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Le piden 5,5 años por “echarle” el perro a un tendero para robarle

A finales del mes de julio de hace 5 años, un tendero de la calle García Cabrelles sufrió un atraco tras el que quedó gravemente herido. La víctima, un hombre de avanzada edad, estaba rezando a mediodía en el interior de su establecimiento cuando, según el relato de la Fiscalía, un joven conocido del barrio entró en el mismo acompañado de un perro al que ordenó atacar para poder robar cerca de 2.000 euros en efectivo de la tienda. El acusado niega la acusación y achaca la denuncia a un “malentendido”, afirmando que el perro no era suyo, sino que le iba persiguiendo, y que no robó nada de la tienda. La Fiscalía le pide 4 años por robo con violencia y 18 meses por un delito de lesiones. El 25 de julio de 2013 se produjo un grave incidente en un establecimiento comercial de la calle García Cabrelles, cerca de la Mezquita Central. Según el relato de los hechos realizado por la acusación, sobre las 14:30h, el acusado entró con un perro de grandes dimensiones en una tienda de la calle, y ordenó al animal abalanzarse sobre el tendero, un hombre de avanzada edad a quien exigió, cuchillo en mano, que le dijera dónde estaba el dinero. El hombre, que trataba de librarse de la mordedura del perro, forcejeó con el acusado produciéndose cortes en ambas manos. Finalmente, y tras destrozar la tienda, el acusado encontró el dinero en una caja, lo cogió y salió a la carrera, dejando al perro atrás, todavía enzarzado con su víctima. Un segundo individuo, que presuntamente acompañaba al acusado, fue el que (cuando el acusado ya había emprendido su huida a la carrera) accedió a la tienda para liberar al perjudicado de la mordedura del perro. El ataque, de extrema violencia, dejó a la víctima “embadurnada en sangre” y muy aturdida, según lo manifestado por los agentes de Policía que acudieron a la llamada de un vecino.
El perjudicado, que mostró las cicatrices de sus lesiones a los presentes en la sala, afirmó que se encontraba rezando cuando el joven, a quien afirmó conocer perfectamente “desde pequeño” por tratarse de un “garrampín”, entró en la tienda y dio la orden a su perro: “ataca”. El hombre, visiblemente alterado, recordó con indignación cómo el acusado se marchó dejando allí al animal mordiéndole; “me dejó luchando con el perro”. La declaración de la víctima tuvo momentos de gran tensión, especialmente cuando la defensa del acusado comenzó su interrogatorio, durante el cual el letrado perdió las formas y se dirigió a la víctima a gritos y de manera vehemente e inquisitiva; el perjudicado no pasó por alto la actitud del abogado y le recriminó con dureza su actitud, llamándole “sinvergüenza” y recriminándole que estuviera “ganando dinero con lo que me ha pasado”, hasta el punto en que los agentes presentes tuvieron que acompañarle fuera de la sala.
Los agentes, en su declaración, afirmaron que el perjudicado identificó por su nombre y sin género de dudas al acusado como autor del violento robo, y que los agentes se personaron de inmediato en su domicilio, dado que lo conocían “de otras intervenciones”. Al llegar a la vivienda familiar, vieron al acusado sentado en la entrada “sudoroso y nervioso”; no presentó resistencia alguna y, durante el registro, no se le encontraron los efectos sustraídos.

Malentendido
El acusado negó haber agredido en ningún momento al tendero, ni con un perro ni con un arma blanca -”podría ser mi propio abuelo”- y dio una explicación alternativa a la descripción de los hechos realizada por el Ministerio Fiscal. El joven aseguró que, en el momento de los hechos, se encontraba paseando por la zona de la Mezquita Central cuando se percató de que había dos individuos persiguiéndolo con un perro de grandes dimensiones. El acusado afirma que, cuando se dio cuenta de que lo seguían, echó a correr y buscó refugio en el primer local que encontró abierto, el de la víctima; al entrar corriendo en el local el dueño “se pensó algo que no era” y le agredió con un palo, causándole una herida que requirió 5 puntos de sutura en la cabeza. Justo a continuación, los individuos que supuestamente perseguían al acusado soltaron al perro, que entró en la tienda y se abalanzó primero sobre el acusado sin lograr “engancharle”, y después sobre el tendero, a quien sí consiguió morder. Según la defensa, el joven cogió un cuchillo de la tienda para defenderse del perro, no para atacar al tendero, y huyó del lugar en cuanto tuvo oportunidad, siendo precisamente uno de sus perseguidores el que se encargó de apartar al animal de su presa.
El Ministerio Fiscal interesó para el acusado la imposición de una pena de 4 años de prisión por un delito de robo con violencia, más otro año y medio de cárcel por un delito de lesiones. Además, fijó la responsabilidad civil en 4.590 euros por las lesiones (que tardaron 6 meses en sanar, según la víctima), 7.200 euros por el perjuicio estético (cicatrices) y un total de 15.000 dirhams y 450 euros sustraídos en efectivo de la tienda.

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Fernando Lamas Moreno

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