El 5 de Junio de 2017, la policía interceptó al acusado, sobre el que pesaba una prohibición de acceso a la ciudad, tras reconocerlo cuando iba de camino a Beni Enzar. El acusado, por miedo a ser expulsado, echó a correr y fue finalmente detenido en un locutorio del Real. Durante su estancia en dependencias policiales, supuestamente amenazó y trató de pegar un cabezazo a los agentes que lo retenían. Él se defiende afirmando que no agredió a los agentes, sino que éstos le pegaron a él, causándole lesiones que quedaron reflejadas en un informe forense. La Fiscalía interesó por el acusado la imposición de una pena de 21 meses de cárcel por un delito de atentado. El 5 de junio de 2017, sobre las once de la mañana, el acusado (un ciudadano marroquí sobre el que pesaba una prohibición de acceso a Melilla) se encontraba en la ciudad, dirigiéndose hacia el puesto fronterizo de Beni Enzar, lugar donde trabajaba.
A la altura de la gasolinera de General Astilleros, fue identificado visualmente por unos agentes de la Policía Nacional que lo conocían y que, llamándole por su nombre, le dijeron que se detuviese. Tras ser interceptado, los agentes comprobaron que no podía acceder a la ciudad, y tras una breve discusión en la que el acusado “suplicó” a los agentes, según su propia declaración, que no lo “echaran”, salió corriendo.
La persecución terminó en la parte baja del barrio del Real, siendo interceptado en el interior de un locutorio -donde se había refugiado- y trasladado a dependencias policiales.
Cabezazo
Según relataron los agentes de policía que intervinieron en la detención del acusado, una vez que éste se encontraba ya en dependencias policiales, comenzó a “ponerse muy nervioso” y a decir “que tenía mujer e hijos en España”, pidiendo que no lo expulsaran.
Según estos mismos agentes, pronto pasó del nerviosismo a los insultos y las amenazas, espetándoles frases como “sois una panda de maricones” o “cuando os pille en Marruecos os voy a rajar el cuello”.
Finalmente, el acusado perdió los papeles, se levantó de la silla en la que estaba y trató de pegar un cabezazo -sin éxito- a uno de los agentes que estaban con él, provocando que tanto este agente como otro compañero se abalanzaran sobre él con ánimo de reducirlo y engrilletarlo, provocándole en el proceso una herida -una brecha en la cabeza, al “golpearse con el suelo”- por la que hubo de ser trasladado al centro de salud.
Abuso de autoridad
La versión del acusado difiere bastante de la presentada por los policías. Según dicha versión, tras ser trasladado a dependencias policiales, una vez sentado a la espera de que se desarrollaran las pesquisas policiales, uno de los agentes se habría dirigido a él diciéndole “te gusta correr, ¿eh?” y posteriormente le habría golpeado con su porra reglamentaria, produciéndole las lesiones por las que hubo de recibir atención médica.
Al ser preguntado por la razón de los policías para imputarle un delito de atentado, el acusado dijo que, tras la agresión, otro de los agentes le recomendó a su compañero -el que le había pegado con la porra- que le “metieran” atentado. El acusado expuso su versión, tratando de mantener su inocencia y afirmando no haber denunciado la agresión por su intención de volver a Marruecos y “olvidar el tema” y por no poder imaginar “que esto iba a llegar tan lejos”.
El Ministerio Fiscal, dado que el acusado cuenta con antecedentes penales computables a efectos de reincidencia, interesó para el acusado una pena de 21 meses de prisión por un delito de atentado. La defensa, por su parte, interesó para su patrocinado la libre absolución, basándose en el informe realizado por el forense acerca de las lesiones presentadas por el acusado -compatibles con las que se podrían causar con una porra reglamentaria- y argumentando que los hechos no se produjeron como narraron los agentes, habiéndose producido un “claro abuso de autoridad” durante la detención.
