Los Presupuestos Generales de la Ciudad Autónoma fueron aprobados inicialmente un día antes gracias a los votos del grupo de partidos que apoyaba la gestión como presidente de la institución de Enrique palacios. Pero el documento presupuestario nació con el estigma de su más que probable impugnación, que se asomaba a la vía de lo contencioso administrativo de manera que perdía cualquier posibilidad de vigencia. Pero la polémica suscitada por los Presupuestos no se centró en su contenido y sus efectos sobre la economía de Melilla sino en el intercambio de críticas entre miembros de los dos bandos del Pleno de la Asamblea. El debate quedó limitado a una nueva exteriorización del odio que presidía las relaciones entre los políticos autonómicos melillenses de la época.
Los Presupuestos Generales de la Ciudad Autónoma fueron aprobados inicialmente un día antes gracias a los votos del grupo de partidos que apoyaba la gestión como presidente de la institución de Enrique palacios. Pero el documento presupuestario nació con el estigma de su más que probable impugnación, que se asomaba a la vía de lo contencioso administrativo de manera que perdía cualquier posibilidad de vigencia. Pero la polémica suscitada por los Presupuestos no se centró en su contenido y sus efectos sobre la economía de Melilla sino en el intercambio de críticas entre miembros de los dos bandos del Pleno de la Asamblea. El debate quedó limitado a una nueva exteriorización del odio que presidía las relaciones entre los políticos autonómicos melillenses de la época.
