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EL ALMINAR

Los niños danzantes del Parque Lobera

En julio de 1927, la Junta Municipal de Melilla inició la delimitación del terrenos de la antigua meseta de Ataque Seco, para la creación de un parque forestal. En aquel momento era una loma pelada de terreno duro y raso. Las necesidades de la defensa de Melilla exigían que no hubiese vegetación alguno en su entorno, ningún lugar en el que poder ocultarse. Los 44.000 m² de terreno habían sido cedidos por una Real Orden del Ministerio de la Guerra en noviembre de 1926 para ese fin.
En 1928 existían en la loma 299 barracas que daban paupérrimo alojamiento a más de 1200 personas, y que precisaban ser demolidas para poder dar forma y existencia al nuevo parque, al abrigo del viento de levante, que tantos estragos había causado a la ciudad. Al iniciarse el desmonte y obras de acondicionamiento aparecieron vestigios de «un cementerio romano», igual que el de las faldas del cerro de San Lorenzo.
En junio de 1930 El Telegrama del Rif ya da cuenta de la existencia del parque Gómez Jordana, amplio y frondoso, en donde anteriormente estuvieron situadas las barracas y «la posada moruna», e inaugurado en meses anteriores. Por tanto , la datación del parque es de 1930. Casi la mitad de ese parque desapareció con la edificación del Auditorium Carvajal, así como otros vestigios históricos y probablemente el cementerio de la ciudad. en fotografías de la década de 1950 aparece mucho más frondoso que en la actualidad
Destrucción de una de las esculturas de Rafael Picazo
Da cierto reparo escribir sobre este parque, porque llamar la atención sobre él equivale a estimular las ansias reformadoras del Gobierno Local. En la pasada legislatura prometieron una transformación integral, con la instalación de una nueva fuente de «mil colores», que afortunadamente no se realizó. La reforma de la plaza central, con la fuente y un chiringuito se realizó bajo el mandato del regidor Velázquez, primer Presidente de Melilla. En aquella época, las esculturas de niños ya tuvieron que ser rehabilitadas.
En El Alminar solo aspiramos que lo mantengan y conserven en su fisonomía actual, en el que se afanan a diario el equipo de jardineros del Parque. Lo más llamativo de este parque siempre ha sido la cascada, y las esculturas de los niños elaboradas por el artista Rafael Picazo. Siempre he pensado que la inspiración proviene de la fuente de los niños danzantes de Stalingrado, a la que se asemejan mucho.
El viernes pasado, una de las estatuas aparecía rota y volcada sobre el suelo. Cualquier rincón de la ciudad ya está bajo la actividad de los vándalos y los malandros. Las dificultades para la conservación de cualquier lugar de la ciudad ya son muchas. Es más lo que se destruye o deteriora que lo que se hace o inaugura. Esto es un signo claro de que estamos en un proceso de entropía.

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