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Posturas enrocadas

¿Por qué la Ciudad Autónoma y la Delegación del Gobierno no se dejan de dimes y diretes y se sientan en una mesa para hablar de este tema, que es importante porque afecta no ya solo a la comunidad musulmana, sino a toda la población melillense? Porque en cada dime y cada direte, la tensión crece, y la convivencia se resiente. Y ahí nos la jugamos todos Lo que estamos pasando los melillenses con la polémica del paso de borregos de Marruecos para la celebración del Aid El Kebir es de juzgado de guardia. Si en los dos años anteriores el clima de tensión fue insufrible, este promete batir récords porque las administraciones públicas, que son las que supuestamente deben velar por el interés general de los ciudadanos, están manteniendo unas posturas muy enrocadas, sin mostrar la menor intención de entenderse por el bien de las personas para las que gestionan. A ello se suma el tercero en discordia, Coalición por Melilla, que no tiene en sus manos ninguna administración, aunque el PP lleve ya días diciendo, sin aportar pruebas que confirmen su teoría, que en realidad es quien maneja los hilos de la Delegación.
Dejando especulaciones a un lado, la realidad a la vista de todos es que aquí cada uno tira por su lado, en un tema en el que la fuerza debe emplearse para remar todos en la misma dirección, no para que cada uno tire de la cuerda hacia su lado, si es que de verdad quieren arreglar el problema. Lo estamos viendo todos cuando el presidente y la consejera de Presidencia lanzan mensajes a la delegada del Gobierno a través de la prensa, y ésta hace lo mismo para responder. ¿Por qué no se dejan de dimes y diretes y se sientan en una mesa para hablar de este tema, que es importante porque afecta no ya solo a la comunidad musulmana, sino a toda la población melillense? Porque en cada dime y cada direte, la tensión crece, y la convivencia se resiente. Y ahí nos la jugamos todos: cristianos, musulmanes, hebreos, hindúes, gitanos… Todos.
Lo tienen bien fácil. La Delegación del Gobierno y el Palacio de la Asamblea están separados por apenas 100 metros. Los teléfonos existen para que los máximos responsables de ambas administraciones se pongan de acuerdo para sentarse a hablar y llegar a puntos de acuerdo. No lo han hecho aún ni una sola vez, al menos públicamente, en el mes que lleva nombrada la nueva delegada. Antes, cuando había un mismo color político en ambas administraciones, ese diálogo y entendimiento existía y de manera muy frecuente. Ahora no, desconocemos si porque alguna de las dos partes no quiere o es que las dos no quieren ni verse. El tema merece dicha interlocución directa en vez de estar con la batalla mediática para exponer sus posturas enrocadas, llenas de medidas unilaterales, que más bien parecen trampas para los melillenses.
Solo así se puede interpretar que la Delegación del Gobierno cambie la Orden sin consultar a la Ciudad Autónoma cuando, como la propia delegada reconoce, esta administración tiene parte de responsabilidad en su ejecución para llegar al fin último, que es el paso de los animales. Tampoco es lógico que la Ciudad Autónoma ceda un terreno a la Delegación, que no tiene competencias, alegando que no tiene pastores. La Delegación tampoco los tiene, pero responde hablando de horarios en la frontera para que los melillenses lleven los borregos al matadero como si éste fuera suyo, y donde no tiene competencias, como tampoco las tiene en la creación de un centro de concentración en los terrenos cedidos en Cabrerizas.
Con estos episodios, la imagen que están dando ambas administraciones es lamentable, y los melillenses no han votado ni a unos ni a otros para asistir a este panorama, sino para que arreglen problemas, muchos de los cuales requieren de la suma de los medios y esfuerzos de las dos. Con estas posturas tan enrocadas de la Ciudad Autónoma y la Delegación del Gobierno, que al final de cuentas es PP y PSOE, con Coalición por Melilla como tercera pata de esta polémica, se ve de lejos cómo va a terminar esta historia: los borregos de Marruecos no podrán entrar por falta de acuerdo de quienes tienen responsabilidades públicas. Un final predecible, como ocurre con las malas películas. Y lo peor es que después tendremos que asistir, encima, a la segunda parte, que es ver cómo unos y otros se echan las culpas de aquí a las elecciones. Responsables públicos, todos, independientemente de su color político: evítenlo. Nuestra convivencia está por encima de juegos y orgullos políticos.

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