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Historia

Una mirada al pasado La Semana Santa de 1918

Al fondo, la Iglesia del Sagrado Corazón a comienzos del siblo XX

Miserere
Ten piedad de mí ¡Oh Dios!, conforme a tu misericordia
conforme a la multitud de tus piedades
borra mis rebeliones.

Lávame más y más de mi maldad,
Y límpiame de mi pecado.

Porque yo reconozco mis rebeliones,
Y mi pecado está siempre delante de mí.
A ti, a ti solo he pecado,
Y he hecho lo malo delante de tus ojos
Porque seas reconocido justo en tu palabra,
Y tenido por puro en tu juicio.

He aquí, en maldad he sido formado,
Y en pecado me concibió mi madre.

He aquí, tú amas la verdad en lo íntimo.

Y en lo secreto me has hecho comprender sabiduría.

Purifícame con hisopo, y será limpio.

Lávame, y seré emblanquecido más que la nieve.

Hazme oir gozo y alegría,
y se recrearán los huesos que has abatido.

Esconde tu rostro de mis pecados,
y borra todas mis maldades.

Crea en mí, ¡Oh Dios!, un corazón limpio,
y renueva un espíritu recto dentro de mí.

No me eches de delante de ti,
y no quites de mi tu santo espíritu.

Vuélveme el gozo de tu salud,
y el espíritu libre me sustente.

Enseñaré a los prevaricadores tus caminos,
y los pecadores se convertirán a ti.

Líbrame de homicidios, ¡Oh Dios!, Dios de mi salud,
cantará mi lengua tu justicia.

Señor, abre mis labios,
y publicará mi boca tu alabanza.

Porque no quieres tú sacrificio, que yo daría,
no quieres holocausto.

Los sacrificios de Dios son el espíritu quebrantado,
al corazón contrito y humillado
no despreciarás tú, ¡Oh Dios!.

Haz bien con tu benevolencia a Sión,
Edifica los muros de Jerusalen.

Entonces te agradarán los sacrificios de justicia,
el holocausto u ofrenda del todo quemada,
entonces ofrecerán sobre tu altar becerros.

Composición creada por Gregorio Allegri en el siglo XVII durante el pontificado del papa Urbano VIII. Es la musicalización del salmo 51 del Antiguo Testamento. Se compuso para ser cantado en la capilla Sixtina durante los maitines de los miércoles y viernes de Semana Santa.

Transcurridos cien años y siempre gracias a la labor de quienes durante tantos años trabajaron en nuestro valioso y añorado periódico El Telegrama del Rif, tenemos la oportunidad de conocercomo fueron otras Semanas de Pasión en Melilla.

En el año que nos ocupa, justamente transcurrido un siglo, observamos que no salían a la calle los pasos procesionales. La mayor parte de los actos ocurrían dentro de las iglesias de las parroquias y capillas. Pocas entonces, como se podrá observar, pero con gran fervor religioso.

A continuación estimado lector, te brindo la oportunidad de leer un fragmento de lo publicado en aquel mes de marzo de 1918 que casi coincidió la Semana Santa en los mismos días que en este 2018. Hay también una breve referencia a los cultos celebrados en la vecina ciudad de Nador.

Jueves 28 de Marzo de 1918

MISERERE

Entramos en un período de meditación. La religión nos impone, en este tiempo, un paréntesis de recogimiento espiritual y de penitencia. Aunque así no fuera, voluntariamente debiéramos consagrar unos días, unas horas o siquiera unos minutos a mirarnos por dentro y a echar la vista sobre la vida para escrutarla serenamente. También debemos pensar en la muerte. Morire habemus. Sólo así se puede templar reciamente el espíritu para que goce de los encantos de la vida con toda plenitud y para que goce de los encantos de la vida con toda su plenitud y para que no tema a la muerte con ese sobresalto íntimo que suele llenar de dolor y de cobardía toda una existencia. La incertidumbre de "Hamlet" frente al misterio de ultratumba sólo hace presa en aquellas almas que han perdido la fe. En cambio produce una fortaleza inquebrantable la visión del dolor que se deja y de la paz que se espera, como surgen a través de las páginas tristes pero al mismo tiempo consoladoras del Kempis.

