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Decisiones estratégicas para afrontar el futuro del desafío migratorio europeo

La crisis migratoria es una realidad sobre la que se debe actuar

A lo largo de la semana, MELILLA HOY ha tratado la crisis migratoria desde distintos enfoques, prestando atención a la evolución de las cifras de la inmigración, valorando la realidad tras el “efecto llamada” y mostrando algunas de las iniciativas de los “nuevos partidos” en materia de inmigración. En el presente artículo del serial dedicado a inmigración, se plantea un análisis estructural de la crisis migratoria mediante la aplicación de técnicas prospectivas; el objetivo de dicho análisis es determinar, de manera objetiva, cuáles son las “variables clave” del sistema, es decir, aquellas sobre las que debería centrarse la actividad política para controlar la problemática migratoria, y cuál es el escenario más probable con respecto a la evolución futura de la actual problemática. El desafío migratorio al que se enfrentan tanto nuestro país como el resto de naciones europeas está condicionado por múltiples variables que conforman un sistema inestable y complejo.
La situación geopolítica del Magreb oriental (Libia) y del Mashreq (Siria) durante los últimos 7 años ha propiciado la apertura de nuevas rutas migratorias a través de Italia y Grecia que han servido para, en cierto modo, dar “tregua” a España. Sin embargo, a medida que las nuevas rutas van “impermeabilizándose”, la presión migratoria -que permanece relativamente constante- se redirige hacia nuestras costas y, particularmente, hacia los perímetros fronterizos de Ceuta y Melilla.
Durante los últimos días, MELILLA HOY ha tratado diversos aspectos relacionados con la inmigración; variaciones en los flujos, origen y destino de los migrantes, importancia del efecto llamada, modelos de gestión de inmigración, etc; si bien el artículo de hoy se enfoca en un aspecto menos habitual pero no por ello menos interesante: el análisis prospectivo (una mirada al futuro) de la situación de crisis migratoria en que nos encontramos.

Un análisis estructural
El objetivo del análisis estructural de un sistema consiste en poner de relieve las relaciones existentes entre las diferentes variables cualitativas que caracterizan el sistema estudiado, en este caso, el desafío migratorio en la frontera sur, de manera que se consiga comprender cómo unas afectan a otras, y cómo evolucionan las relaciones entre variables a lo largo del tiempo.
Gracias al análisis estructural de la crisis migratoria actual realizado por MELILLA HOY, se puede establecer una reflexión lo suficientemente válida y objetiva acerca de la futura evolución del sistema.
Para poder afrontar con ciertas garantías el incierto futuro que se presenta ante la frontera sur, es vital conocer las principales variables que componen la problemática a la que se enfrentan tanto nuestro país como nuestra ciudad.
Parte de esas variables son muy importantes, pero también estables y poco dependientes, es decir: hagamos lo que hagamos, es poco probable alterarlas directamente, siempre van a estar ahí. Algunos ejemplos son el crecimiento demográfico africano, los riesgos sanitarios o la ocurrencia de crisis humanitarias (hambrunas, guerras, recesiones, etc.). Precisamente por su “independencia”, centrar políticas de actuación en trabajar sobre estas variables supone asumir un fracaso casi seguro, dado que no se van a conseguir cambios significativos; en otras palabras: supone perder tiempo y recursos.
Hay otras variables que son también cruciales para el sistema, pero que, a diferencia de las anteriores, dependen totalmente de la toma de decisiones por parte de los actores implicados y pueden suscitar cambios en las variables “estables” del sistema a corto, medio o largo plazo. Estas últimas, como pueden ser las políticas migratorias, la asignación de fondos para la gestión de la inmigración o la entrada de irregular de inmigrantes en el territorio nacional, son las llamadas “variables objetivo”, es decir, aquellas sobre las que se debe centrar la acción para conseguir cambios en el sistema.

La realidad migratoria
Concretamente, en el sistema objeto de análisis, las variables que condicionan la realidad migratoria de nuestra Ciudad Autónoma a medio plazo (10 años vista) son el “cierre” o la pérdida de popularidad de las rutas migratorias que tenían como objetivo Grecia e Italia, el imparable crecimiento demográfico africano (que impulsará aún más el éxodo hacia Europa) y las periódicas crisis humanitarias que asolan el continente. Estas tres variables indican que el escenario más probable es aquél en el que se producirá un continuo incremento de la presión migratoria a lo largo de los próximos años.
Ante la gravedad del desafío migratorio, en el análisis quedan señaladas una serie de variables sobre las cuales los responsables políticos deberían centrar su atención y sus esfuerzos a la hora de poner coto al problema. La principal de dichas variables es la entrada irregular de inmigrantes en territorio nacional, seguida de la asignación de fondos para la gestión del problema migratorio, las relaciones con Marruecos, las políticas migratorias de España y la UE, y la aplicación de políticas en origen.

