Se constata a diario que, junto a asuntos esenciales que tienen que ver con la realidad que afecta claramente a nuestra existencia cotidiana, se publican y se habla de asuntos menores que, sin tanta o con mínima importancia. Ocupan destacados espacios en los medios de comunicación y hasta en la preocupación social. Por ejemplo, el rollo-tinglado ese entre las dos reinas (la emérita y la actual), de España, claro, por el motivo de una foto de Sofía con la heredera de la Corona, y en consecuencia, de la Jefatura de Estado.
Al parecer, según la voz de los expertos, que siempre ha sido y será así. Es más, por lo que se sabe, hablar de los otros ha sido y es una de las prioridades humanas, somos malos por naturaleza. Si encima, como el caso, alguna de estas personas forma parte de familias o entidades que nos representan en algo y, además, viven y muy bien del erario público, de la contribución de todos, es más que evidente que nos llame la atención y cunda la preocupación nacional.
La cuestión ahora, y por el comentario, es que algunos o muchos, incluso con muy mala leche han aprovechado esa posible o presunta discusión entre suegra y nuera o al revés, no solo para decir barbaridades de la Realeza, sino para anunciar que como consecuencia de ese acto el actual Rey, Felipe, será el último Borbón. Un tema muy serio abordado desde la frivolidad más absoluta, cosa que en mi opinión también degrada la importancia de la República.
Y es que a los monarcas, como a la Corona, hay que juzgarlos a partir de si cumplen con su papel de representar y no de gobernar, si respetan el resultado de las elecciones y el gobierno de los elegidos, o si desempeñan el papel de la mediación entre instituciones, si mantienen el comportamiento moral imprescindible, etc. Conducta que no siempre han cumplido (el Rey Juan Carlos tuvo que pedir perdón cuando en plena crisis económica se fue a tirotear y cazar elefantes con su “amiga” Corina y Felipe quizás no ha estado fino ni acertado con Cataluña). Pero de ahí a transformar una discusión o desencuentro entre nuera y suegra como el final de la dinastía borbónica me parece una aberración sin sentido. Y no engaño a nadie si digo que mi convicción es republicana. Seamos serios, por favor.
Otra que tal, la señora Cifuentes Cuencas, Cristina que defiende que su título es perfectamente real y legal. Y que quieren desestabilizar su Gobierno regional. ¡Ya está bien, mujer! Todo el mundo sabe, incluso los tuyos que no es cierto. Ya está bien de tomarnos el pelo. Y además, está agraviando a los estudiantes que se esfuerzan a diario y no les han regalado nada. Mariano ¿También le habrá dicho a Cifuentes aquello de que sea fuerte? Este asunto huele a podrido, como tantas cosas del PP. Confiemos en que Rivera y su partido dejen de amagar tanto y actúen en consecuencia como deberían. Seamos serios, por favor.
