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Llega el carril bici

La llegada del carril bici no ha estado exenta de críticas en las redes sociales, lógicas si tenemos en cuenta que en Melilla somos, tradicionalmente, reacios a toda medida que vaya en la dirección de prescindir del coche. Eso también pasó en otros lugares que empezaron a apostar hace años por la movilidad urbana sostenible, pero con el paso del tiempo, se ha comprobado que era el camino acertado Desde hace algunos años, la concienciación por la movilidad sostenible se ha ido extendiendo por muchas ciudades que han apostado por medidas que dejen a un lado el monopolio de los vehículos a motor para repartir el uso del espacio entre todos los que comparten el espacio urbano. Los conductores de coches, camiones o motocicletas no son los únicos que transitan por las calles y, sin embargo, desde la invención del automóvil son, por decirlo de alguna forma, quienes las dominan. Esta situación es la que ha imperado durante varias décadas en las ciudades, convirtiéndolas en lugares poco agradables por el estrés, el peligro y la contaminación ambiental y acústica constantes que provocan los vehículos a motor.
Afortunadamente, los ciudadanos que apuestan por otras formas de movilidad más saludables, económicas y respetuosas, como caminar, ir en bici o usar el transporte público, han ido aumentando poco a poco hasta dejar de ser una minoría. En Melilla hemos visto esa evolución y gracias al empuje de organizaciones ecologistas y probicicletas, hemos podido ver como cada vez son más los ciudadanos que se apuntan a las dos ruedas como una forma de desplazarse tan válida como los coches.
Por eso era justo que se les tuviera en cuenta, y el Plan de Movilidad Sostenible que emprendió el Gobierno a principios de esta década fue su gran oportunidad para conseguir espacios en los que las bicicletas tengan la prioridad sobre los vehículos a motor. El primero de ellos es el carril bici que abarca todo el Paseo Marítimo, desde el Dique Sur hasta la Plaza de España, y cuyo resultado ya estamos empezando a ver esta semana con los trabajos de asfaltado de microaglomerado rojo y la señalización. Lo importante ahora es que no se quede ahí, porque un carril de un extremo a otro del paseo no lleva a ninguna parte. Es necesario completarlo con otros itinerarios para que los ciclistas tengan su propio espacio y se puedan desplazar de forma segura por toda la ciudad.
La llegada del carril bici no ha estado exenta de críticas en las redes sociales, lógicas si tenemos en cuenta que en Melilla somos, tradicionalmente, reacios a toda medida que vaya en la dirección de prescindir del coche. Eso también pasó en otros lugares que empezaron a apostar hace años por la movilidad urbana sostenible, pero con el paso del tiempo, se ha comprobado que era el camino acertado e incluso los propios melillenses, cuando se van de viaje, lo reconocen pateándose el centro peatonalizado de ciudades como Málaga o Madrid. ¿Por qué no en Melilla? No somos de otro planeta, todos queremos una ciudad más amable, más respetuosa con el Medio Ambiente y con menos peligros.
Es de justicia que este derecho se reconozca, porque como hemos dicho antes, la ciudad es de todos los que la habitan, no sólo de unos cuantos. Es necesario que todos nos entendamos y respetemos a la hora de movernos de la forma en que cada uno, libremente, decida. Este reto, en una ciudad como Melilla donde la convivencia entre diferentes culturas y religiones es una realidad admirada en todo el mundo, no debe ser demasiado complicado si todos cedemos y ponemos de nuestra parte para conseguirlo. Todos saldremos ganando, sin duda.

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