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“Para la bendición del Sagrado Corazón se diseñó un acto para que los melillenses lo hiciesen suyo”

Interior de la Iglesia del Sagrado Corazón, que cumple su primer centenario

El director de Protocolo 21 y colaborador del Diario MELILLA HOY analiza en esta entrevista los usos, las costumbres, el simbolismo y la comunicación en la bendición de la Iglesia del Sagrado Corazón, de la que se cumple su primer centenario. – Hace cien años se bendijo la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús. En la edición de esos días de “El Telegrama del Rif” ¿encontramos algo de Protocolo en cuanto al Templo?
– Cuando lees la edición de aquel 19 de Mayo de 1918, hay bastantes referencias. Se hace primero una mención histórica a la orientación de los templos desde aquellos que miraban hacia Oriente hasta los de los Jesuitas, que los construían en dirección al mediodía, inspirándose unos y otros, como se destaca, por cuestiones simbólicas. Habla de las consagraciones de las Iglesias y distingue entre bendecirlas, donde es válido que lo haga cualquier sacerdote y que se denominan de “Festo ocurrenti” o la de dedicación que solo puede decirse el día de la consagración. La hace el Prelado por la mañana y a ser posible en día festivo, como ocurrió con el Sagrado Corazón, consagrándose al mismo tiempo el Altar Mayor. A las campanas de la Iglesia Arciprestal, las bautizaron con los nombres de “Nuestra Señora de la Victoria” y “Sagrado Corazón”, las bendijo el 18 de Mayo de 1918 el Vicario eclesiástico, el cual ascendió revestido con capa pluvial mientras que el capellán iba con alba y roquete. El resto del Clero presente lo componían dos coadjutores.

– ¿Cuál fue la participación de la Junta de Arbitrios y otras autoridades y representaciones?
– El entonces presidente, Monteverde, publicó un Edicto en el que animaba a la población a que recibiese a las ocho de la mañana al Obispo de Olimpo y administrador apostólico de la Diócesis de Málaga, Manuel González, que llegó a ser Santo, en el Muelle y que engalanase los balcones al paso de la procesión con el Santísimo, desde la Iglesia de El Pueblo hasta la recientemente construida del Llano, en las calles de la Iglesia, de San Miguel, Paseo General Macías, San Jorge, Duque de Almodóvar, Plaza de España y Calle Alfonso XIII.
Tanto el presidente de la Junta de Arbitrios, como el también general Aizpuru subieron al vapor “Vicente Puchol” para dar la bienvenida al Prelado, mientras comisiones civiles y militares y miembros de cofradías, esperaban en el Muelle.
En ese instante las campanas de la Iglesia de la Purísima así como las del Sagrado Corazón repicaban mientras que los honores militares fueron encomendados al Regimiento “África”, que interpretó la Marcha de Infantes.

– ¿Cómo se organizó la llegada del Obispo al nuevo Templo?
– Debido a la escasa distancia entre el Muelle y el Sagrado Corazón se optó por que el Prelado caminase en una fórmula mediante la cual la población melillense era parte de la comitiva, de la manera más popular y participativa. Se diseñó un acto para que los melillenses lo hiciesen suyo y por tanto lejos de uno exclusivo en torno a las autoridades.
En el Cuartel de la “Compañía de Mar”, el Obispo se revistió de capa, mitra y báculo para ir bajo Palio. Y ya desde ahí la comitiva se organizó entre hileras de las representaciones arriba mencionadas. Al llegar a la Plaza Menéndez Pelayo, Manuel González, bendijo con romero el exterior e interior de la Iglesia. Y al entrar en el nuevo Templo sonaron los acordes del órgano.

– ¿Qué detalles podemos destacar de la procesión con el Santísimo desde la Iglesia de la Purísima hasta la nueva del centro?
– Por todo el trayecto se fueron colocando tropas que cubrían la carrera y que pertenecían a la Compañía de Mar, a los regimientos de “África” y “Alcántara”, una batería de artillería en la Plaza de España, una compañía de artillería de montaña en la Calle Chacel y otra compañía, esta de Ingenieros que rindieron honores al Santísimo al llegar a Menéndez Pelayo. Además de las personas que abarrotaron todo el trayecto, las azoteas y balcones sirvieron de lugares estratégicos para seguir ese acontecimiento, lugares desde donde se lanzaron flores a la comitiva o palomas cuando el Prelado hizo su entrada en el Sagrado Corazón, tras bendecir a los fieles situados en la Plaza, Calle Alfonso XIII, y Ataque Seco. Más de mil voces entonaron el himno del Congreso Eucarístico, que hacía siete años que se celebró, para a continuación sonar el “Tantum Ergo”.

– ¿Qué representaban las vestiduras e insignias episcopales?
Entramos en una parte que va muy unida a la Liturgia. Así en “El Telegrama del Rif” se recogía que “las sandalias son adornos de los pies del Obispo, cuando celebra de Pontifical, y representan su resolución pronta y eficaz para anunciar el Evangelio. La Cruz pectoral representa la Pasión del Señor y tormentos de los mártires. La Tunicela, la Dalmática (ambas de seda) y la Casulla, representan la plenitud del sacerdocio católico que reside en el Obispo. Los Guantes simbolizan la naturaleza humana, cubriendo a lo divino del Verbo para recibir en aquella la bendición del eterno Padre. El Anillo es representación del desposorio del Obispo con su Iglesia.
La Mitra es una ampliación de las antiguas ínfulas sacerdotales que era una cinta que rodeaba la cabeza del Pontífice y colgaba por los lados. El Báculo es el poder y autoridad para gobernar la grey como jefe espiritual, la parte curva es el amor y caridad a los fieles, su punta o parte inferior representa el acto de excitar a los indolentes y perezosos”.

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Redacción

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