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AJEDREZ - OPINIÓN

Punta Umbría y un encuentro con Picasso

Monumento a Picasso, en la Plaza de la Merced, en Málaga
(Autor: José Marqués López)

Vamos al puerto de Melilla, un miércoles 11 de abril por la noche. En la mar sopla fuerte viento de poniente desde hace unos días. Allí hemos quedado con un grupo de monitores y jugadores de la Federación Melillense de Ajedrez. Sobre las once de la noche embarcamos en el buque Sorolla, y poco más tarde zarpamos rumbo a Málaga. Noche algo movida, me viene a la memoria mi estancia en el portaaeronaves «Dédalo», allá en Rota, en mis tiempos de cabo radarista, con 21 años cumplidos. Apenas he podido pillar el sueño cuando la megafonía anuncia el atraque en el puerto de Málaga. Son las siete de la mañana y salimos en coche desde el puerto. Amanece en Málaga. El día está nublado y amenaza lluvia. Conseguimos aparcar los vehículos en la calle Obispo Rubio, una humilde barriada de Málaga, junto a un colegio infantil. Poco después desayunamos, y antes de las diez enfilamos la carretera hacia Casabermeja. Vamos dirección Sevilla, el día cada vez más nublado. Entramos en Sevilla por el puente del V Centenario, obra emblemática de la Expo 92. Desde el puente observamos el Guadalquivir y sus barcos. Pasado el puente, enfilamos la salida a la autopista de Huelva. Empieza a llover. El cielo se ha vuelto gris, me recuerda los días de invierno.
En la autopista a Huelva, llueve sin parar. Poco antes de las tres de la tarde llegamos a la capital. Cruzamos el puente del Odiel en su desembocadura. El agua es rojiza.
Llegamos poco después a Punta Umbría, con su coqueto puerto pesquero. Por fortuna ha dejado de llover. Vamos a almorzar. Pedimos salmorejo y chipirones, platos típicos onubenses. Terminada la comida, nos dirigimos al Hotel Barceló. El hotel se encuentra a las afueras de Punta Umbría, enclavado en la playa de Enebrales, entre dunas y pinos.
Hemos llegado con un día de antelación, pues al día siguiente se celebra el Campeonato de Andalucía Por Edades 2018, que organiza la Federación de Andaluza de Ajedrez. Tres días incesantes de idas y venidas, mañanas y tardes. Los niños han jugado nueve rondas, sin apenas descansar.
Por fin un poco de relax, tenemos libre el sábado a media tarde, y nos dirigimos a la playa de los Enebrales. Camino de la playa, conozco a un personaje peculiar, Manolo Parrando, que con su música cautiva a propios y extraños. Manolo lleva su bombo a cuestas, y su música se escucha desde lejos. Me evoca la Romería que conocí en Rota. Le pregunto de dónde le viene esa afición por el bombo, y me comenta que desde hace siglos la importaron los cabreros. Nos despedimos de Manolo y nos dirigimos hacía la playa. Sopla una ligera brisa de Levante. En la playa, los niños se quitan el calzado y andan por la orilla en busca de caracolas que arrastra el mar. Volvemos al hotel, pues es la hora de la cena y de descansar para el día siguiente.
Llega el domingo, último día de nuestra estancia en Punta Umbría, donde los niños juegan sus dos últimas rondas. Sobre las tres de la tarde salimos del Hotel en dirección a Huelva, y desde allí hasta Sevilla.
Volvemos al mítico puente del V Centenario. Se divisa a lo lejos la Feria de Sevilla, que dejamos atrás… Hacemos una breve parada en un pueblo cerca de Osuna, un pequeño pueblo llamado Aguadulce. Nos dirigimos hacia Málaga. En el camino, Campillos, Antequera…
Vamos entrando en Málaga por la circunvalación que lleva dirección hasta Algeciras. Tomamos la salida hacía el puerto, no sin antes divisar el Pabellón Martín Carpena. Llegamos al puerto. Sacamos las tarjetas de embarque. Son las seis de la tarde y vamos a la calle Larios. Subimos a la Plaza de la Merced, donde se encuentra el Monumento al general Torrijos. En la plaza hacemos una breve parada junto a un banco y una escultura en bronce. Los niños se sientan en el banco con Pablo Picasso, pintor universal por su obra «El Guernica», donde se plasman los horrores del bombardeo de aquella población vasca. Los niños, sin saberlo, han tenido un breve encuentro con Picasso. No dejo escapar la oportunidad y plasmo ese momento con mi cámara digital.
Cae la tarde y nos dirigimos al puerto. Nos espera el «Fortuny», buque que zarpa a las once de la noche y nos llevará a Melilla, su mítico Monte Gurugú al fondo.

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Jose Marques Lopez

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