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El rincón de Aranda

Un ventilador o un soplador-barredor

Frente a mi casa hay una placita muy coquetona, con varios bancos en todo su contorno, con nueve jacarandas de preciosas flores lilas y un par de naranjitos de naranjas cachorreñas, que huelen que alimentan con su azahar. Allí acuden a diario niños, de todas las edades y condición, algunos con sus respectivas madres, y otros en solitario para disfrutar de los columpios y otros juegos infantiles. Al atardecer, cuando solo quedan los mayores (3ª edad), para su solaz descanso, Quedan tirados en el suelo los restos de cáscaras de pipas, envolturas de caramelos, toda clase de papeles, botellas de agua vacías, latas de refrescos, en fin todo hecho un asquito; a pesar de que existen cinco o seis papeleras, que son repuestas de vez en cuando, porque algunos zagalones, a patadas, las destrozan. Bueno pues a la mañana siguiente, llega una cuadrilla de varios operarios municipales, que limpian y riegan el césped circundante, y en vez de usar la clásica escoba, llevan un artilugio con motorcito a la espalda, y un potente tubo soplador, agrupando toda la basura del día anterior en un rincón, para depositarlo en el cercano contenedor.

Esto me viene a la memoria cuando escucho y veo, con su clásico gesto de torcer la boca, al portavoz del PP, Rafael Hernando, que en vez de pedir disculpas por lo del llamado: “Máster de Cifuentes”, (que ya no lo quiere la señora), en vez de usar su clásico ventilador, como suele hacer siempre, extendiendo y aireando toda la mierda de los demás partidos, que haberla háyla, en esta ocasión se ha previsto de un potente soplador, pero como no lo sabe usar, el hombre lo está poniendo todo peor que si hubiera usado su ventilador.

No sé ustedes, pero a mí ya me da un poco de bochorno y vergüenza ajena. Yo creo que, parafraseando a Peter Ustinov, que decía que los diplomáticos eran personas a las que no les gusta decir lo que piensan, a algunos políticos tampoco no les agrada pensar lo que dicen. ¿Será este señor de los últimos, o de los primeros?. No sé.

Decían que Fernando VII, “El Felón”, concedió a su ministro Lozano de Torres, la Gran Cruz de Carlos III, por haber publicado el embarazo de la reina. Yo, como españolito de a pinrel, y melillense de pro, con la poca, o mucha gracia, que mi madre me dió al parirme, pienso que debieran conceder a Rafael Hernando, el “Marquesado del Ventilador de la Fú”, y la “Baronía del Soplador de la Basura”.

Y como estamos entre la “fú” y la “basura”, deben saber que el Emperador Claudio promulgó un edicto llamado: “Flatum crepitumque ventri in convivio mettendis”; que más o menos establecía cómo debían los comensales, sentados a la mesa, expeler las ventosidades durante las comidas. O sea, un edicto hecho, única y exclusivamente, para los peyondos recalcitrantes.

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