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Atril ciudadano

Nota de los trabajadores del centro educación residencial de Menores "Fuerte Purísima

Tras el incidente por el que uno de los compañeros del Centro de La Purísima está siendo investigado por la Justicia, por presunta agresión a un menor, queremos salir al paso de valoraciones inciertas o falsas que se pretenden verter en la ciudadanía y que afectan muy directamente a las mujeres y hombres de esa plantilla.
La labor en un centro con unos 600 acogidos, pero que cuenta con una infraestructura y espacios obsoletos (calculados en su día para 200 menores) y con una plantilla pensada para poco más de 300 niños, es ardua, compleja y propensa a generar situaciones de gran estrés y tensión cada día y cada hora, minuto a minuto. Muy especialmente en el módulo en que ha tenido lugar el desafortunado y, caso de confirmarse (dicho sea en defensa de la presunción de inocencia), reprobable suceso.

No podemos admitir discursos que pongan en duda la calidad humana y la profesionalidad de estas mujeres y hombres. Así como tampoco recibimos instrucciones contrarias al bienestar de los niños y tampoco desde el ejercicio de nuestra responsabilidad las hubiéramos permitido. Las 125 personas que integran la plantilla se ganan su sueldo con más honestidad y merecimiento que quién, desde la cómoda lejanía y sus turbios intereses, pudieran poner aquello en duda.

Duele el linchamiento indiscriminado, duele el prejuicio, duele la arbitrariedad de las valoraciones tendenciosas,… pero lo que más duele es que conciudadanas y conciudadanos pudieran ser persuadidos por tales discursos en contra, a fin de cuentas, de unas buenas personas, trabajadoras, vecinas, madres o padres.

A pesar de todas esas dificultades las y los melillenses deben saber que cada día las mujeres y hombres de este Centro retornan a sus puestos de trabajo ilusionados por lo que van a hacer, convencidos de lo que hacen y volcados en ofrecer a sus menores el mejor cuidado que, dadas las circunstancias, pudiera nadie llegar a dar. Luego retornamos a nuestros hogares con la satisfacción de hacer bien las cosas, con la sonrisa ya dedicada a nuestro vecindario, amistades, familiares, hijas e hijos. A pesar de que nos la quieran borrar.

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