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Atril ciudadano

A Don Ramón Gavilán Aragón Un granadino enamorado de Melilla

Antes de comenzar estas líneas debo decir que están escritas con el corazón y desde la más profunda admiración hacia la persona que ha dedicado la mayor parte de su vida a Melilla, en diversas facetas. Pero mi relación con él, me hace profundizar más en su faceta personal que profesional, además esta última conocida por la gran mayoría como Director del Centro Asociado de la UNED en esta Ciudad, y en los últimos años como Consejero de Medio Ambiente.
Para mi Ramón Gavilán es mucho más que todo eso. Mis primeras imágenes de él y su familia, que considero mía, se remontan a la década de los setenta, cuando llegaron a Melilla y nos convertimos en vecinos. Entonces la Familia Gavilán Montenegro estaba formada por Ramón y Loli y sus hijos: Chus, Moncho, Lolín, Alberto y Nacho. Después llegarían Willy, Bárbara y Carlos.

En aquel “mini barrio”, situado junto al Colegio La Salle-El Carmen, se conformó una gran familia porque así lo sentíamos. Compartíamos tantas cosas, lo mismo las buenas que las menos buenas. ¡Todos a una, como Fuenteovejuna! Maravillosas Navidades en las que íbamos de una casa a otra para disfrutarlas y vivirlas intensamente. Pero cualquier excusa era buena para reunirnos todos alrededor de una mesa improvisada con tableros y caballetes, en la que cada vecino aportaba para comer lo que en ese momento tenía en casa. Así transcurrieron muchos domingos y días festivos.

O cómo organizamos una cena para ver un partido de la Selección Española de Fútbol y luego los “mayores” salir a terminar de festejar el éxito fuera. Y nosotros, los más pequeños disfrutábamos como nadie porque nuestros momentos de juegos infantiles se prolongaban hasta altas horas de la noche ya que en aquel recinto, en “nuestro Parque”, no había peligro alguno para nosotros.

El inevitable paso del tiempo hizo que poco a poco tuviésemos que abandonar las horas de juego, por otras frente a los libros para ir completando nuestra formación académica. Algunos comenzaron sus estudios universitarios fuera de Melilla, pero eso no ha hecho más que interponer una distancia geográfica porque el cariño y la amistad se ha mantenido y mantiene viva en el corazón de todos aquellos niños de entonces, hoy adultos y con nuestros propios hijos. Y allí, junto a Loli, mi Loli, la matriarca, el “alma mater” de todas las fiestas, estaba mi querida y añorada madre, porque ambas formaban una pareja única animando todas las reuniones.

Entonces no se me habría ocurrido pensar que con los años y por un corto período de tiempo, cuando empecé a trabajar en el Ayuntamiento, Ramón se convertiría en mi jefe en la oficina de Medio Ambiente. En 1991, al finalizar mis estudios universitarios en la UNED, en la ceremonia de entrega de los diplomas que acreditaban nuestras licenciaturas, a la espera de la llegada de los títulos oficiales, pedí que fuese él quien me lo entregase. Para mí era muy importante recibirlo de sus manos, sin con ello pretender menospreciar al resto de los presentes. Pero era comprensible los lazos afectivos que a él me unían y me unen.

Son tantos años de relación, de amistad, de cariño, de admiración que precisaría muchas páginas para poder plasmarlo todo. Solo decir que me parece una gran idea haber dado su nombre al Centro Universitario; nadie, a mi juicio, lo merece más. Mi querido Ramón: Sabes que además de toda tu gran familia, la que lleva tus apellidos y los que nos hemos agregado a ella, hay alguien que seguro lo estará celebrando especialmente. Ella que tanto os quería y disfrutaba cuando pasaba tan buenos ratos en vuestra casa, debe estar aplaudiendo tan magnífica decisión.

Aunque tristemente no podemos oírla, a buen seguro que estará diciendo: ¡ Es que Ramón vale mucho y se lo merece! Gracias por haber dedicado la mayor parte de tu vida a luchar por esta ciudad que te quiere tanto o más que tu Baza natal. ¡Enhorabuena por la gran Familia que sois y que ya he dicho que siento como mía!
Solo decirte que todos tenéis un lugar privilegiado en mi corazón y que espero y deseo que tanto esfuerzo, sacrificio y dedicación de estos años os sea devuelto en salud, alegría y felicidad.
¡Os quiero!

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