A los ciudadanos no se les puede tratar como tontos, desmemoriados o desinformados, y ese es un error en el que incurren los políticos. Unos, los socialistas, por apropiarse de lo bueno y escurrir el bulto en lo malo. Otros, los populares, por machacar con la cantinela de las medallitas sin haber asumido que su relevo en el gobierno es consecuencia de haber actuado como si tuvieran mayoría absoluta cuando, en realidad, la aritmética parlamentaria no les era favorable Se acaban de cumplir dos meses desde que el timón del Gobierno cambió de manos tras prosperar la primera moción de censura de nuestra democracia. Dos meses en los que los melillenses, como el resto de españoles, no hemos parado de oír a nuestros políticos señalarse con el dedo acusador cuando quieren alejar de sí mismos alguna cuestión que no les interesa que les relacionen con ella, o bien acaparar las que sí les interesa por ser medidas beneficiosas para la ciudadanía. No es más que un juego político que les ayuda a animar el cotarro del debate político, calentar el terreno de cara a las elecciones, pero que tiene poca o nula efectividad real, porque a los ciudadanos lo que les importa son las medidas y lo que les afecta en su día a día, pero no quién es el autor intelectual o material.
Al fin y al cabo, a los políticos les vota la ciudadanía para que trabajen en proyectos, reformas y actuaciones que contribuyan a solucionar los problemas que lastran nuestro desarrollo, no para que pierdan el tiempo en discusiones que no sirven más que para desgastar el argumentario y seguir con el juego político al que hemos aludido antes.
Si los políticos se dedicaran más a hablar con los melillenses a pie de calle, quizá se habrían enterado ya de ello. Y también de que con esas discusiones que se limitan al mío, tuyo, suyo, parecen tomar a los ciudadanos por tontos o desmemoriados. Ni una cosa ni la otra. Lo sabrían también si hablaran con ellos.
Con la aprobación de los Presupuestos Generales del Estado, hemos asistido ya a varios capítulos de esta fiebre por los derechos de autor de nuestros políticos. El aumento al 75% de la bonificación al transporte fue una de las primeras. Después le siguieron la reanudación de las obras del hospital, la subida de las pensiones y, la última, el refuerzo de la vigilancia en la valla con 20 guardias civiles más tras el salto masivo de inmigrantes en Ceuta. Cuando el PSOE ha abordado estas cuestiones apropiándose del mérito que supone impulsarlas, el PP no ha perdido tiempo en recordar que fueron medidas suyas incluidas en unos Presupuestos que los socialistas rechazaron en la primera votación en el Congreso, apenas unos días antes de la moción de censura. Ciudadanos también se ha apuntado al carro de esta táctica reivindicando su parte de mérito en la subida de las pensiones que se materializará mañana.
Esta obsesión por la autoría también ha ocurrido, pero en sentido totalmente contrario, con los problemas que se han dado en estos dos meses, como la presión migratoria, la Orden Ministerial para el paso de corderos y los menores extranjeros no acompañados. En estos casos, el PSOE, que tiene su responsabilidad como gobierno, ha tratado de esquivarla diciendo que los problemas vienen de atrás, de la etapa del PP en Moncloa. Pues como las medidas positivas, ¿no?
Por eso decimos que a los ciudadanos no se les puede tratar como tontos, desmemoriados o desinformados, y ese es un error en el que incurren los políticos. Unos, los socialistas, por apropiarse de lo bueno y escurrir el bulto en lo malo. Otros, los populares, por machacar con la cantinela de las medallitas sin haber asumido que su relevo en el gobierno es consecuencia de haber actuado como si tuvieran mayoría absoluta cuando, en realidad, la aritmética parlamentaria no les era favorable. Así se lo demostraron el resto de partidos del arco parlamentario en la moción de censura, que fue cuando de verdad el PP abrió los ojos. De aquellos ríos vienen estos lodos aunque no les guste.