Pasamos por la vida como arrebatados en las alas de un sueño. Nos alienta una perpetua esperanza y una prodigiosa ilusión. Cuando las realidades humanas nos apremian, hacemos por escapar rápidamente a su garra trágica que pretende hacer girones nuestros sueños. Y, sin embargo, a poco que meditemos, habíamos de comprender que todo esto que se llama joie de vibre no es más que engaño, aturdimiento de mariposa loca que gira en torno de la luz, deslumbrada por el resplandor fementido. La única gran verdad es la de la muerte. En la vida es efímero y pasa hasta el amor que creíamos divino y que soñamos eterno. También el amor no es más que una fugaz y una falaz ilusión. Los afanes, las ambiciones, las vanidades, la riqueza, la gloria, ilusiones engañosas son, como es falso el engañoso espejismo de la vida. ¿La hermosura? Cosa pasajera, como el heno a la mañana, verde; seco a la tarde.¿El talento? Resplandor de unos años, que la edad agota y apaga para siempre. ¡Lacrima verum!
Si acostumbráramos mirarnos por dentro veríamos cómo cada día se derrumba dentro de nosotros una ilusión, se deshoja un cariño. Como decía "Fígaro", nuestro corazón es un cementerio. Comprenderíamos entonces, en ese escudriñar interior, que es inútil es esfuerzo humano, que cuantas maravillas se crean para hacer menos penosa la existencia de los hombres, no resolverán nunca el grande problema. Al término de todo, cerca o distante, no se alcanza a ver más que la muerte. Y ¿por qué ha de asustar esa fatalidad a que estamos condenados? Los que tienen una gran fe la afrontan con resolución y hasta con alegría, aunque esto último parezca una inexplicable paradoja. La busca el mártir religioso, que hace el holocausto de la vida a la confesión de una creencia; la busca el héroes, para quien el sacrificio por la patria es la mayor ventura; la busca, también el desesperado para quien el reposo del sepulcro es una liberación de todas las penas. Sin duda los ascetas han sido los seres más felices, al creer que era más grato morir que vivir.

Pensando en la muerte, con la esperanza de otra vida mejor, pasaban por este mundo viviendo sólo con el espíritu, sombras errantes, peregrinos en viaje, que si de la vida no gustaron los esplendores tampoco sintieron vivamente todas sus miserias. No hay peor cosa que abandonarse a la molicie de la existencia, ahogando la conciencia, apagando la reflexión y hasta oscureciendo la memoria. El despertar de pronto a la realidad es más penoso.

Hemos llegado a hacer de la vida una cosa complicada, de una parte, y de otra frívola. La civilización ha ido tegiendo ese artificio de placeres y esplendores, que no son más que un vano castillo de naipes. Y, repentinamente, una guerra, una peste, un terremoto, nos advierte que nada puede impedir que "la intrusa" llegue con su guadaña segadora y de todos los ámbitos de la tierra salen voces angustiosas clamando el eterno ¡Misere!.

Ese es el único grito humano. Nace con nosotros y rudo resuena en nuestro interior en las horas de soledad y de abatimiento, cuando cerrando los oídos al "mundanal ruido" dejamos que el alma busque otros horizontes, los horizontes suyos, que son infinitos.
"Polvos somos y en polvo nos hemos de convertir". Es la gran verdad humana, la más segura realidad de la vida. Todo lo demás es simple ilusión, el vano ensueño en que, como en una embriaguez que fatalmente a de acabar, vamos dejando deslizar los días y los años hasta llegar a la muerte. En ella acaba todo, amores, egoísmos, vanidades, oropeles, con que nos engañamos a nosotros mismos.
Misereres…
Ángel Guerra

29 de marzo de 1918

La Semana Santa
Jueves Santo
En las calles

Amaneció el día espléndido y bonancible contribuyendo a que la animación fuese extraordinaria. El sol lució en todo instante aumentando los encantos que ofrecían las calles que bellísimas mujeres tocadas con la clásica mantilla hacían ostentación de su belleza españolísima. La animación no decayó un instante hasta las primeras horas de la noche. Las iglesias se vieron en todo momento concurridísimas buena prueba de la fe religiosa de Melilla y sus habitantes.

En la Iglesia Parroquial
Los oficios del día dieron comienzo a las nueve con gran solemnidad. Ofició el vicario señor Acosta asistido por los sacerdotes don Francisco Sánchez Osuna y don Francisco Ontiveros.

Finalizada la misa, a la que asistieron numerosos fieles, tuvo lugar la procesión que recorrió los ámbitos del templo que estaba decorado con paños rojos y gran profusión de luces.

La ceremonia del Lavatorio tuvo lugar por la parte, lavando los pies a doce pobres el vicario señor Acosta.

A las seis cantáronse los maitines y a las siete el señor vicario pronunció el sermón de pasión no cesando un momento la concurrencia de fieles. Las mesas petitorias estuvieron a cargo de las señoras asociadas del Sagrado Corazón.

En la Capilla de los Hermanos
Con numerosa asistencia de fieles celebráronse los oficios propios del día. El monumento adornado con luces y flores fue durante todo el día visitadísimo.

