El problema es que parece que ya no es una cuestión de un día sino de una circunstancia que se da todas las jornadas, a pesar de que el comercio fronterizo se había redirigido a Farhana Los vecinos de la calle General Astilleros están rememorando tiempos pasados en los que soportaban largas colas de vehículos todos los días de coches que se dirigen a la frontera de Beni-Enzar y haciendo sonar el claxon cuando los afectados veían que las retenciones eran significativas.
El problema es que parece que ya no es una cuestión de un día sino de una circunstancia que se da todas las jornadas, a pesar de que el comercio fronterizo se había redirigido a la frontera de Farhana. Según los afectados, el noventa por ciento de estos coches son de personas dedicadas al comercio fronterizo en pequeñas cantidades. Estas retenciones, además de las lógicas molestias por el ruido y demás, se une que a veces no pueden llegar a sus casas o salir de ella si están aparcados en la zona, viéndose envueltos en colas kilométricas.
Al margen de esta cuestión, también están los que se intentan camuflar entre los turistas con las dos bolsas mínimas permitidas, lo que hace que a veces paguen justos por pecadores y el verdadero turista sea el perjudicado en el control.
Como ven, los problemas de la frontera siguen lejos de solucionarse porque las autoridades idean unas soluciones y los transfronterizos se las ingenian para intentar sortearlas siempre que pueden, con lo que la problemática no termina de encontrar el remedio definitivo.
