, que vi al amigo de mi abuelo Pedro caer golpeado por su testuz al pecho y pisoteado por tal máquina de "tren" a cuatro patas, sin comerlo ni beberlo; en fin que, era más natural y sin picas de por medio. Hoy somos más cultos, más progres e incluso más… ¿listos?. Todo son derechos legislativos, donde en la cárcel ya no "picamos piedra" eso sí, tenemos tele, radio y un teléfono por tiempo ¡ah! Y un abogado que pagan con los impuestos de los agraviados, al menos que se lo pague el interfecto "siempre con el botín amañado" ¿o no? Unos meses al "resguardo" y después a disfrutarlo. Ese es el progreso que esperemos muchos, que la naturaleza erradique el ¡cambio climático!… donde el invierno sea nevada y viento, la brisa primavera, y el sol verano apoteósico dorando las mieses florecidas de los campos de Castilla, el agua y la escarcha manantiales de otoño; como antes en mi juventud, donde los gorriones eran por doquier habitantes masivos, los jilgueros nos daban su nota y las golondrinas nos llenaban con sus nidos adobados a colgar y los vencejos también limpiaban de mosquitos la atmósfera. Hago memoria y me veo yendo al colegio ¡¡sólo!!, sin miedos, jugando con la nieve a pelotazos… Volvería a repetirlo si el tiempo no me marcase dificultades de ágiles movimientos, aunque hoy los tenga para decirles mis opiniones en Melilla Hoy en día. Por eso, sólo por eso, debemos erradicar las poluciones irrigando razón, piensa y vota.

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