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La firma invitada

En estado de schock

Toda moción de censura es por definición una moción de tortura. Por eso había voces en el Partido Popular que aconsejaban a Mariano Rajoy que presentara la dimisión como medida relámpago que habría cortocircuitado la moción. Interpretó que sería tanto como reconocer que la moción estaba justificada y descartó esa salida. La incapacidad para reconocer las ventajas de ese escenario ha sido la culminación de una forma de entender la política concebida como el arte (dudoso) que recomienda resistir para vencer. En política dejar que las cosas se pudran, a veces funciona y otras no. Esta vez no le ha dado rédito ni razón a Mariano Rajoy.
La precariedad política del PP tiene un reflejo en su representación parlamentaria pero hay más elementos que explican la soledad en la que se ha visto estos días. Entre otros, la nula sensibilidad demostrada por sus principales dirigentes para entender que el rosario de casos de corrupción había rebasado el límite de lo tolerable. Las declaraciones de María Dolores de Cospedal desacreditando a la Sala de la Audiencia Nacional que dictó la sentencia del caso Gürtel, fue la prueba fehaciente de esa falta de sensibilidad para reconocer errores y pedir disculpas a la sociedad. Cospedal firmando una alegato legionario -"con razón o sin ella"-, probablemente se ganó el título de heredera del liderazgo en el Partido Popular, ahora que la caída de Rajoy debería abrir camino a la renovación de la cúpula de la organización. Pero el problema de fondo, el rechazo a la corrupción asumiendo la responsabilidad política correspondiente, no ha desaparecido. Se van a la oposición sin entender por qué.

Se van en estado de shock. Sin entender que todo tiene un límite y que cuando tanta gente lo sigue pasando mal por el paro, la precariedad laboral o por los salarios recortados que han abierto un nuevo registro en el mundo de la sociología -el del obrero pobre- resulta insoportable ver que algunos han estado aprovechando los años de la crisis para enriquecerse ilícitamente. Parece que Mariano Rajoy se va a la oposición sin entender del todo lo que le ha pasado. Su ausencia del Congreso durante toda la tarde del primer día de la moción deja materia para más de una crónica. Con lo fácil que es comprender por qué hemos llegado hasta aquí.

Qué va a pasar con Pedro Sánchez y cuánto tiempo puede navegar con el polinomio en el que se basa su apoyo parlamentario, ya es otra cosa . Para hablar de eso tendremos tiempo. Estamos asistiendo a un fin de ciclo y al comienzo de una etapa que se presenta tan nueva como incierta y de más que probable crispación.

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