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El lanzamiento del libro ha sido realizado por la Delegación de Migraciones Diócesis de Tánger

Un poemario recoge testimonios emocionales de los emigrantes

Abdul puso la música africana durante la presentación del libro de poemas de los emigrantes.

Era el Salón del Libro y las Artes de Tánger, la cita literaria a la que acuden autores franceses, marroquíes y algunos españoles para mostrar sus novedades, con lecturas, conferencias y demás actos culturales. Mientras, en una pequeña sala cultural, en pleno centro de la urbe tangerina, el arzobispo Santiago Agrelo presentaba un poemario colectivo con los testimonios emocionales de los emigrantes, los versos de patera. "Poemas dedicados a la Madre Tierra, madre de toda persona humana, sin fronteras, sin exclusión, sin mafias, sin discriminación". Así se subtitula un pequeño poemario colectivo que ha editado Migraciones Tánger en colaboración con la asociación marroquí Zanka 90. Una publicación solidaria que tiene un objetivo concreto: "ponernos en contacto con el mundo migrante". La Delegación de Migraciones Diócesis de Tánger hizo coincidir la presentación del libro con la celebración del Día de la Madre Tierra. "Nada a la vista sino el agua. / Vientos contrarios zarandean / nuestra barca y / nos confunden. /Noche cerrada, sin estrellas. / ¿Cómo buscar el norte? / Si naufragamos, ¿quién lo sabrá? / y si llegamos, ¿quién nos esperará?". Este par de estrofas del poema 'Sin ruido', uno de los más de una treintena que contiene el libro, resume el tono general de su contenido.

La delegación de Migraciones tangerina lanzó a las redes la invitación para participar en este poemario colectivo. La única condición es que debían ser poemas relacionados con la tierra y el problema de la migración, y que los participantes se expresaran en su propia lengua. Emigrantes, voluntarios, mediadores sociales y la misma área de Sensibilización de Tánger se prestaron a colaborar. Un gran número de poemas aparecen sin firmar para salvaguardar el anonimato, los firmados por el Área de Sensibilización. "Nos servimos, pues, del arte para poner en contacto a las gentes por encima de roles, de prejuicios, de intereses…", se señala en la pequeña introducción del libro. El resultado ha sido un relato emocional sobre el mundo que habitamos, una reivindicación ecologista y la denuncia de la problemática del emigrante. Hay poemas estremecedores, que ofrecen el testimonio del naufragio, del desgarro familiar y del miedo a la mar, y también de esperanza. Las obras fueron agrupadas en cinco temas: 'La Tierra', 'Hacia el sueño', 'Roto el camino', 'Boza!' e ' ¿Y ahora?'. Los poemas se convierten en testimonios vividos en esa difícil travesía que supone cruzar el Estrecho o cualquier frontera en busca de esperanza.

Los autores de este poemario son aficionados, gentes que solo han pretendido manifestar sus vivencias relacionadas con la emigración a través de unos textos en forma de verso. La autenticidad es la fuerza de cada uno de estos poemas. La tierra como territorio limitado: "Triste, la tierra / en continuo adiós / a hijos que no volverán. / Puertos inciertos, coraje y nostalgia / entre ilusiones y miedos", escribe María Jesús Moreno Rozas en el poema 'Hijos de la tierra'. El bosque, ese territorio de espera, donde los emigrantes se refugian bajo plásticos y se abrigan con las mantas de la caridad, la antesala de la aventura incierta, se refleja en otro de los poemas: "¿Diríamos: 'bosque, no apto', por diferente? / ¿Qué no se atiene a la ley? / ¿Qué su sombra no es benigna, / cuando se abre a los rayos del mismo sol en invierno?", dice el poema titulado 'Nacidos inocentes'.

Versos sobre la incertidumbre, la perspectiva del sueño y sus pesadillas para alcanzarlo: "Hoy, mañana, pasado… / habrá quimeras, habrá esperanzas, / dudas, quizá sospechas… / Nadie dará la noticia; / palabra será la evidencia. / ¡Se ha marchado!". También hay palabras de esperanza, como en los versos de Rosina Bonilla Madariaga en su poema 'Inmigrantes': "Somos los inmigrantes que sonreímos a la luz / huyendo del espejo de las sombras, / soltando el pasado, / abrazando el incierto futuro / por un poco de esa momentánea luz… / llamada paz". La travesía y sus dificultades, los derechos, en los versos de Hernán de Usero: "Y cruzando mares y océanos / a bordo de sus descarnadas pieles, / marcadas por sufrimientos tempranos, / son tachados de corruptos e infieles / y les niegan sus derechos humanos / simplemente porque son, 'sin papeles'". Más directo es el título '¿Libres o esclavos?', donde se denuncia el trato recibido: "Somos hombres libres, / aunque atados. / Vuestros golpes y burlas, / nos dañan / como el hacha al leño. / Pero somos hombres libres, / aunque atados".

