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Carta del Editor

La Confederación de Profesionales y Empresarios melillenses

El populismo -una patológica cesión del deseo propio en el de aquellos en cuya imagen se cifra el deseo colectivo- es la forma subdesarrollada del fascismo. El deseo colectivo de Podemos, encarnado en Pablo Iglesias -ese aspirante a fabricante de miseria, como le habría definido Plinio Apuleyo- es el de tener un gran y caro chalet en un sitio privilegiado y aislado de la "gente". El deseo colectivo de muchos militantes de muchos partidos políticos es el del jefe del partido, por estrambótico que tal deseo pueda llegar a ser. La democracia interna de los partidos políticos no es, en general, un ejemplo democrático a seguir, sino todo lo contrario.
Ciudadanos, partido nuevo y al alza, también depende mucho de lo que su líder desee. Ahora su líder desea ser más español que nadie y que se sepa que lo quiere, que ya es lo que quieren todos los militantes del partido. A propósito de la Plataforma cívica presentada el pasado domingo por Albert Rivera, escribe Ignacio Camacho en ABC, "un duelo interesante -el de sustituir la militancia de los partidos por la complicidad o la colaboración- y sin desenlace claro: cambio contra resistencia, vitalidad contra marasmo". ¿Ganarán el cambio y la vitalidad a la resistencia y el marasmo? Si juzgamos por lo que hoy ocurre en Melilla, me parece que no. Demasiada burocracia lleva a esos resultados.

Un ejemplo: intentar fabricar algo en Melilla. Es una auténtica pesadilla, una verdadera maldición bíblica, el retorno del Gran Hermano de Orwell en su famoso libro "1984", donde describía la práctica de la vigilancia masiva, el intervencionismo asfixiante y hasta la represión política y social en una sociedad. En nuestro afán, y hasta la necesidad, de mejorar el periódico y de potenciar nuestra imprenta, La Hispana, hemos comprado nuevas máquinas, que estamos instalando e intentando poner en marcha desde hace ya meses. Los obstáculos administrativos, aduaneros, de falta de profesionales, las pegas de todo tipo, en fin, todo eso lo teníamos previsto, pero nunca imaginamos que pudieran llegar a ser tantos, a todos los niveles. ¿Cómo se puede desarrollar Melilla así? Es absolutamente imposible.

Otro ejemplo: el de la Consejería de Fomento ¿Fomento? El caso del anterior presidente del Colegio de Aparejadores de Melilla es muy ilustrativo. "No puedo aguantar más al Consejero, o lo mato o abandono todo y me voy de Melilla", decía, desesperado, a los amigos. Afortunadamente eligió lo menos malo: se marchó de Melilla. Era un gran profesional, me aseguran los que le conocían. Y Melilla no está como para echar a perder a los buenos profesionales ni para seguir poniendo trabas a cualquier iniciativa empresarial. De ahí la conveniencia, más bien la necesidad urgente, de crear y potenciar una sólida Confederación de Profesionales y Empresarios melillenses. En eso estamos, porque es muy importante para nuestro presente y futuro.

En lo que están ya los políticos locales es en las elecciones locales próximas, a finales de mayo o primeros de junio del año que viene. Casi todo lo que ocurre ahora es ya interpretado por los políticos en clave electoral, ahora acrecentada por lo de Gürtel y la moción de censura del incansable y habitualmente fracasado aspirante a presidente o ex-presidente, Pedro Sánchez. Con lo de la manifestación melillense del pasado martes ya tuvimos un claro ejemplo. Unos, los del gobierno local, la interpretaron como una manipulación de los empresarios por parte de los partidos de la oposición. Otros, manifestantes incluidos, como una prueba del descontento, la desesperación por una situación económica y social, la consecuencia de una larga desatención del gobierno. Primer episodio de lo que se prevé una larga batalla electoral, de incierto resultado, pero con todos los pronósticos coincidentes -tanto en Melilla como en el resto de España- de que el cambio, incluyendo el cambio político, es inevitable, y para lo que hay que trabajar e implicarse es para que dicho cambio sea para mejorar, no para empeorar.

En lo que empieza a estar casi todo el mundo de acuerdo es en que necesitamos más España. La gran historiadora que es María Elvira Roca Barea, autora del magistral libro "Imperofobia y Leyenda Negra", lo resume muy bien: "Tenemos por delante un trabajo de reconstrucción nacional de una o dos generaciones. Hay que limpiar todas las excrecencias que han producido los nacionalismos. Y este problema no se terminará hasta que no se modifique el régimen de las autonomías. Hemos creado una estructura territorial perversa que ha entregado los recursos del Estado a todos y cada uno de los pequeños señores que en sus taifas se han hecho fuertes". Necesitamos, efectivamente, más España y eso va a ser, de cara a las elecciones próximas, el punto electoral básico, tanto en el ámbito nacional como en el local melillense.

Posdata
Convertir en enemigos a los que, por naturaleza y convicción, son o podrían ser tus amigos, es un inmenso error. Que lo haga en una democracia cualquier político, cuya supervivencia en el poder depende de los votos, especialmente del de los próximos ideológicamente, es un suicidio político. Manejar fondos públicos con objetivos partidistas, de partido, es prevaricación, una forma más de suicidarse políticamente. Lo mismo ocurre cuando no se cumplen los compromisos adquiridos.

Cinco de la mañana de un día cualquiera. Me despierta, una vez más, el estruendo de los altavoces de las mezquitas. El problema no es rezar, que es algo positivo, sino molestar innecesariamente a los ciudadanos, incumpliendo lo ordenado, no respetando ni haciendo respetar leyes o normas, algo que va contra la esencia de cualquier democracia.

Posdata
Convertir en enemigos a los que, por naturaleza y convicción, son o podrían ser tus amigos, es un inmenso error. Que lo haga en una democracia cualquier político, cuya supervivencia en el poder depende de los votos, especialmente del de los próximos ideológicamente, es un suicidio político. Manejar fondos públicos con objetivos partidistas, de partido, es prevaricación, una forma más de suicidarse políticamente. Lo mismo ocurre cuando no se cumplen los compromisos adquiridos.

Cinco de la mañana de un día cualquiera. Me despierta, una vez más, el estruendo de los altavoces de las mezquitas. El problema no es rezar, que es algo positivo, sino molestar innecesariamente a los ciudadanos, incumpliendo lo ordenado, no respetando ni haciendo respetar leyes o normas, algo que va contra la esencia de cualquier democracia.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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