Las mesas petitorias estuvieron a cargo de doña Juana Sánchez viuda de García, doña Encarnación Gutiérrez viuda de Sanz, señoras de Quilez, Arnaldo, Casasnovas, Beamud, Espejo, Robles, Gavira, Bariba, Jubes, Calderón, García Cantorné, Cuento, Laraña, Peña, Fernández Hidalgo, Pallarés, Ruiz, Cansino, Blanco, Lario, Altamira, Mateo, Gómez, Sáez, Villalón, Miró, Sancho Miñano y viuda de Lastra.

En la Capilla del Buen Consejo
Visitadísima durante todo el día se vió esta linda capilla. El monumento con profusión de luces y flores había sido adornado con mucho gusto por las virtuosas hermanas, y la concurrencia fue en algunos momentos tan grande que el sagrado recinto resultaba insuficiente. En las mesas petitorias vimos a las señoras de Aizpuru, Guerrero, Huelin, León, Merino, Maroto, Cala, Revilla, García, Ramírez, Escudero, Fontecha, Pérez Roldán, Peña, Pomes, García Cantorné y Fenech y señoritas de Salas, Verdú, Espinosa, Riquelme, Pérez, Fernández, Baena, Casaña, Angosto, Cerezo, Astilleros y Puertas.

En la capilla de San Agustín
El pequeño templo del barrio Real se vió muy visitado durante todo el día. El monumento había sido adornado con mucho gusto por el coadjutor Marín Pinazo.

Visitando los Sagrarios
A las cuatro de la tarde, como estaba anunciado y con objeto de visitar los Sagrarios salió de la Comandancia General el general Aizpuru, acompañado del general Monteverde, coronel jefe de Estado Mayor señor Fernández Heredia, y ayudantes comandante señor García Cantorné,capitán señor Galán y primer teniente Sr. Collazo.

En la puerta de la Capilla de los Hermanos de la Doctrina Cristiana, se unieron a SS.EE. Los primeros jefes de todos los Cuerpos y unidades, que se encuentran en la plaza, y las comisiones de los mismos, compuestas de un jefe, un capitán y un subalterno.

Las fuerzas de la guarnición, visitaron también los Sagrarios, por este orden:
Regimientos de San Fernando, Ceriñola, Melilla, África, Brigada Disciplinaria, regimiento de Alcántara, Comandancia de Intendencia, Compañía de Sanidad Militar y Compañía de Mar.

A pesar de la extraordinaria concurrencia de los fieles a los templos, no se registró incidente alguno desagradable.

Viernes Santo

En las calles
Hubo menor animación que el día anterior debido sin duda a la triste solemnidad del día y a lo desapacible de la temperatura. Sin embargo viéronse por las calles, especialmente por la mañana gran número de fieles que se dirigían a los oficios de las distintas iglesias.

Los cultos
Con la misma solemnidad que el jueves tuvieron lugar los oficios y la procesión claustral del Santísimo. Por la noche tuvo lugar el Sermón de la Soledad que pronunció el vicario señor Acosta, viéndose el templo muy concurrido.

En las capillas de los Hermanos de la Doctrina Cristiana y en la del Buen Consejo, así como en la de San Agustín celebráronse con gran concurrencia los oficios, por la mañana. A las seis celebróse el "Vía Crucis" con gran asistencia de fieles.

En Nador
Los cultos en la Iglesia del vecino poblado adquirieron el jueves y viernes gran brillantez, a la que ha contribuído no podo el párroco padre Rosendo.

A la misa, oficios y procesiones del Santísimo concurrieron todo el elemento oficial de Nador, y gran parte del vecindario.

El artístico monumento, se hallaba profusamente alumbrado.

Para hoy y mañana
Los cultos en la iglesia parroquial serán los siguientes: Sábado Santo.- Oficios y bendición de Pila a las ocho.

A las seis de la tarde se cantará el "Regina Celi", ante el altar de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

Domingo de Resurrección.- Misa solemne, con exposición, a las ocho y media.

Hasta aquí esta breve reseña de lo que fue la Semana Santa de 1918. Invito al Pueblo de Melilla a vivir estos días con la religiosidad que merecen. Participar en cuantos actos puedan. Acompañar a nuestras Cofradías en sus salidas procesionales por calles y plazas.

Impregnémonos del olor a incienso, alumbrémonos con las tenues luces de cirios y velas. Que el silencio, roto por los acordes musicales de las bandas o las saetas que brotan de gargantas devotas, nos envuelva para alcanzar el ambiente propicio que necesitamos. Pero sobre todo cada uno en su interior, en lo más profundo de su ser rememore la muerte y resurrección de Jesús. ¡Esperanza, Luz y Vida!

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