Estremecedor es el mensaje de despedida de una madre a su hijo a punto de embarcar en la patera, y sirva de muestra esta estrofa de 'Yo te arrojé a los peligros': "Por librarte de sus manos / y alejarte del horror / de ser un niño soldado, / yo, tu madre, ciega, / tu madre enfurecida, loca, / te abandoné a tu destino".
'Roto el camino', así se titula el grupo de obras que versan sobre las dificultades del emigrante para alcanzar su destino. Poemas que hablan del naufragio, de la cercanía de la muerte en el mar. 'Mejor es morir' es el título de unos versos inspirados en una obra del artista y emigrante Moussa: "Soltó las amarras de su bote / para dejar en libertad las manos. / Sin apoyo, sin futuro, / se adentra en el abismo". Sobre esa incertidumbre toda una declaración de intenciones, un canto, un lema: "Llegar, sólo llegar / al lugar dónde tu huella pueda sembrar la tierra. / Llegar, solo llegar / porque quedarse es morir", escribe Beatriz Prior en el poema 'En la huella del otro'. El ahogado que ve los peces sobre su cabeza, que intenta aferrarse a la vida, que escupe agua, en el poema 'Me quedo solo' de Juan Luis Corrientes: "Desespero trazos con mis brazos, / intento agarrarme a la tierra que soñé / pero solo escupo agua, / esa agua que, poco a poco, / poco a poco se lleva mi alma".
¡Boza!, victoria, el grito de alegría al traspasar la valla, la llegada a la meta final, con los versos de Fernando Villacampa en el poema 'Travesía': "Hemos llegado, al fin, a esta playa / dónde no sé si oigo o sueño sonidos ilegibles. / No sé si es el rumor incesante de las olas / o voces de un idioma incomprensible. / Veo o sueño que alguien se me acerca. / Creo sentir, o sueño, / el calor de un cuerpo que me abraza, / el compás de un corazón que late junto al mío".

Ya han llegado, han cantado victoria, ¡boza!, '¿Y ahora?', la gran interrogación ocupa la parte final de este libro de voz emigrante. Un poema anónimo, la carta al amigo que alcanzó puerto, pero del que no llegan noticias y le canta a la esperanza: "¡Alcánzame, alcánzame! / Si no, yo iré, saltaré, me haré agua. / Como tú, lágrimas de sal, / uno, seremos uno, orilla y mar".

Este poemario de emigración ha sido ilustrado con los dibujos de Khalifa Moussa, un joven subsahariano convertido en artista gracias a la ayuda de la Delegación de Migraciones de Tánger, unos dibujos en los que despliega todo el imaginario del drama de la emigración. La historia de Moussa tiene tintes de tragedia dantesca terrible, que va desde la toma de las armas para vengar la muerte de parte de su familia a una ruta infernal por lo más oscuro y dramático de la emigración. Escogió el camino argelino, próximo a Libia, y acabó en mitad del desierto junto a un numeroso grupo de migrantes, más de un millar. Atravesó el desierto, donde vio imágenes dantescas como a gente matando a compañeros para poder beberse su sangre y permanecer con vida, niños sacrificados y madres entregando a sus hijos a un futuro incierto, dando su vida por ellos. Y también vivió el drama de la misma migración, de la muerte de uno de sus sobrinos y de un amigo en la playa de El Tarajal. Lo vivido, las tristes imágenes de un drama, lo que quedó en su retina, todos esos dibujos en los que vierte la experiencia y la denuncia acompañan en este libro a las palabras, a los versos que describen, muchos de ellos, las mismas vivencias. Cruzó en tres ocasiones. Ha rechazado hacerlo una vez más y ahora prefiere saltar al arte, tener un pequeño local donde trabajar y vender sus obras.

Otro artista, trabajador en la diócesis, Abdul, se lanzó no sólo a la poesía sino a la música, con su grupo de sones africanos, para cantar su 'Boza' en el acto de presentación del poemario, y la joven marroquí Hajar Loulichki, con su poema 'Hijos del universo'. Se rompen las fronteras en este ambiente solidario de Migraciones de Tánger, y las culturas. Abdul y Hajar posan en el patio de la Catedral de Tánger, sonríen. Les suena el móvil. Es la hora de atender a más emigrantes, de continuar con su labor de atención, de abrazo al que aún no ha encontrado puerto, no ha cantado: ¡Boza!
Estos poemas, palabras en el Estrecho, se encuentran a la venta, al precio de 50 dirhams (unos cinco euros), a beneficio de Migraciones Tánger. Basta con escribir a [email protected] y solicitar un ejemplar.

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