Un plan de acción
Según el análisis estructural de la problemática, toda iniciativa dirigida a paliar la crisis migratoria debería afrontar estos retos de manera conjunta; en definitiva: reducir o eliminar los accesos irregulares al territorio nacional (mediante el refuerzo de la seguridad fronteriza, la agilización de los procedimientos de expulsión o la aplicación ordinaria de los rechazos en frontera); incrementar los fondos destinados al control de las fronteras y a la regularización o expulsión de inmigrantes; establecer y mantener acuerdos con Marruecos en materia de inmigración (control de fronteras y devolución de migrantes); desarrollar una política migratoria nacional basada en un modelo concreto y estable, que no cambie según los caprichos de los representantes políticos (caso Aquarius); instar a la UE a adoptar una postura de apoyo sin reservas a los países de la frontera sur y, por último, aplicar políticas de información, de desarrollo y de regularización de migrantes en los principales países de origen, de modo que aquellos interesados en acceder a territorio nacional puedan hacerlo mediante un proceso regulado y controlado.

Aspectos poco relevantes
Otros aspectos que centran el discurso político habitual han quedado relegados al papel de “variables de salida”, es decir, variables que, en el caso de ser objeto de atención por parte de los actores, provocarían la mera pérdida de los recursos destinados a ellas, eso cuando no produzcan cambios no deseados sobre el sistema. Es decir, son variables que ni condicionan ni se ven significativamente afectadas por la crisis migratoria.
De este modo, las variables “descartadas” como “irrelevantes” durante el análisis son la delincuencia, el fomento de la natalidad, o el efecto llamada, entre otras. No deja de resultar curioso como, tras un análisis objetivo de interacción de variables, algunos de los principales “núcleos” del argumentario político en torno a la inmigración quedan plenamente descartados.
Entre el grupo de variables “excluidas” por el análisis estructural hay dos que revisten particular interés.
Una de ellas es la capacidad de “absorción” o “asimilación” de inmigrantes. El hecho de que muchos de los migrantes que arriban a nuestras costas tengan como destino otros países de la UE provoca que la inversión en Centros de Estancia Temporal, Centros de Internamiento y otras instalaciones dedicadas a alojar, preparar y reubicar a los migrantes sea poco relevante a la hora de afrontar el problema a corto plazo. Sin embargo, al tomar en consideración la variable en el “largo plazo”, esta inversión en mecanismos de asimilación de la inmigración se postula como una variable de mayor importancia, lo cual tendría lógica en el caso de que destinos “predilectos” como Francia, Bélgica o Alemania dejaran de ser viables para los migrantes. En otras palabras: actualmente no tenemos un problema de absorción de inmigrantes, como si tiene Francia, pero probablemente lo tengamos a medio-largo plazo.
Otra de las variables que suscitan una interpretación ambigua es la del control fronterizo, entendida dicha variable como la mejora de los sistemas de vigilancia y control, la dotación de personal de seguridad -público o privado- o la construcción de nuevos elementos disuasorios u obstáculos físicos. Según el análisis estructural planteado, el control fronterizo es moderadamente importante (sin llegar a ser crítico) a corto plazo, pero pierde dicha importancia a largo plazo. Dicha evolución lleva a concluir que la capacidad de controlar físicamente el acceso a nuestro territorio puede tener un efecto positivo sobre la inmigración a corto plazo, pero no tiene implicación alguna sobre las principales variables problema, como la presión migratoria, por lo que, si se llevaran a cabo mejoras sustanciales en materia de vigilancia y control fronterizo, probablemente no servirían de mucho en el caso de no tomar en cuenta otros factores. En definitiva: a corto plazo son necesarios más agentes, mejores medios tecnológicos y obstáculos más robustos, pero no servirán de nada si no se trabaja en el marco de un plan de acción más amplio que incluya el desarrollo de una política migratoria, de mecanismos jurídicos y de actuaciones en origen.

Inestabilidad regional
La principal razón de que la presión migratoria hacia Europa sea una constante es la inestabilidad regional endémica del Magreb y el Sahel.
A los migrantes económicos se suman (y se sumarán) muchos otros que huyen de sus países de origen. Los convulsos procesos electorales de la mayoría de países africanos, los conflictos de corte étnico, la actividad de grupos terroristas y las catástrofes naturales, sumadas al ya mencionado crecimiento demográfico, contribuirán a una inestabilidad cuyas consecuencias migratorias, a priori, sólo podrían contener los países de nuestro “cordón sanitario”: Argelia y Marruecos.
Uno de los grandes temores de Europa con respecto a la estabilidad regional reside precisamente en la fragilidad de uno de sus estados “tapón”: Argelia.
La frágil salud del presidente argelino, Abdelaziz Bouteflika, el descontento del ejército y la presencia de grupos terroristas en la Cabilia y el Sáhara y de grupos independentistas Touareg de Malí en la frontera sur, son algunos de los riesgos que hacen temer por la futura integridad del país.
El “cisne negro” (el peor de los escenarios posibles) para Europa sería un nuevo avispero en el Mediterráneo, como Libia, pero a apenas 150 kilómetros de la costa de Almería y a 70 de nuestra ciudad.

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Fernando Lamas Moreno

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