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Por qué son tan necesarios XI

Teniente de Infantería D. Arturo Muñoz Castellanos (+ 13 de Mayo de 1993) “Hoy se cumplen 25 años…”

Hoy no es un día cualquiera para alguno de nosotros; no es un día cualquiera para quienes tuvimos el privilegio de coincidir, de una u otra manera, con Arturo; no es un día cualquiera para cuantos Servimos (de Servir, con “S” mayúscula, pues el Servicio a España es un honor) al lado de Arturo Muñoz castellanos, Teniente de La Legión, de su Segundo tercio, el “duque de Alba”, el de esas hermanas y hermosas tierras caballas donde sus cuestas y sus nieblas marcan la vida de esos Legionarios. Arturo, Melillense de nacimiento, pertenecía a la XLV Promoción de la Academia General Militar (AGM) y era ese Cadete orgulloso de serlo, con esa chulería bien entendida, que ofrecía a quien cruzaba unas palabras con él, esa sensación de confianza en lo que decía, pues su trato era abierto, sincero, acogedor y motivador.
Como no podía ser de otra forma, pertenecía a la Escuadra de Gastadores de la AGM que, con paso corto y picado y con ese ademán propio de quien no deja lugar a la dubitación, iba desgastando los adoquines de esa recta de desfile larga y ardiente de ese solar zaragozano.

Y ese orgullo que rezumaba ya en su andadura por la Academia, guiaron sus pasos por el Segundo Tercio, en su V Bandera “Gonzalo de Córdoba”, que como él, tras su disolución, sólo figura ya en nuestros corazones y en los anales de la historia de La Legión y de España. Bandera donde trabajaba a destajo a diario entre sus Legionarios, con el “Chapiri” graciosamente ladeado y su uniforme algo abierto, dejándonos entrever que su alma no tenía doblez, transparente como su mirada, comprometida con España y La Legión.

“El gorrillo ladeado
en callada explicación
por cuanto disteis de lado
al entrar en La Legión”

Hoy se cumplen 25 años de su pérdida, mientras hacía lo que más le gustaba, Servir, Mandar, decidir y coger “la sartén por el mango” o “el toro por los cuernos”; Arturo no dejaba lugar a dudas, las cosas salían sí o sí.

Hoy se cumplen 25 años de esa Entrega; de esa fatídica misión de llevar el plasma y los medicamentos al hospital bosnio de la Ciudad de Mostar, donde Arturo, El Teniente Muñoz Castellanos, lideraba a sus hombres en el intento…. Mandaba a sus Legionarios y alcanzó su objetivo, pero el destino impondría que no sólo entregara aquellas bolsas de sangre para salvar tantas vidas … entregaría la suya propia … para darnos el ejemplo que ha inspirado a muchos de sus compañeros en las filas legionarias y del resto de nuestras Fuerzas Armadas para salvaguardar las suyas, pero antes las de aquellos a quienes protegían.

Hoy se cumplen 25 años desde que su alma salió entre las costuras de su verde camisa, entreabierta, como su sonrisa, cautivadora e inquietante, como fue finalmente su vida. Sonrisa que no tenía en exclusiva su desde entonces viuda, “Titi”, pues la compartía con todos nosotros, como su tiempo, como todo lo demás…

“Franqueando un corazón
enamorado y alerta
la verde camisa abierta
por si la muerte aparece
pues tal señora merece
no hallar cerrada la puerta”

Hace unos días podía leer en el “Boletín Tierra” (publicación de difusión interna del Ejército de Tierra) un emocionante artículo sobre este magnífico Soldado de España que de forma casi instantánea, según lo leía, dejaba rodar una lágrima furtiva por mi cara. Ese artículo estaba firmado por un ahora Teniente Coronel compañero de promoción de Arturo…lo que me explicaba el conocimiento de su persona y lo cercano de su pluma en esas líneas.

Hoy hace 25 años y un par de semanas que éste que les habla, a través de estas letras, se despedía de Arturo con un fuerte abrazo fraternal, entre Legionarios, deseándole la mayor de las fortunas antes de embarcar en el Buque de transporte “Castilla”, rumbo a casa, tras 6 meses de complicada misión en tierras de la antigua Yugoslavia.
Éste que les escribe disfrutaba del descanso en tierras peninsulares, al amparo de los que Sirven en la vanguardia, cuando conocía la terrible noticia de sus heridas y de su traslado urgente a España y que, al día siguiente, ya en el Hospital “Gómez Ulla”, observaba como nuestro actual Rey (el entonces Príncipe de Asturias), que también había coincidido y Servido con Arturo en la AGM, acudía a dicho centro hospitalario, cuando ya no podíamos hacer nada por mantenerle con nosotros, pues su alma se nos había ido escapando entre los dedos, lentamente.
Éste que teclea en su ordenador, a salvo, tranquilo, bajo la seguridad de quienes Sirven actualmente en tierras extranjeras (o salvaguardan nuestras vidas por las calles españolas, vistiendo su uniforme), tuvo el privilegio de presenciar aquel emotivo funeral en el patio de nuestro Cuartel General del Ejército en Madrid, en medio de un “tremendo y sonoro silencio”, sobrecogedor, atenazante, donde cientos de compañeros acompañábamos ese cortejo fúnebre encabezado por su féretro, cubierto con la enseña nacional y portado por sus compañeros de promoción, escoltado a ambos lados por sus Legionarios, como no podía ser de otra forma, en su camino final ante el Dios de los Ejércitos, para presentarse ante Él en su examen postrero, donde los hombres de bien obtienen la gracia y el descanso eterno

Legionario, Legionario,
de bravura sin igual,
si en la guerra hallas la muerte,
tendrás siempre por sudario,
Legionario,
la Bandera Nacional.

En un sentido homenaje a nuestro primer caído en una misión internacional moderna y todos los que, en el cumplimiento del deber, han seguido su senda, con la seguridad de que vuestro esfuerzo y vuestra entrega extrema no ha caído en balde.

¡Legionarios a luchar!
¡Legionarios a morir!

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