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El Torreón del Vigía

¿De qué es hora?

En poco han pasado demasiadas cosas. Hemos asistido a traiciones de esas que te hacen reflexionar sobre la ruindad humana y como ésta solo se basa en el dinero y en la nula existencia de valores ni ideales. Tratan de vender la ayuda cuando nunca antes estuvieron pero ahora se disfrazan cuando en realidad se les ve las uñas del lobo para liquidar a quien sin conocer siempre apartaron y tacharon de enemigo. El árbol, esa encina ibérica, se ha secado y ahora aparecen unos y otros para hacer leña, cuando el robusto de ayer, hoy se ha caído. El trueque se ha instalado a cambio de lo que sea y entonces surgen extraños compañeros de cama, da igual que de alquiler o en chalet o lo que es más grave portando serpientes sanguinarias o dando golpes a lo establecido infringiendo la Ley. Los gestos llegan a ser amenazantes, de privar, golpear y excluir, de gritar o de usar la ironía para provocar al de enfrente. Y este a veces, no quiere caer en la cuenta de sus errores, tampoco de su soberbia, la cual le ha llevado al final y de palabra a quemar todo a su paso, sin saber que sobre esos campos debe volver a caminar y a ser ayudado por alguno de los que estando próximo, detesta. Ha seguido habiendo mucho de comunicación no verbal, de miradas de rencor, de asientos vacios, de aplausos un poco tarde, de cerrar el Libro de los Libros, de esconder a quien nos creó y de palabras marcadas. María Dolores Pradera que esta semana hizo el mutis final de su vida nos interpretaba con sus manos poniendo su voz a aquel caballero de fina estampa. Pues eso. A veces no se entiende cómo, a pesar de experiencias, hay algunos a los que se les engaña y mira que ya anunciaron que ellos se ponen debajo del árbol y agitándolo les cae su fruto. No es despiste es no querer ver ni la realidad ni que los cargos son efímeros pero las buenas obras quedan. Asistimos a una victoria pírrica y ahora hay que saber gestionar con templanza, sin ataques ni venganzas, sumando porque a todos hay que escuchar y a nadie apartar. A una gran mayoría nos han sacado estos días la cara de expectación, de incertidumbre, son demasiados interrogantes mirando a esas mochilas con un lastre que puede hacer imposible avanzar. Merece esta hora el respeto a hombres y mujeres con sus formas de pensar o a reconocer lo bueno y lo que ha sido menos o aquello que ha infringido, dejarlo en mano de quienes siendo otro poder se dedican a ello. Siempre hay que dar un margen, pero eso sí vigilantes, no hagamos burbujas para tratar de pescar en ese rio revuelto, la corriente puede ser tan fuerte que a lo mejor sucumbimos en el lecho. Y de fondo suena Jarcha, de aquella guerra, de las dos Españas, de miedos y de iras, de hacer lo que nos dé la gana no habiendo Gobierno que gobierne nada…de libertad. Es hora de vivir la vida, sin más mentiras y en paz.

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