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COLUMNA SANITARIA

¡Cómo me duele esto!

Desde los comienzos de la evolución de nuestra especie, el dolor ha sido uno de sus azotes más graves. Es probable que el dolor sea más viejo de lo que pensamos, porque quizá sea parte inherente de todas las formas de vida dotadas de consciencia.
En innumerables razas y culturas al dolor se le tiene como un dios malévolo.
En las tablillas de arcilla de Babilonia, en los papiros de la época de los constructores de las Pirámides, en pergaminos persas, en las inscripciones de las ruinas de Micenas o en los rollos de pergaminos de Troya se encuentran oraciones, exorcismos y encantamientos que dan testimonio de la enorme frecuencia y el agobio sin fin del dolor.
En el Antiguo Testamento, en el primer libro del Pentateuco que es el Génesis, Dios le dice a Eva, después de haberle desobedecido, «Parirás a tus hijos con dolor».
Incluso el saber popular lo ha incluido en su repertorio de dichos y sentencias y como ejemplo valgan estos dos:
-Eres más malo que un dolor (Referido a niños traviesos o a adultos indeseables)
-Mardoló te dé (En el más puro lenguaje andalú)
¿Pero qué es el Dolor y cómo lo definiríamos?
El dolor no es una enfermedad. Es un síntoma de alarma que nos alerta que algo pasa en una parte de nuestro organismo y es una sensación subjetiva, sensorial y emocional que experimentan los seres vivos que tienen SNC (Sistema Nervioso Central)
Puede ser Agudo o Crónico, Generalizado o Localizado
«El Dolor no purifica, humilla y envilece y no tiene compasión de aquel que lo sufre».
Es un signo manejable cuando es agudo y pasajero, por ejemplo en el Cólico Nefrítico sin enclavamiento de la piedra. Por el contrario, requiere tratamiento especializado en una Unidad del Dolor cuando es agudo y crónico, por ejemplo el dolor óseo, por metástasis, en enfermos afectos de algunos tipos de Cáncer.
El Dolor siempre se suele acompañar de otros síntomas tanto físicos como psíquicos tales como palidez y sudoración fría de piel, vómitos reflejos, diarrea en ocasiones, llanto, desesperación, alteraciones del humor y del sueño, depresión, desesperanza, temor e incluso se han dado casos de suicidio (Recordemos, antaño, las crisis lacerantes y explosivas de las Neuralgias del Trigémino)
Hoy día el Tratamiento es muy eficaz basado en FÁRMACOS ( Analgésicos, Antiinflamatorios, Opiáceos), Medios FÍSICOS, PSICOLÓGICOS y en casos severos la Combinación de uno o varios de ellos.

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