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Melilla se echa a la calle para sacar en procesión al santísimo Cristo Yacente

Salida del trono del Santo Entierro
(Autor: Guerrero)

La Cofradía del Nazareno, la más antigua de Melilla, vivió el viernes su día grande, después del hermoso Lunes Santo y el pletórico Miércoles Santo. A las diez menos cuarto de la noche y desde la Plaza de Toros, iniciaban su estación de penitencia el Cristo del Socorro, el Santo Entierro y María Santísima de los Dolores en su Soledad. Las calles rebosaban sorprendentemente de ciudadanos que acudían a arropar con su presencia y oraciones su Semana Santa en el tramo más triste y difícil, acompañando al Cristo de las buganvillas, al Santo Entierro y a la Dolorosa en su peregrinar resignado. El público congregado en la Plaza Velázquez dedicó un sonoro aplauso a los esforzados portadores, en especial en la difícil maniobra de sacar entre las verjas del recinto el monumental trono del Cristo Yacente.

Los hombres y mujeres de trono, en un esfuerzo titánico, sujetan los varales como si la vida les fuera en ello, orgullosos porque su Cofradía cumplirá un año más con su estación de penitencia, la oficial del Viernes Santo que viste de gala, más si cabe, las calles de Melilla.

Entre los portadores, chicos y numerosas chicas jóvenes que respondieron con creces al llamamiento realizado por parte de la Cofradía, pidiendo la ayuda de los melillenses para poder cumplir con su estación de penitencia.

Cristo del Socorro
El Cristo del Socorro, el de la buganvillas, portado por cuarenta jóvenes costaleras, abrió el camino. La imagen fue tallada en el siglo XIX, en 1819, por un oficial de la guarnición de Melilla sobre un tronco de leña destinado a los hornos de pan de la plaza, y entró a sustituir al Cristo de la Vera Cruz en las procesiones, aquel que llegó con Pedro de Estopiñán. El crucificado conserva los ojos y la boca entreabiertas porque acaba de expirar, con lo que se van cumpliendo los pasos que llevarán a la resurrección del Hijo del Hombre.

El pequeño Cristo del Socorro vuelve a recorrer las calles de su Melilla, como lo hizo tantas veces antes, como aquella vez en la que estando la ciudad sitiada por el sultán de Marruecos, su sombra recortada en las murallas de la ciudad vieja hizo posible que aquellos que llegaban de la Península con víveres, supieran que la plaza seguía siendo española y llevaran su mercancía y auxilio a tierra.
'El chiquito', el cristo de Melilla va sobre el trono que se compró para el 350 aniversario del Nazareno. Lo llevan 40 mujeres jóvenes, mujeres melillenses que vienen a demostrar que ellas vienen ocupando un lugar, de igual a igual, como sus compañeros dentro de las cofradías. En recuerdo del niño Miguel Ángel Norvaldo Picallo, alumno del Buen Consejo que falleció de cáncer a los 10 años en febrero de 2008, el Cristo del Socorro luce, desde ese año, en su monte de buganvillas moradas unas amarillas provenientes de las que plantaron en su memoria sus compañeros en el Colegio.

Santo Entierro
Detrás le sigue el Santísimo Cristo Yacente ("Santo Entierro"), tallado por Benito Sánchez Barbero, de la Escuela Granadina, en 1943. El sepulcro, con caras de cristal, fue labrado en caoba, palo santo, marfil y plata por Jorge Salvador, premio nacional de artesanía en 1943. El Santo Entierro viste de tristeza la noche del Viernes Santo, al paso de la urna en la que Cristo muerto va camino del sepulcro.

Le acompañan el comandante general interino, Ángel González del Alba Baamonde representando a Don Felipe VI; el presidente de la Ciudad, Juan José Imbroda, una representación de la Delegación del Gobierno y después, los parlamentarios nacionales y los miembros de la Asamblea local.

Virgen de los Dolores
Al cortejo le sigue detrás silenciosa, con el rostro enmudecido por el sufrimiento, María Santísima de los Dolores en su Soledad, talla de autor anónimo, pero de la escuela granadina. Se estima que fue elaborada entre 1730 y 1760. En el pecho, la madre lleva un corazón asaeteado por siete puñales, los siete dolores de María. La virgen procesiona con un traje de terciopelo negro con bordados en oro elaborados en los talleres de la cofradía, y un tocado de tul bordado por las adoratrices de Melilla en 1940.

Ochenta hombres y mujeres de trono la portan, custodiada por la Guardia Civil y la banda de cornetas y tambores de la Comandancia General y la Unidad de Música.

Oraciones
El vicario, Roberto Rojo, en su oración al Cristo del Socorro en su estación de penitencia, recordó a todos aquellos que se han rendido, que siempre hay esperanza y que Jesús realizó el sacrificio máximo de dar su vida por los demás, para "poner en nuestras manos un reino de amor, paz y fraternidad". "Danos esa fuerza y ese espíritu para que también nosotros podamos seguir creciendo. Sigue protegiendo a esta ciudad de Melilla", pidió a Cristo.

Ante el Cristo Yacente, Roberto Rojo, afirmó que con la crucifixión no llega el final.
"Sólo desde la fe podemos encontrar sentido de que aquí no está la muerte, sino la victoria sobre la muertes, porque Dios con este sacrificio nos da la vida eterna. Dios nos devuelve a Jesús resucitado y el mensaje de que desde la fe, debemos vivir la esperanza de que un día será todo amor, todo fraternidad, que ya no habrá fronteras, ni clases, sino que todos seremos iguales a los ojos de Dios".

Al paso de María Santísima de los Dolores en su Soledad, el vicario recordó a todas las mujeres solas del mundo que acuden a la Virgen "para que les de consuelo". "Qué duro tiene que ser para una madre quedarse sola con sus hijos o perder a uno de ellos. Tú que eres pañuelo de nuestras lágrimas, queremos darte consuelo con nuestra fe, arroparte como madre para que tu también nos arropes bajo tu manto, para que no nos sintamos solos. Madre, que siempre nos sepas guiar hasta tu hijo vivo y resucitado".

Las saetas de Isabel Navarrete, llenan de arte y oración, esta noche de Viernes Santo.

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Jesús Andújar

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