La Sentencia, primera estación de Pasión de Cristo, Nuestro Padre Jesús ante Pilatos, de la cofradía del Nazareno. Representa el juicio a Jesús, cuantas burlas y mentiras. Pilatos no encontró culpa en Él. Pero quien era Jesús, un pobre hombre de Galilea, tal vez un loco, un idealista, un hombre que proviene de una pequeña aldea, Nazaret. Maniatado, en el momento en que se publica su sentencia, en presencia de Pilatos, sentado en su trono, dubitativo y cobarde, y un esclavo que le ofrece la palangana en la que se lava las manos, cuando condena a Jesús a muerte y muerte de cruz.
La mujer de Pilatos, Claudia Prócula, pretendía influir en la decisión fatal de su esposo, fue la única defensora en el juicio de Jesús. Le mandó decir: «No te metas con este justo, porque esta noche he tenido pesadillas horribles por su causa». Sin embargo, Pilatos actúa en contra de sus indicaciones, y cobardemente, se lava las manos, en prueba de exculparse de aquella muerte, y entrega a Jesús para ser crucificado. El débil cruje ante la injusticia. Jesús, inocente condenado injustamente por las autoridades de este mundo, queda sólo, rechazado y abandonado. El pueblo que tanto lo aclamaba, ahora pide su muerte. ¿Dónde están los seguidores de Jesús? No están en el proceso, no defienden al inocente. Están escondidos.
Bajo un perfecto orden y silencio, el paso será llevado por costaleros, cuadrillas de hombres y mujeres al son de marchas sevillanas…. ¡Qué injusta condena!
