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Carta del Editor

“Tenemos que enarbolar nuestros principios sin complejos” (Pablo Casado)

Sobre la libertad, artículo de Cayetana Álvarez de Toledo en El Mundo, el 23/6/2018, con el título de "La restauración del ciudadano". Termina así: "España, como Europa, necesita un proyecto para impedir su implosión en categorías y colectivos, ya sean étnicos, lingüísticos, culturales o sexuales. Tenemos que rescatar y reivindicar al individuo político. Con sus identidades, sus derechos y obligaciones iguales y su libertad frente al partido, el poder y la turba". Algo también aplicable, por supuesto, a Melilla, en la que asusta lo político y el compromiso. Yo diría que incluso especialmente aplicable a nuestra ciudad, en la que hace tanta falta "el individuo político", o menos "autoridades" y más ciudadanos libres. Sobre la libertad, artículo de Cayetana Álvarez de Toledo en El Mundo, el 23/6/2018, con el título de "La restauración del ciudadano". Termina así: "España, como Europa, necesita un proyecto para impedir su implosión en categorías y colectivos, ya sean étnicos, lingüísticos, culturales o sexuales. Tenemos que rescatar y reivindicar al individuo político. Con sus identidades, sus derechos y obligaciones iguales y su libertad frente al partido, el poder y la turba". Algo también aplicable, por supuesto, a Melilla, en la que asusta lo político y el compromiso. Yo diría que incluso especialmente aplicable a nuestra ciudad, en la que hace tanta falta "el individuo político", o menos "autoridades" y más ciudadanos libres.

Pedro Sánchez, ahora presidente del Gobierno, paso previo para cumplir su aspiración de ser ex-presidente, declara en su diario amigo, El País, que uno de los "cambios clave" que España necesita es el traslado de los restos de Franco del Valle de los Caídos. Es difícil encontrar algo tan estúpido, tan falso, tan manipulador como eso. Aviados estaríamos los españoles si trasladar los restos de un muerto hace más de cuarenta años, fuera quien fuese, lo consideráramos "un cambio clave", una prioridad nacional. Un cambio clave sería que dejaran de asarnos a impuestos -como hizo últimamente el PP, siguiendo las políticas socialistas- y que dejaran de gastarse nuestro dinero, el dinero que nos roban vía impuestos excesivos, en estupideces como andar trasladando cadáveres, o en volver al guerra-civilismo con la absurda, cara e inconstitucional "memoria histórica", en financiar a los separatistas golpistas, en destruir políticas que generan empleo e implantar otras que generan paro (la peor "explotación laboral" posible, la que generaron políticas como las del socialista Zapatero). Los ciudadanos españoles, como los de la inmensa mayoría del mundo, queremos libertad y respeto a nuestras decisiones. No necesitamos que otros piensen por nosotros y nos obliguen a pensar como ellos. Queremos ser libres y que dejen de considerarnos como borregos imbéciles, a los que se puede manipular y esquilmar. Ya está bien de aguantar tanta falta de libertad. Y no estoy refiriéndome solo al PSOE.

Dice Pablo Casado, uno de los aspirantes a presidir el PP: "encargaría mi programa económico a Daniel Lacalle". Daniel es un gran trabajador, un gran economista universalmente reconocido, un liberal que no se rinde y que lucha, con todas sus muchas armas de la razón y el conocimiento, contra esa falsa superioridad moral que la izquierda -y Pedro Sánchez es un ejemplo actual y muy destacado de eso- se autoadjudica y ante la que gran parte de la derecha ha venido rindiéndose, para su desgracia y la de nuestro país. Pablo Casado acierta en su elección económica y los españoles nos beneficiaríamos de eso, si finalmente se llega a producir. Veo una entrevista que le hacen a Pablo Casado en televisión. Dice: "La persona debe ser el centro de la política. Es necesario recuperar el partido, sin rendirse, defendiendo tus ideas. Ha venido Zapatero dos (Pedro Sánchez). Hay que ir a una sociedad abierta. Yo no gastaría un euro para desenterrar a Franco, ni para enterrarlo. No voy a converger en ninguna otra candidatura. Tenemos que volver a enarbolar nuestros principios, sin complejos. Yo me presento para ganar y transformar España". Suena muy bien y será muy indicativo lo que vote Melilla.

Suena mucho mejor que lo de la burocracia de lo laboral. Sindicatos y patronal no representan, hoy, a casi nadie. Ni en España, ni en Melilla. En esto, como en tantas otras cosas, vivimos en una falacia, en un anacronismo, que suena bien, que es políticamente correcto, pero que, en cuanto que falso, es nocivo, laboral y socialmente nocivo.

Hoy la atención de gran parte de los melillenses, y del resto de los españoles, estará centrada en Moscú y el partido de octavos de final de la Copa del Mundo que juegan España y Rusia. España, hasta ahora, ha ido jugando de mal en peor. Lo del partido con Marruecos fue el colmo de lo pésimo, casi tan malo como esos españoles de origen marroquí animando en los bares de Melilla a la selección…de Marruecos. No es que fuera grave, ni probablemente fueron muchos los que lo hicieron. Es que fue un mal síntoma, respecto al futuro de Melilla. Volviendo al fútbol: es de esperar que hoy España vuelva a ser lo que puede ser y que gane. Por supuesto, ese es mi ferviente deseo y el de la inmensa mayoría de españoles, separatistas y algún directivo del Barcelona excluidos.

Posdata. "No olvidemos nunca esta verdad fundamental: No hay dinero público. Solo hay dinero de los contribuyentes". Lo aseguró, hace ya mucho tiempo, Margaret Thatcher. Pedro Sánchez piensa de otra manera, es tan evidente como preocupante, pero la verdad es tozuda e irrebatible. Y si la verdad nos hará libres, la falsedad nos empobrecerá, material y espiritualmente.

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Enrique Bohórquez López-Dóriga

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