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Lucha contra la competencia desleal

Hay que acabar con esa economía sumergida que también es parte del problema que ahoga a nuestra frontera y quienes intentan vivir legalmente de las oportunidades que esta ofrece. Las administraciones tienen las herramientas para conseguirlo La saturación de la frontera es una de las causas principales del problema de los comerciantes, pero hay otro eje importante al que quizá no se le esté prestando la atención que merece, que es la competencia desleal. En Melilla, este problema está enquistado en múltiples sectores económicos. Llevamos años hablando de los taxistas piratas, por no hablar de la venta ambulante ilegal en nuestras calles, algunas de ellas tomadas, literalmente, por puestecillos donde se pueden comprar alimentos a escasos centímetros del suelo, sin ninguna garantía higiénico sanitaria. Los profesionales afectados por quienes les usurpan su actividad profesional sin afrontar las obligaciones administrativas y fiscales que ellos sí deben afrontar llevan demasiado tiempo pidiendo soluciones sin que éstas lleguen, salvo con actuaciones puntuales que no terminan de erradicar totalmente problema.
Recordemos, por ejemplo, en octubre del año pasado, a escasas semanas de la apertura del centro comercial, cómo Policía Nacional y Policía Local se afanaron en desmantelar el mercadillo ambulante de la Vía Francesa, el conocido popularmente como La Yutía, que ha existido prácticamente desde siempre junto al paso fronterizo de Beni Enzar, a pesar de que entorpece el paso peatonal de esa frontera. Además, desde que se están construyendo en la zona nuevas naves industriales, también supone un peligro el trasiego de vendedores ilegales y su clientela en una zona que casi debería estar acotada para evitar accidentes y desgracias personales. Pues bien, aquella actuación, de la que estuvieron dando datos durante algunos días, se quedó en eso, en un parche, porque la venta ilegal sigue, no se le ha puesto fin. Y lo mismo ocurre en el Rastro. La venta ambulante ilegal ha arruinado la actividad del Mercado Central, así como otros mercados de abastos de la ciudad. Hace unos días, la Policía Local intervino una furgoneta con 120 kilos de pescado destinado a distribuirlo a vendedores ilegales, pero esa intervención, aunque importante, es una gota en el océano. Hay que hacer más.
La competencia desleal afecta también, y mucho, al problema de la frontera. Lo apuntaba ayer Ciudadanos, al igual que dos días antes lo había hecho la Confederación de Empresarios en una reunión con los máximos responsables de la Ciudad Autónoma, la Delegación del Gobierno y los cuerpos de seguridad. Hay demasiados almacenes ilegales en los alrededores de los puestos fronterizos, vitales para almacenar la gran cantidad de mercancía que llega al puerto de Melilla para que después los porteadores la pasen sobre sus espaldas al país vecino. Margarita López Almendáriz denunciaba el pasado martes, rodeada de su junta directiva en la Delegación del Gobierno, que había almacenes ilegales que habían sido clausurados y, sin embargo, seguían ejerciendo porque quienes los promueven habían roto los precintos, desafiando a la autoridad para seguir ejerciendo una actividad ilegal. Y lo mismo ocurre con los transportistas sin licencias que llevan mercancías al paso de Barrio Chino para el porteo.
Hay que acabar con la competencia desleal. Ayer, el delegado del Gobierno informaba de ocho actuaciones contra estos almacenes ilegales, en los que han sido detectados 36 trabajadores que estaban siendo explotados al carecer de contrato y documentación. Es necesario seguir en esa línea para acabar con esa economía sumergida que también es parte del problema que ahoga a nuestra frontera y quienes intentan vivir legalmente de las oportunidades que esta ofrece. Esas administraciones tienen las herramientas para conseguirlo y es hora ya de empezar a utilizarlas para poner fin de una vez por todas a esa ilegalidad consentida hasta ahora.

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