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Carta del Editor

Servirse del Estado, en lugar de ser su esclavo

De la pirámide estamental al estado piramidal

Habitualmente tomo notas de las reuniones que voy teniendo, de lo que me llama la atención de lo que voy leyendo, de lo que se me va ocurriendo. Como lo hago en varios lugares diferentes, se me dispersan esas notas entre libros pendientes de leer y carpetas pendientes de archivar. Pero un día, husmeando, redescubro ese pasado y lo comparo con el presente, para dejar abierto el futuro que, como dice mi admirado Joaquín -no confundir con algún otro Joaquín "imbecillis", del latín, que significa el que carece de báculo y, por ello, se tambalea- me refiero a Joaquín Lorente, quien en su libro de ingenioso título, "Piensa, es gratis", define el futuro como el tiempo que nos queda para hacer lo que no habíamos hecho antes, a lo que añade: tener siempre algo pendiente que hacer es vital, porque significa que, además de existir, sigues estando vivo. Habitualmente tomo notas de las reuniones que voy teniendo, de lo que me llama la atención de lo que voy leyendo, de lo que se me va ocurriendo. Como lo hago en varios lugares diferentes, se me dispersan esas notas entre libros pendientes de leer y carpetas pendientes de archivar. Pero un día, husmeando, redescubro ese pasado y lo comparo con el presente, para dejar abierto el futuro que, como dice mi admirado Joaquín -no confundir con algún otro Joaquín "imbecillis", del latín, que significa el que carece de báculo y, por ello, se tambalea- me refiero a Joaquín Lorente, quien en su libro de ingenioso título, "Piensa, es gratis", define el futuro como el tiempo que nos queda para hacer lo que no habíamos hecho antes, a lo que añade: tener siempre algo pendiente que hacer es vital, porque significa que, además de existir, sigues estando vivo.

Así, husmeando y procurando mantenerme vivo, encuentro en mi casa de Madrid unas notas que tomé el 9 de febrero de 2016, dos años atrás, de una reunión que sobre el tema deporte y golf en Melilla mantuvimos los directivos del golf melillense con los del área de deportes de la Ciudad Autónoma, encabezados por el bueno de Antonio Miranda y entre los que se encontraba uno que fuera nombrado director general y que constituyera uno de los mayores y más caros fiascos que en la administración pública local se han cometido. Lo que ahora me interesa destacar de esa reunión es la insistencia del consejero, Nono Miranda, en que las tasas en las instalaciones deportivas municipales (en muchos casos anticuadas, mal hechas, incumplibles y, en más de una ocasión, que no en el golf, incumplidas) estaban destinadas a desaparecer de una vez, sustituidas por la fórmula más flexible y eficaz de precio público. E insistía Nono, además y literalmente : "No me preocupa recaudar más o menos, o nada. La finalidad no es recaudar, sino divulgar el deporte".
¿Qué ha pasado en estos dos años ya transcurridos? Como, por desgracia, es habitual, no ha pasado nada, nada bueno (obviamente). Las tasas siguen como estaban, un monumento a lo absurdo, y lo del precio público duerme el sueño de los injustos. El golf melillense, que ha ahorrado a la CAM más de 100.000 euros anuales desde que yo (sin cobrar ni recibir un solo euro) lo dirijo, y que batió el record nacional de incremento porcentual de federados -el objetivo era y es, aumentar el número de personas que practiquen algún deporte en Melilla, insiste una y otra vez el consejero de Deportes- ha sido, siempre según las palabras pronunciadas en público por el consejero Miranda, el mejor gestionado y administrado de todos los deportes locales. Paradójicamente, es el único que fue acosado, denunciado por razones políticas partidistas arropadas por "imbecillis", y todavía en una situación judicial basada en unas denuncias incalificables y una investigación peor que lamentable comandada por una de las personas que más daño injusto ha hecho a más melillenses y que, además, se permite el lujo de denunciar a los que tanto daño inmerecido y sin fundamento alguno ha causado.

La ralentización de la mastodóntica y ya por naturaleza lenta administración pública local, y con ella, el aire mortecino de la innovación y el desarrollo de nuestra ciudad, son en buena parte consecuencia de esa etapa de locura denunciante e "investigante" que sacudió a Melilla. La política local va por una parte -nada bien definida-, la administración pública local, por otra -no muy activa-, y la lamentable conclusión es que los ciudadanos melillenses continúan sumidos en ese limbo de la falta de expectativas de futuro que pone en grave peligro la propia existencia futura de nuestra ciudad. Si no hay confianza, no hay futuro. Si la política y la administración pública -en mala parte compuesta por enchufados políticos- andan por caminos separados, no hay futuro. Si desde las altas esferas no se cumple lo que, con toda justicia, se acuerda y se compromete cumplir, no hay futuro. Si nos dedicamos a preservar un clima amigable de ineficacia y falta de libertad real, no hay futuro. El futuro pasa por el cambio, y cada día vamos teniendo menos tiempo para cambiar a tiempo
La eficacia no es más administración pública y menos libertad individual. Tuve hace unos días, en Madrid, una agradable comida con un armenio y su mujer, rusa. Hoy son, ambos, arraigados y agradecidos españoles, empresarios con éxito. Siguen opinando que durante la época de la Unión Soviética se vivía bien, tanto en Rusia como en el resto de los países "satélites". Tenían seguridad social y trabajo asegurado, aunque para llegar a los puestos altos era obligatorio afiliarse al único partido que existía, el comunista, y, en cualquiera de los casos, ascendido o no, no podías criticar públicamente ni al partido ni a sus dirigentes. No lo niego, les respondía yo, pero el hecho es que vosotros estáis aquí, un país capitalista, con sus defectos pero con más libertad, en vez de allí. El hecho es que los alemanes del Este huían al Oeste, sin excepción alguna.

En una biografía de Margaret Thatcher escrita por Hugo Young que estoy leyendo, la dama de hierro, en sus primeros pasos en la política ya decía que las propuestas laboristas (los socialistas británicos de entonces, muchos políticos del PP de hoy) parecen muy razonables superficialmente, pero que por debajo eran perniciosas y socavaban la vida y el carácter del pueblo, creaban personas que parecían pájaros enjaulados, "cuentan con seguridad social, tienen comida y no pasan frío, pero ¿de qué sirve todo eso si no tienen la libertad de volar y de vivir su propia vida?", se preguntaba la señora Thatcher, ya en sus primeros pasos políticos. ¿Para qué tantos enchufados en la administración pública local?, pregunto yo.

Ya durante sus primeros cuatro años como líder del Partido Conservador en la oposición, Margaret utilizó dos poderosas armas políticas: una gran pasión a la hora de expresar sus ideales y una insistencia indesmayable sobre su punto de vista: "el derecho del hombre a trabajar, a gastar lo que gana, a tener propiedades, a servirse del Estado en lugar de ser su esclavo, a mantener todo eso, que es la esencia de un país libre, la libertad de la que dependen todas las demás libertades". No está mal, como referencia del posible y deseable futuro político melillense.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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