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Solución europea

Es necesario buscar una política común de inmigración, como se está pidiendo desde Melilla desde hace años, incluidos aquellos en los que el problema de la presión migratoria se centraba en nuestras vallas mientras el resto de países, que no lo sufrían directa ni indirectamente, miraban hacia otro lado Los 28 países de la Unión Europea afrontan esta semana una cita clave en el Consejo Europeo para abordar el problema de la inmigración irregular. El pasado domingo, parte de esos países, 16, celebraron una mini cumbre para intentar buscar puntos de acuerdo y marcar una serie de prioridades ante este problema. Algunas de ellas son la necesidad de reforzar las fronteras exteriores, destinar más dinero para los refugiados en Turquía y para el ‘Trust Fund’ de África, convertir a Frontex en una «auténtica policía de fronteras» y a la oficina de apoyo a la oficina europea de apoyo al asilo (EASO) en una «auténtica oficina europea de asilo». Son medidas importantes, sí, pero aún lo es más buscar una política común de inmigración, como se está pidiendo desde Melilla desde hace años, incluidos aquellos en los que el problema de la presión migratoria se centraba en nuestras vallas mientras el resto de países, que no lo sufrían directa ni indirectamente, miraban hacia otro lado.
Alemania y Francia hablan ahora de la búsqueda de esa «solución europea», ya sea de los 28 países miembros o de varios que de verdad quieran avanzar juntos en esa dirección mediante acuerdos a dos o tres bandas. Será difícil conjugar tantos intereses distintos, pero hasta que no se haga y no se empiecen a dar los primeros pasos, será imposible solucionar este problema de enormes dimensiones.
Llama la atención que entre las diferentes propuestas que se pusieron sobre la mesa en la minicumbre europea, se diera poco protagonismo a la Cooperación Internacional, que es donde está posiblemente la piedra angular de este problema, tan palpable en nuestras fronteras desde hace años.
Y es que la inmigración clandestina tiene su origen en la desesperación de miles de personas que se ven abocadas a salir despavoridas de sus países por razones de hambre, incertidumbre, inestabilidad política, guerras, persecuciones, etc. Muchos motivos variopintos que tienen la necesidad como denominador común. Y es ahí donde los países del Primer Mundo deben actuar para ayudar al Tercero a su desarrollo económico y social. En definitiva, para conseguir que se haga justicia histórica, habida cuenta que Europa se ha estado aprovechando de las riquezas de los países africanos hasta no hace demasiados años. Es hora de ayudarles a que empiecen a salir adelante poco a poco, a abrirles el camino de la prosperidad. Solo entonces se pondrá freno a los constantes intentos de llegada clandestina a Europa por parte de miles de inmigrantes marcados por el drama y las penurias propias de su largo y tortuoso camino, del que también se aprovechan las mafias.

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