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Unidad e inclusión contra la desigualdad

La unidad y la inclusión son claves para conseguir la tan ansiada igualdad. Es hora ya de conseguir entre todos erradicar estas injustas diferencias que nos sonrojan como sociedad, y que son impropias de los tiempos que corren Hoy es 8 de marzo y, como todos los años, se conmemora el Día Internacional de la Mujer, una fecha muy simbólica en la que la mayoría de las organizaciones, instituciones y colectivos muestran su compromiso por lograr la igualdad real entre hombres y mujeres. Esta batalla se inició hace bastante tiempo y, aunque se han dado avances en los últimos años, lo cierto es que queda todavía mucho camino por recorrer. Si no fuera así, realmente no sería necesario que las mujeres tuvieran reservado un día mundial en el calendario para pedir que la concienciación social equilibre por fin la balanza para hacer justicia a muchas generaciones de mujeres que han sufrido en sus carnes la desigualdad frente a los hombres por una razón de género.
Hoy en día, a la vez que presumimos de modernidad y pasos de gigantes propios del siglo XXI, tenemos que avergonzarnos de que muchas mujeres, sin ninguna razón objetiva, sigan cobrando menos que sus compañeros varones por realizar el mismo trabajo. Que un mismo producto realizado por sexos distintos no sea valorado en igualdad de condiciones es, sencillamente, un desprecio que debe erradicarse cuanto antes en sociedades como la nuestra. Porque el problema de la desigualdad entre hombres y mujeres no se da en lugares lejanos. Se da aquí mismo y en muchos otros países avanzados que siguen teniendo esta asignatura pendiente y que no es palpable sólo en las nóminas. También se da en la inmensa mayoría de las familias, donde las mujeres siguen tirando del carro compaginando el trabajo con las responsabilidades familiares y domésticas con una nula o escasa ayuda de los hombres.
Por eso la educación en valores basados en la igualdad es vital para que las próximas generaciones vean desde ya el desequilibrio entre hombres y mujeres como un hecho extinguido. Precisamente la educación es una de las claves en las que incide este año el manifiesto institucional aprobado hace unos días por la Asamblea, y esa labor hay que hacerla en las aulas y en las casas, pero para ello todos tenemos que ponernos las pilas y entender que la lucha por la igualdad nos afecta por igual a toda la sociedad.
De todo eso va hoy la huelga feminista convocada, un paro con más de 7 millones de razones, que son las mujeres víctimas de la brecha salarial al cobrar casi 6.000 euros de media menos al año que los hombres. Una desigualdad de salarios por la que las mujeres tienen salarios y cotizaciones a la Seguridad Social más bajos que los hombres, y sufren más desigualdades y pobreza en general. Si la conciliación laboral y familiar es el origen de este problema, como apuntan quienes excusan las dificultades que sufren millones de mujeres trabajadoras, entonces está claro que el tejido empresarial también tiene un enorme grano de arena que aportar en este objetivo de la ansiada igualdad.
La unidad y la inclusión de todos son claves para conseguirlo, porque si cada uno va por su lado, difícilmente conseguiremos la fuerza necesaria para empujar hacia el borde del precipicio las injustas diferencias que tanto sufren hoy por hoy a las mujeres en nuestra sociedad. Es hora ya de conseguir entre todos erradicar esta desigualdad que nos sonroja como sociedad, y que es impropia de los tiempos que corren.

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