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Gestos y carencias

El discurso de Moh fue impecable en los gestos, pero flojo en lo que de verdad importa e interesa, que son las soluciones. ¿Quiere esto decir que Moh va a ser un reflejo del presidente del Gobierno al que ella representa en Melilla, al que parece importar más el envoltorio y la presentación que el contenido? Lo veremos Sabrina Moh ya ha tomado posesión oficialmente de su nueva responsabilidad como delegada del Gobierno. Ante una sala a rebosar de autoridades y representantes de diferentes entidades empresariales, sindicales, culturales y sociales, Moh dio su primer discurso como representante del Gobierno de Pedro Sánchez en Melilla, en el que ofreció unas pinceladas de la que será su hoja de ruta al frente de la Administración General del Estado, con todo lo que eso conlleva. Una declaración que, más que de intenciones, lo que esperamos todos es que sea de hechos, aunque éstos fueran poco o nada concretos en lo que de verdad interesa.
Por ejemplo, decía Sabrina Moh: «En lo inmediato es urgente revertir el declive de la economía local. Para eso, el Gobierno de España se compromete a apoyar a los emprendedores y empresarios, que son el principal motor económico de Melilla y los únicos capaces de crear empleo estable y de calidad. Su éxito y su mejora será el de la economía y el empleo de la ciudad, y, por lo tanto, el de todos». Bien. Es urgente poner freno a la situación y buscar un punto de inflexión para que la economía, en vez de bajar, suba. Tampoco le falta razón a Moh cuando señala a los empresarios y emprendedores como la locomotora de ese tren. Siempre lo hemos dicho en estas líneas: el sector privado es el que tiene ese papel y no el público, como algunos se empeñan en creer.
Pero en el discurso de Moh falta el cómo. Habría sido una buena carta de presentación que en su toma de posesión diera esas claves, ante una representación bastante amplia de nuestra sociedad. Es verdad que la nueva delegada del Gobierno apenas ni le ha dado tiempo a sentarse en el sillón, pero también que no hay tiempo que perder y que no se puede pretender dar cien días de cortesía cuando este Gobierno ha llegado de la manera que ha llegado, a mitad de legislatura, y con problemas urgentes que atender, como la propia delegada dijo en su intervención. Ni rastro en el discurso de Moh sobre ideas que ella misma ha venido defendiendo en el atril del PSOE, como la entrada en la Unión Aduanera, que podría ser uno de los ejes de actuación, junto a otros, en ese objetivo de «revertir el declive de la economía local».
«Lucharemos para que, hasta donde sea posible, se traduzca en actuaciones e inversiones que mejoren la calidad de vida de toda la población de Melilla». Esa fue la mención rápida que Moh dedicó a las infraestructuras, sin mencionar qué va a ocurrir con algunas que tenemos a medias, como es el caso de la ampliación del puerto, cuya tramitación está prácticamente lista para empezar la obra. El futuro de esta inversión, ahora con el Gobierno del PSOE, es toda una incógnita. Moh podría haberla despejado. Y lo mismo con el Hospital Universitario, que tanto quebradero de cabeza ha dado y que ahora, cuando ya por fin se reinician las obras, se retrasa la aprobación de la segunda fase en el Consejo de Ministros. En ninguno de los tres que ha celebrado el Gobierno de Sánchez ha habido tiempo para hacerlo, cuando estaba ya en la carpeta preparado para darle el visto bueno.
¿Y la inmigración? Otro gran problema que sufrimos de primera mano en Melilla, ausente en el discurso de Moh, impecable en los gestos, pero flojo en lo que de verdad importa e interesa, que son las soluciones. ¿Quiere esto decir que Moh va a ser un reflejo del presidente del Gobierno al que ella representa en Melilla, al que parece importar más el envoltorio y la presentación que el contenido? Lo veremos.

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